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Conmigo aprendiste a cómo cuidar un gato y no morir en el intento.

También, a que yo le pongo nombres raros a mis mascotas.

"¿Como debería llamar a esta bola de pelos?" me preguntaste sin despegar tus ojos de la gata enrollada arriba de tu pecho.

Que bello que sos.

"Es negra. Aruma, en Maya, es noche"

"¿Te gusta el nombre que te dio Zoe, Aruma?"

Y como si la gata hubiera entendido, empezó a ronronear.

Teclas y cuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora