Mi único ejemplar

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Si alguien ama a una flor de la que solo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso "El Principito"


No recuerdo el momento exacto en el que empecé a disfrutar del simple placer que me embriagaba al observar a Severus Snape.


- Oye Hermione - el susurro de Neville me despierta de mi ensoñación - ¿Qué hago ahora? ¿La raíz de jengibre o las hojas?

Parpadeo varias veces, insegura de qué responder ¿Hojas? ¿Qué hojas?

- Neville - comienzo a susurrar pero Snape se coloca frente a nosotros achinando los ojos con una mirada cruel. Primero se la clava a Neville, que comienza a temblar. Luego pasa a mí y me presta toda su atención.

- Señorita Granger - comienza con un susurro siseante que hace que se me erice la piel de la espalda. Adoro la forma en la que dice mi apellido. Él no me pone motes estúpidos como Herms o Hermy y, aunque me los pusiese, creo que los disfrutaría. Simplemente me encanta la forma en la que pronuncia la r. No lo dice de una forma banal, sino de una forma en la que realmente me siento identificada con mi nombre. ¿Cómo sería escuchar Hermione de sus labios?- ¡Señorita GRANGER!

Me coloco completamente erguida, como un tronco y le miro con ojos de búho. Merlín, está realmente enfadado. Siempre que está excesivamente enfadado su tono cambia levemente y se tensa.

- ¿Usted me escucha cuando le hablo o vive en su mundo de estúpida ensoñación? - Oh, quizá me he perdido en mis pensamientos y le he dejado hablando solo.

- Discúlpeme profesor, yo...

- Guarde silencio señorita Granger - me corta por lo sano - ¿No cree usted que pueda cerrar esa boca durante unos segundos? Al menos por mera educación - me sonrojo hasta la raíz del pelo y escucho varias risitas a mis espaldas.

Él sigue regañándome, demasiado cerca para considerarse cómodo. Aparto la mirada hacia un lado para no seguir envuelta en esos ojos que taladran el alma y entonces lo veo. Neville. Temblando de miedo. Dejando caer las hojas de jengibre sobre su poción. Mi cara pasa de estar roja de la vergüenza a empalidecer completamente y Snape, como no podía ser de otra forma, lo nota.

- Señorita Granger qué... - su mirada sigue la mía, aún clavada sobre las hojas, que rozan la superficie de la poción como una pluma cae en el agua - ¡Longbotton!

Lo último que escucho es una gran explosión que me expulsa hacia atrás y me tira al suelo. Un fuerte rayo de dolor recorre mi espalda ante el impacto y un pitido constante conforma todo lo que soy capaz de escuchar en ese momento. Trato de levantarme, pero tengo un cuerpo más pesado encima mía. Me llevo las manos a la cabeza tratando de parar la terrible sensación de completa desorientación.

La clase está llena de humo y no soy capaz de ver ni mis propias manos frente a mí. Trato de llamar a Harry y a Ron, pero aunque abro la boca y grito no soy capaz de escuchar ningún sonido. Una mano grande me tapa la boca y trato de apartarla, pero otra me agarra del hombro y me inmoviliza contra el suelo. En unos segundos veo la cara de Snape a pocos centímetros de la mía, con un pequeño hilo de sangre cayendo de su sien. Enrojezco de nuevo y me quedo quieta.

Él mueve la boca, como si estuviese hablándome, pero sólo soy capaz de escuchar ese horrible pitido. Lo veo cerrar los ojos, tranquilizándose, y empieza a rebuscar entre los bolsillos de mi túnica. Yo vuelvo a removerme, increíblemente incómoda y asustada. Él suspira, tratando de hablar de nuevo, pero sigo siendo incapaz de comprenderle. Vuelve a cerrar los ojos y, lanzando un suspiro, me acaricia la mejilla con el pulgar.

Désiré [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora