Capítulo 18; ¿Quiero que me bese? (Editado)

Start from the beginning
                                    

— Megan, ¿he hecho algo que ye haya molestado? Llevas toda la noche ausente y no sé si se debe a algo que yo haya cometido y te haya incomodado.

— No Mike. No se trata de eso, es simplemente que estoy cansada. No has hecho nada malo de verdad. — Aseguro mientras le acaricio el rostro con mis dedos.

Mike suspira resignado mientras se aparta de mí.

— Está bien Megan. Piénsalo y me avisas si te apetece cenar mañana o lo dejamos para otro día.

Me acerco a él y le doy un largo y húmedo beso que él corresponde encantado.

— Mañana hablamos. — Aseguro mientras comienzo a bajar de automóvil.

— Que descanses preciosa.

Le digo adiós con la mano mientras Mike se aleja de la residencia.

Camino lentamente en dirección a mi edificio, y conforme voy acercándome observo una silueta que está sentada en los escalones previos a la puerta de acceso, y el corazón me da un vuelco cuando distingo los rasgos de la persona que está esperándome.

— ¿Izan? — Pregunto perpleja. — ¿Qué...?

Es curioso cómo el sueño se disipa en cuanto veo sus ojos azules contemplándome. El agotamiento, es sustituido por la curiosidad, y un extraño cosquilleo comienza a recorrerme la columna vertebral cuando escucho su voz.

— Quería saber cómo está tu madre, y como no henos tenido oportunidad de hablar a solas e imaginaba que no querías que nadie supiera todo esto... — Una sonrisa arrebatadora se muestra en sus perfectos labios, provocando que mi corazón titubee durante unos segundos.

Me siento en el escalón a su vera, dejando una distancia prudencial. Y por algún extraño motivo, esa distancia me parece excesiva.

— ¿De verdad te preocupas por cómo está?

Izan frunce el ceño, con la mirada perdida en un punto indeterminado del suelo durante unos segundos, hasta que finalmente gira el rostro y me atrapa con su intensa mirada azulada.

— Topi, si no fuese tu madre me importaría una mierda. Me preocupa única y exclusivamente porque a ti te importa. Y tú sí me preocupas.

Mi corazón palpita con fuerza ante sus palabras y me quedo hipnotizada con la inmensidad de sus ojos azules.

— ¿Y por qué no me has llamado? — Inquieren mis labios sin permiso. Que no lo haya hecho me duele mucho más de lo que estoy dispuesta a admitir.

— Prefería preguntártelo en persona. Por teléfono puedes mentirme, si te tengo en frente puedo leer tus expresiones.

Exhalo silenciosamente. Me conoce a la perfección, por muchos años que hayan pasado.

— Está ingresada en el área de psiquiatría. De momento está aislada pero se encuentra bien. Tienen mi teléfono para avisarme si hay alguna novedad.

Izan asiente silenciosamente mientras permanece sentado con las manos hundidas en los bolsillos de su cazadora.

— ¿Y tú cómo lo llevas? — Pregunta después de un silencio prolongado.

— ¿Tener una madre loca? — Me encojo de hombros. — A todo se acostumbra una. — Digo medio en broma. No me siento cómoda hablando de estas cosas, y hacía tanto tiempo que él no se preocupaba por mí, ni se interesaba por cómo me afectaban todos estos problemas, que ahora mismo no sé muy bien cómo sentirme.

Izan ladea su cuerpo y me contempla fijamente a través de sus enormes pestañas.

— Lo pregunto en serio topi. Quiero saber cómo estás llevando esta situación.

Los secretos de IZAN © EDITANDOWhere stories live. Discover now