Evan

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Cuando lo conocí, el primer día de clases en esa academia, el chico era un caso. Increíblemente atractivo, con facciones realmente delicadas, cuerpo delgado y pequeño, una voz tan suave que envolvía tus oídos hasta hacerte cerrar los ojos para deleitarte con ella y... una actitud de mierda.

Cuando me acerqué a él, se encontraba sentado en una banca bajo un árbol en el jardín del establecimiento, tenía su celular en su mano y la mirada despreocupada fija en la pantalla de éste.

Al llegar a su lado, no me permitió siquiera abrir la boca cuando me interrumpe sin dirigirme la mirada.

—No me interesa lo que quieras decir. Vete—espetó.

Claramente, ese Ser de facciones tan angelicales y suaves, contaba con la peor personalidad que jamás hubiera visto.

Esa tarde volví sobre mis pasos, alejándome de él.

Los días siguientes, me limité a observarlo de lejos. Fui testigo de cómo muchas personas se acercaban a él para hablar pero el chico articulaba solo un par de palabras y las personas se alejaban.

Bufé al ver a una chica sentada a su lado esa mañana, llevábamos una semana de clases y yo seguía sin poder dirigirle la palabra al chico.

La muchacha se explayaba de forma exagerada con él, no tenía idea de qué le decía pero ésta lo trataba como si se conocieran de toda la vida.

En un instante, el chico alzó la vista y le dijo un par de palabras a la muchacha y ésta sonrió, levantó su mano y a la vez que soltaba una carcajada, golpeó el hombro del chico casi mandándolo al piso por la fuerza del golpe.

Di un respingo en mi lugar cuando vi al muchacho reaccionar y afirmándose para evitar caer de la banca. Su rostro se frunció en un reclamo a la muchacha, la cual seguía carcajeándose frente a él.

Cuando la campana de vuelta a clases sonó, mi cuerpo tembló con un escalofrío al ver en el rostro del muchacho la primera sonrisa que le había visto hacer desde que entramos a clases.

No está demás decir que mis intentos por acercarme fueron varios. Muchas veces me alejaba en el instante en que él me decía que lo hiciera. Otras veces le ignoré y me senté junto a él, pero no pasaba de eso, él seguía en lo suyo, ignorándome y se levantaba con el sonar de la campana.

Cuando pasaron los meses, mi maestra me informó que los clubes debían ir a presentarse con los primeros años para reclutar más miembros. Yo era uno de los de primer año que ya contaba con un lugar en un club, así que era mucho mejor que los demás cursos vieran que hay chicos de su nivel en las academias.

Al entrar en su salón, el chico miraba a todos con esa expresión tranquila y desinteresada. Tragué en seco en cuanto fue mi turno de presentarme.

El muchacho me miraba, mas no me veía. Solo era uno más del grupo de chicos frente al salón.

No se le dio más vueltas de lo debido al asunto. Salimos de su salón y eso fue todo.

Al menos sabía ahora dónde se sentaba: Primera fila, a un lado de la ventana. Lugar perfecto para que el sol hiciera resaltar ese tinte cobrizo del castaño de su cabello.

Dos días después, la maestra pidió al curso que algunos de los que tienen mejores calificaciones en ciertas áreas nos juntáramos para ayudar a otros grupos de chicos y así mejorar sus propias calificaciones.

Junto con otros tres chicos salí del salón para ir a la biblioteca y nos anotamos como ayudantes de Ciencias Naturales.

Cuando todo estuvo organizado, la lista de alumnos de otros cursos nos fue entregada, cada uno tendría un "pupilo" ya que no eran demasiados.

One Shots/Bl/Yaoi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora