—Parece que no oíste del todo el chisme— se mofó su compañera acompañado de unas miradas al pasillo, por si Madam Clede se aproximaba. En ese momento ella debería estar limpiando el suelo de la habitación de huéspedes, pero tan pronto como oyó la noticia, corrió a contársela a Tauro. Sin embargo, no reaccionó tan bien como esperaba y eso que se conocían desde que ellas habían entrado a trabajar al castillo como unas sirvientas.

—¿Qué se proponen? ¡Es absurdo!... —exclamó sorprendida llamando la atención de los cercanos a los cuales miró un poco molesta y luego se dirigió nuevamente a su amiga—. De igual manera... No te hagas muchas ilusiones, necesitan personas en la zona trasera para atender a los invitados —le aconsejó mientras trataba de quitar una mancha de grasa, ensuciando más su delantal color crema.

—Pues... Odio cuando tienes razón —la chica dió una sonrisa triste acompañada de un suspiro frustrado y se devolvió a su lugar de trabajo, dejando sola a la castaña.

—Lo más seguro es que él quiere limpiar su imagen, y de paso la de la monarquía —susurró entre dientes luego que Hera se fuera, y se dispuso a seguir limpiando la pared, tratando de desquitarse con eso.

[...]

—¡¿Conseguir pretendiente?! —gritó Escorpio, furiosa ante su hermano y padre. Es cierto, había rechazado a cada hombre que se le cruzaba sin siquiera mirarlo y aquel que era obligado a casarse con ella, de una u otra manera, declinaban luego de estar un tiempo con ella.

—Cálmate y compórtate tal cual una princesa, no como una cualquiera de la calle —le devolvió el rey bastante molesto, su hija mayor siempre le traía problemas. No sabía a quién había sacado el mal carácter o porqué había cambiado tanto, si la recordaba como una pequeña que perseguía mariposas en el jardín con unos siete años de edad.

—No me compares con esa gente —escupió ella sintiéndose ofendida, pero claro, no se lo demostraría—. Que además, tendrán que venir al baile —le susurró, sacándole en cara su error.

—Estoy harto, Escorpio. Ya tienes dieciséis y espantas a cualquiera que se te acerque, aún no te casas y reclamas por ir a un baile. Estoy verdaderamente decepcionado de ti. Además, necesitamos que nuestra imagen se limpie, tú misma has oído las horribles historias de los reinos que cayeron por el pueblo al cual cuidaron y sus "inteligentes" revoluciones ante sus reyes —gritó furioso y muy dentro de sí, apenado. Escorpio se quedó callada, guardando la furia en su interior y mordiéndose la lengua. Tenía miedo de verse vulnerable. Su padre jamás la apoyó en sus decisiones y siempre seguía a Sagitario en cada estúpida idea que a él se le ocurría, solo se sintió a gusto con las chicas de su familia, en especial su madre. Pero aquel accidente, aquel tormentoso accidente se la había llevado. En ese momento se sintió más indefensa que nunca, todo lo que el Rey decía, se hacía, y según ella, aquel fue el gran problema—. Te veré con el vestido que pedí el viernes. No tienes más palabras en contra de esto —sin más, salió de la habitación con Sagitario, sintiéndose como el peor de los padres. ¿Qué debía hacer? Si solo su esposa viviera, le sería todo más fácil.

—¡Estúpido! —golpeó el mesón antes de tirarse a su cama con el sueño fruncido y su sangre hirviendo, aguantando unas pequeñas lágrimas que querían salir—. Mi padre no me obligará a casarme con el primero que encuentre. No dejaré que lo haga... Tengo mi opinión y también derecho a elegir...

[...]

—Señorita Virgo, el joven Capricornio está en la puerta —avisó una mujer cuarentona de baja altura, pero mirada dulce y comprensiva.

Lazos del Pasado (Zodiaco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora