UNA SEMANA: CAMBIO

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Me pasé toda la noche llorando.

Mi vida se había roto, sin Jacob, nada tenía sentido. No podía soportarlo. Hace unas horas me iba a casar con el amor de mi vida, y ahora no tenía nada, nada.

Sí, hoy era el día de mi boda, el día en que por fin iba a caminar por la arena hacia ese altar de fuego, donde me esperaría él. Jacob. Mi Jacob. Mi amor, mi ángel de la guarda, mi mejor amigo, mi alma gemela, mi compañero, mi vida, mi todo… Sin embargo, todo eso, todos mis sueños, se habían esfumado…

Mi mano se agarró a la colcha y la encerró con fuerza en un puño rabioso a la vez que mis llantos aumentaban de intensidad y volumen.

Esto era insoportable, no podía vivir sin él, no podía estar lejos de él, me estaba muriendo. Tenía que ser una pesadilla, una pesadilla horrible, pero por más que intentaba despertarme, no lo conseguía.

¿Cómo era posible todo esto? ¿Es que existían los cuentos de hadas, los hechizos, conjuros y demás? ¿De veras existían los magos y las brujas? Nunca lo hubiera creído si no fuera porque mis propios ojos lo habían visto.

Pero era cierto. Y yo estaba encerrada en esta especie de castillo extraño y tétrico. No podía hacer absolutamente nada, y menos después de ver lo que le podían hacer a Jacob con ese corazón. Ellos sabían que yo no soportaría verle sufrir, que eso era la peor de las torturas para mí. No me importaba lo que hicieran conmigo, podían gritarme, pegarme, torturarme, eso podría soportarlo. Pero no que le hicieran daño a él, no que le torturasen a él. Y utilizarían eso para que me casara con Razvan, como ya habían hecho.

Estrujé la colcha con más rabia y las lágrimas brotaron con más ansiedad a la vez que mi corazón y mi estómago eran atacados por más horribles pinchazos.

¡No! ¡No! Yo no quería casarme con Razvan, no lo soportaría. No quería casarme con otro hombre que no fuera Jacob, no podía. Todas las células de mi organismo se negaban en rotundo, hasta mi estómago se vio agredido por un fuerte pinchazo. Sin embargo, ¿qué podía hacer? Ellos le torturarían hasta la muerte si yo no lo hacía, y eso sería más insoportable todavía.

Hundí el rostro en la almohada para mitigarlo, y chillé de rabia y dolor. Chillé porque no encontraba otra salida, él era lo primero para mí, él era lo más importante, y haría lo que fuera por protegerle, entregaría mi vida por él sin pensármelo dos veces. Si eso le salvaba a él, me sacrificaría y me casaría con Razvan.

Lo que apreté ahora fueron mis muelas, y lo hice con furia. Porque daba igual que me obligasen a casarme con ese vampiro, Jacob y yo siempre estaríamos vinculados, lo estábamos para toda la eternidad. No me importaba lo que dijesen ellos, yo no había roto nuestro vínculo. Puede que Jacob estuviera bajo ese encantamiento, sí, pero eso no significaba que nuestro vínculo hubiera dejado de existir. Nuestro vínculo seguía ahí, y estaba más vivo que nunca, y yo siempre estaría vinculada a él, siempre, eternamente. Podían casarme con cincuenta hombres, si querían, yo siempre seguiría siendo de Jacob, sólo de Jacob.

El ruido de la puerta me sobresaltó y me incorporé súbitamente, en estado de alerta. Ni siquiera había reparado en que el sol ya entraba por la ventana, y mis encharcados e hinchados ojos se dolieron con esa repentina luz. Mi mano se enganchó a mi estómago, los pinchazos eran tan cortantes, que eran insoportables.

La puerta se abrió, haciendo ese ruido que producían las bisagras, y mi labio se retiró a la defensiva, esperando ver aparecer a la sombra. Sin embargo, fue una mujer vampiro la que pasó adentro.

Su rostro era hermoso, pero el tiempo se había parado para ella en los cuarenta años, si bien no tenía arruga alguna. Llevaba el pelo amarrado por medio de dos trenzas que se alzaban para rodear su cabeza, dejando toda su nuca al descubierto, y su cabello era de color castaño claro. Llevaba un vestido de esos largos hasta los pies, en color ocre, que las plebeyas y las sirvientas vestían en la antigüedad, con un delantal blanco incluido.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora