Capítulo 15: "Siempre tuyo, Leo Valdés"

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Al despertar recibí la peor noticia que pudiesen haber dado.

No podía parar de llorar, estaba confundida, me sentía traicionada, la impotencia inundaba mi vista, no podía con tanto dolor.
Debí saberlo. No debí confiar en las palabras de Leo. Debí quedarme junto a él.
Ya no me quedaba nada, ya no sabía cómo seguir, ya no tenía a nadie.
Me dejaron, y no puedo evitar sentirme abandonada a pesar de que sé que tal vez no fue su intención.
¿Por qué las personas con las que me encariñaba tenían que alejarse de mi lado? ¿Por qué no podía tener nunca el cariño constante de alguien?
Las lágrimas no paraban, me sentía tan enojada y triste al mismo tiempo, me dolía, realmente me dolía.

Sentí el tacto suave de una persona en mi hombro.

—Lo vamos a encontrar ____, estará sano y salvo, te lo prometo— dijo Percy.

Lo miré. Estaba enojada y dolida, no podía soportar las mismas palabras de todos. Eso no lograba consolarme, lo empeoraba.

—No lo prometas—respondí. —Yo voy a encontrarlo.

Me paré del asiento de la Casa Grande y caminé afuera sin mirar a Percy, Annabeth y Nyssa que se encontraban adentro.
Pasé la puerta y me encontré con la persona que raramente hizo que la dureza que quería aparentar en esta situación se desvaneciera.
Verlo hizo que toda la vulnerabilidad me controlase y ni siquiera me importó hacerlo, simplemente lo hice, abracé a Nico Di Angelo. Al parecer, de alguna manera, siempre me inspiraba esperanza reconfortante, lo cual era irónico teniendo en cuenta que era el chico mas emo del campamento. Y quizás era eso, en alguna parte en mi interior sentía que él sentía las cosas como nadie mas lo hacía, algo de él decía que podía comprender hasta lo incomprensible. Empatía. Eso era lo que sentía al verlo.

Supe que lo tomó por sorpresa al no corresponder mi abrazo instantáneamente, pero lo hizo.
Lo abracé fuerte hundiendo mi cara es su cuello, por alguna razón eso me consoló, ese abrazo, ese silencio...
Todavía no puedo explicar cómo me hizo sentir, nunca había pasado, nunca lo había experimentado. Mi debilidad siendo consolada por alguien que nunca hubiera imaginado.

—Gracias—me alejé de él, me sentía reconfortada de alguna forma.
Nico me sonrió apenas.

—De nada...—abrió la boca para decir algo más pero fue interrumpido por Nyssa.

—____—me habló. —Fui al Búnker, había una carta con tu nombre, él la dejó—me pasó un papel doblado que agarré al instante agradeciéndole.

Estaba a punto de leerlo ahí en el medio del campamento cuando Nico paró mi mano antes de que abriera la hoja.

—Conozco un lugar tranquilo en donde podrías leerla—me pasó su mano, la agarré sin dudar, Nico me daba una confianza extraña. Confiaba en todo lo que saliera de él.

Viajamos en las sombras y llegamos a un lugar nublado que no reconocía.
Me guio hacia un paisaje de muros en ruinas entre una hierba tan viva que pareciera como si fuera la tierra más sana que alguna vez vi, con nubes grises cerniéndose arriba de nosotros y aquellos muros arcaicos y pacíficos.
Solté la mano de Nico y le susurré otro gracias mientras me encaminaba sola hacia un rincón del muro en el cual me recosté.

Mis manos temblaban al abrir aquel papel cubierto de palabras que no me imaginaba encontrar.

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____ Fairy:

Si estás leyendo esto ya me habré ido. Y lo lamento, primero que nada quiero que sepas eso, que realmente lo lamento.
Estás en todo tu derecho de odiarme por haberte mentido y engañado, no merezco que me perdones. Pero era necesario.
Nunca pude olvidarme de cómo te perdí la primera vez, de cómo dejé que la mentira me consumiera, de cómo no te dije la verdad sobre quien era incluso cuando te veía triste por la vida que creías tener.
Por eso lo hice, por ti.
No podía imaginar el hecho de volver a perderte. No podía siquiera pensar que algo te lastimase.
No quería que la oportunidad que volviste a darme fuera en vano...
No quiero que me busques, no quiero que intentes salvarme o encontrarme, yo tomé mi camino, tu debes tomar el tuyo, esto no se trata de mí quiero que sepas y tengas presente eso, esto se trata de ti y de tu vida. Yo voy a hacer todo lo posible para mantenerte a salvo.
Y sé que saldrás a una misión, sé que no voy a poder tener la seguridad de que no te ocurra nada pero también sé que trataré de terminar con este problema de raíz. Por eso quiero que grabes en tu mente: que a mi no me tienes que buscar.
Y no sé qué pasará, no puedo controlar el destino, no sé si voy a poder volverte a ver, y por eso hago esta carta.
Para despedirme y dejarte saber todo lo que te amo porque te amo ____.
Eres...mi mejor amiga. Siempre fuiste eso. Mi mejor amiga.
Tal vez eso te confunda un poco. Pero creo que nos equivocamos.
Nunca tuve una conexión como la que tuve contigo, nunca entendí lo que era tener a una persona que estuviera ahí cuando la necesitara, nunca supe que le podría tener un amor tan incondicional a alguien. Nunca supe lo que era tener a una mejor amiga...
Conocerte fue lo mejor que le pasó a mi vida, nos encontramos en un momento en el que la desolación y soledad nos rodeaba, y me sanaste.
Y sé que tú aún sigues herida por tu pasado, y sé que no encontraste a esa persona que ayude a sanarte, pero también sé que la vas a encontrar, porque no soy yo y nunca lo fui.
Te amo ___ Fairy.
Y espero volver a ver tu rostro alguna vez, volver a escuchar tu risa y tu voz.

Siempre tuyo, Leo Valdés.

Quebré en llanto, me sentía tan débil, no podía procesar aquellas palabras tan fuertes. Leo se había ido y yo no podía hacer nada para remediarlo.
Mire hacia atrás con la vista borrosa por las lágrimas tratando de ver en dónde estaba Nico.
Lo divisé caminando lejos de mi. Me paré como pude doblando la carta y guardándola.
Él me vio caminando y también vino a mi.

—Dioses que te pas...—lo interrumpí abrazándolo por segunda vez pero esta vez como si mi vida dependiera de ello, me correspondió al instante acariciándome la espalda. Y allí estaba de nuevo ese sentimiento reconfortante.
El dolor se iba con mis lágrimas encendiéndose en mi pecho con todos los demás dolores.

Nico se alejó un poco y con su pulgar seco las lágrimas de mis mejillas, acto que me tomó por sorpresa. Lo mire, sentía como mis manos temblaban en su cuello y mi corazón se hallaba agitado por el llanto.
Nico Di Angelo me miro también a mi.

—El dolor se va eventualmente—me habló.

Y aunque fuese una frase oscura y triste, llegó a reconfortarme. El dolor iba a irse, Leo estaría bien, yo lo volvería a ver.
Al ver que no le respondía Nico se alejó un poco:

—Yo...no quería incomodarte solo...—

—Sabes, en este momento te quiero—hablé. Y quizás resultaba raro querer a alguien cuando no lo conocía completamente pero no me arrepentía, estaba cansada de la barrera que construí entre mis sentimientos y el exterior. Estaba harta de perder a aquellas personas que quería.
Y me arrepentía de no habérselos dicho antes de verlos.
Así que decirle eso a Nico Di Angelo me ayudó a escapar de esas barreras por un momento.
Y no me importaba, ni siquiera me sorprendí cuando él no me respondió porque fue algo que dije sin esperar respuesta a cambio, fue un sentimiento genuino en voz alta.

Porque yo quiero Katie, quiero a Leo...

Yo quiero a Nico.
En presente.

El Santuario (Nico di Angelo y tú) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora