— ¡Qué lindo! ¡Claro! Yo tengo que decirte todo a ti pero tú no puedes ni siquiera decirme la verdad. Eres hipócrita Ehan.

— ¡Tenía planeado decirte la verdad!...

—No mientas. Si no hubieras encontrado la carta de Sebas, jamás me habrías dicho que tú lo sabias todo desde el principio.

Ella giro nuevamente y salió de la oficina hecha una furia.

Ehan decidió darle un poco de espacio, en esos casos, era mejor dejarla pensar y esperar a que se tranquilizara. Sabía que debía llevar la situación con cuidado.

Hanna no había terminado la relación, pero ese tiempo que ella le pedía lo tenía muy estresado... ¿cuánto más tendría que esperar para que lo perdonara?

¿Un mes?

¿Un año?

Se volvería loco. Pero si de algo estaba seguro es que no importaba. El esperaría toda su vida de ser necesario.

Así que le dio tiempo.

En los días siguientes, comenzó a tratarla de forma profesional.

Los siguientes días fueron un calvario para el empresario. Ver a su mujer cada día, a cada momento... y no poder tocarla estaba empujándolo a su límite.

Sentía que habían regresado mucho en lo referente a su relación, era como si todo hubiera terminado pero los dos sabían que no era así. El enojo de Hanna iba descendiendo cada día pero la tensión entre ellos no disminuía.

¿Cuánto más aguantaría antes de volverse loco y besar a Hanna en frente de todos en la empresa?

Y ese día llegó.

El lunes de la siguiente semana. Ehan llego a la empresa más temprano que de lo que acostumbra.

En esos días, no había estado durmiendo bien. Estar cerca pero tan lejos de Hanna lo comía vivo.

Además de verse en la oficina, ellos se habían visto obligados a hablar cuando Ehan había visitado a los gemelos.

Cada día la situación era más tensa.

Y ese día... no sería la excepción.

Cuando llego y noto que Hanna no estaba en su puesto pero sus cosas sí, decidió salir de cacería a buscarla; si la encontraba con sus compañeros, se vería obligada a hablar con él.

Sí, el plan era perfecto... pero no contaba con encontrarla en plena cocina hablando con uno de los críos de contabilidad.

En esa empresa, el 65% de empleados son femeninas, y de todos... ¿tenían que estar hablando con un hombre?

—Y él me pregunto ¿Qué es un auditor? Y yo le dije que es un contador que ha perdido su sentido del humor— explico Kenton.

Hanna rió ante él mal chiste para no hacer sentir mal a su compañero. Kenton era muy tierno y no quería hacerlo sentir mal. Así que rió de la forma más convincente posible sin saber que Ehan estaba afuera escuchando todo.

Y no estaba muy alegre...

—"Deja los celos Hilton"— se dijo a si mismo cuándo la escucho reír. Apretó su mandíbula y decidió entrar a la cocina.

El chiquillo estaba de espaldas a él y Hanna de frente. Cuando lo vio entrar sus ojos reflejaron sorpresa y su boca se secó.

¿Qué demonios hacia Ehan ahí?

—Señor Hilton— saludo Hanna— Estaba a punto de llevarle su café...

—Yo la note muy entretenida señorita Kelly— dijo mortalmente serio.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora