bad reputation 「나쁜 평판 」v . k

「 b a d r e p u t a t i o n 」

Las miradas ahora se clavaban sobre nosotros, pero la importancia que merecían era insuficiente para concebirles atención. Pues le quería incluso si todos me odiaban por hacerlo, hasta mis amigos se alejaron de mí. Nunca me importó.

Jungkook comenzó a presentarse a todas horas dentro de mis pensamientos desde ese entonces. Conocí sus gustos —como el agrado que le produce dibujar— y disgustos —mencionando la soledad tanto en su hogar como la escuela—, conocí su escasa familia que pocas veces en su acomodada vivienda se encontraban y conocí lo agradable y cálida que era su compañía para mi bienestar. La relación de amigos fue aumentando paso al tiempo como también el contacto físico junto con la confianza, me permitía sacudir sus mechones castaños y apretar sus delicadas mejillas cuando reía, como también quedarme en su casa después de una noche jugando videojuegos y llegar a dormir en su misma cama con olor a vainilla sobre ella, con el olor de él junto a mí.

Me gustaría mencionar que esa noche de relucientes estrellas fue en la que pude asimilar que otro sentimiento además de la protección se había instalado dentro de mí, pues al tenerlo solo a centímetros de mi rostro durmiendo plácidamente como un ángel ausente me dedique a analizarlo como nunca antes había analizado a una persona anteriormente, atrapándome sin ninguna necesidad de cuerdas ni ataduras. Su melena era larga pero no excesivamente, de un tono castaño normal y promedio, sin embargo adoraba entrelazar mis dedos en medio de cada delgada hebra y sacudirlos en una muestra de cariño, aros que en él no se veían para nada femenino adornaban una de sus pequeñas orejas, recuerdo contar tres perforaciones en ella y una en la otra. Después sus asiáticos luceros, sin embargo grandes en comparación a otra gente, de tono oscuro, negros, la mayoría de las veces iluminados cuando nos encontramos juntos, sí, me alegra presumir ese factor. Unas bolsas ligeramente hinchadas debajo de ellos le hacen lucir adorable, más joven de lo que ya es, porque su piel es tan suave que al sentirla a través de mis yemas podía producir escalofríos.

Sus labios corazón merecen muchas palabras que quizás no sea capaz de hallar. Para empezar se partían con facilidad, y lo sé porque una semana podrían estar sanos, suaves y relucientes, sin embargo a la otra resecos como también descuidados, pero seguían luciendo como una maravilla en este mundo para mí. Podría compararlos con una galaxia, pero no es suficiente, definitivamente merecían mucho más que aquello. Mucho más que yo.

Cuando ese pensamiento me invadió reconocí que me gustaban sus labios. No me atreví a besarlo aunque estuviera dormido, no por miedo ni falta de deseos. Si no porque sentí que el daño que almacenaba dentro de sí, era tanto que una persona como yo era incapaz de repararlo.

Sé que quizás mis descripciones se lean algo detalladas y observadoras, pero no puedo evitarlo. También sé que soy un tonto. No tenía idea de lo que él sentía por mí, tampoco nunca creí lo que otros decían de él, pero tenía miedo de lo que podían decir de mí si sabían que él me gustaba.

Reímos mucho juntos, tanto así que por un momento llegue a creer que todo el asunto sobre los rumores había quedado atrás, fuera de los rieles que nos guiaban como amigos. Pero era erróneo, mi sueño estaba incorrecto.

Él era como la luna, parte de sí siempre se encontraba oculta.

Le regañé cuando me confesó que uno de los chicos populares de la escuela —el cual era un integrante de mi grupo de amigos— había intentado tocarlo variadas veces y no pudo hacer nada al respecto; mi imaginación no quiso ampliar sus fronteras para idear imágenes sobre lo que me contaba ni hasta qué punto ese intento había llegado. Le grité enojado exigiéndole la razón de porque no me había revelado algo tan grave como eso antes, pero al verlo llorando desconsoladamente boca abajo sobre la cama de mi habitación aparentemente sin escucharme, el corazón dentro de mi pecho se estrujó sin aviso. Esa vez fue la primera vez que lo vi tan frágil, y me arrepiento de haberme aprovechado de ello.