¡¿QUÉ ES ESTO?! ¡¿MÁS MAGIA?! ¡PUES YA ESTOY HARTO!

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El mapa lo ponía bien claro, sólo quedaban unos kilómetros para llegar a ese sitio de la montaña señalado con un círculo a rotulador rojo.

Nessie y yo ya habíamos desayunado alce y llevábamos toda la mañana caminando por esas empinadas pendientes llenas de nieve. Yo cargaba con la mochila y ella era muy ágil y resistente, para qué íbamos a negarlo, pero, aún así, el no poder cogerle de la mano ni siquiera para ayudarle un poco o para calentársela, me tocaba bastante las narices, la verdad.

- Según el mapa, el sitio ese queda detrás de aquella roca – declaré, observando el plano.

Nos miramos y nos sonreímos con algo más de alivio e ilusión.

Me hizo una señal con las manos para que parase y me detuve.

- ¿Qué pasa?

Se fue a mi espalda y abrió una de las cremalleras de la mochila. La cerró otra vez y se puso a mi lado, portando una fotografía que después me pasó para que la mirase.

Era la foto de una planta muy rara.

- ¿Qué es esto? – le pregunté.

Indicó sus ojos con los dedos para gesticular, señalando también a la fotografía. Después colocó la mano sobre la frente a modo de visera y fingió que observaba los alrededores.

Todo su lenguaje mímico me hacía mucha gracia, qué quieres que te diga, ya sé que no era para reírse, pero no podía evitarlo. Era como jugar a adivinar películas o algo así. Pero ella era adorable incluso haciendo esos gestos exagerados.

Sus preciosas cejas bajaron cuando ya vieron que se me escapaba una risita.

Carraspeé.

- Vale, vale, me centro – afirmé, poniéndome más serio -. Veamos, ¿me dices que tenemos que buscar esta planta? ¿Es eso?

Nessie sonrió de oreja a oreja a la vez que asentía con los ojos.

- ¡Ja! ¡Soy un genio en esto! – exclamé, alzando los brazos hacia arriba mientras ella se reía con esa risa muda, contagiada por mi entusiasmo.

Ambos dimos un paso al frente para acercarnos e hicimos el amago de abrazarnos, pero nos dimos cuenta a tiempo y nos quedamos clavados en el sitio.

Mierda. Esto era un asco. Y encima ella se quedó con una carita que me rompía el corazón.

- No te preocupes, preciosa – dije, alegre -. Esto no durará nada. Mira, estamos casi en ese sitio, ¿lo ves? – le señalé el lugar donde nos encontrábamos ahora mismo, en el mapa. Después llevé mis ojos a los suyos para mirarla con certidumbre y confianza -. Sólo un par de kilómetros más y nos desharemos de este estúpido hechizo. Y entonces podremos abrazarnos y besarnos todo lo que queramos. Te juro que yo te besaré toda la tarde, nena, no vas a sentir los labios cuando termine – y mi boca se curvó aún más.

Y pensaba hacerlo, me moría por saborear esos labios sensuales y suaves.

Su sonrisa se amplió y simuló que escribía con su mano derecha mientras la izquierda hacía de papel.

- Sí, sí, tomas nota, ya lo sé – adiviné. Era fácil, esto me recordaba a cuando era pequeña y se resistía a querer hablar, aunque usaba su don. Menos mal que siempre habíamos tenido una especie de telepatía -. Bueno, pues vamos a buscar esa planta, cuanto antes, mejor – le insté, devolviéndole la fotografía.

Mi chica la cogió, se la guardó en el bolsillo de su plumas blanco y comenzamos a andar por la densa nieve hacia aquella roca lejana.

- En serio, nena, si alguna vez ponen un concurso de adivinar pelis o algo así en la tele, tenemos que presentarnos. Lo ganaríamos todo, de veras – le sonreí.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora