sesenta y nueve.

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Fue entonces que me percaté de que una lágrima había escapado de mis ojos y había llegado hasta mis labios. Estaba llorando.
Allí estaba y no era un sueño, una ilusión o una cruel jugarreta de mi mente. Entonces capté que colgando del edificio, había un enorme cartel que decía “Nessuna fuga di nuovo” con grandes letras azules. No sabía qué decía, jamás había aprendido italiano, pero cual fuera el mensaje, me impedía moverme, quería permanecer allí, observándolo. 
Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo. Logan era hermoso, en todo sentido que pudiera verle; su voz, su rostro, su cuerpo incluso, así usara el atuendo más ridículo del planeta. De pronto, un pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la posibilidad de que él me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí? Tenía que haber una razón por la que en este momento estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que me llenaban el alma, ese “por siempre” que agregó a su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era, ¿acaso no seguiría siendo malo? El recuerdo desgarrador que aun no me abandonaba, era aquel en el que veía los ojos hinchados y rojos de Sharon, la tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para terminar de arrebatarle lo que más amó?

Miré de nuevo a Logan y otra lágrima corrió por mi mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si él me quería y yo lo amaba más que a mi vida misma, ¿cómo podíamos estar juntos? ¿El dolor de Sharon era el precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para estar con Logan, no podía ser tan egoísta, ¿o sí? Era verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante. En dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que nunca podría llegar a estar con Logan? ¿Ser feliz con él? ¿Tenía que conocerlo? Pero tampoco podía ignorar todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en el corazón o en el cuerpo entero.
Sentí a Andrew a mi lado.

-Dile que no es demasiado tarde –me susurró y la gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad que me asfixiaba.
Dí una rápida mirada a Andrew y luego la volví a Logan; el murmullo de la gente me hizo perder las voces en mi cabeza, mientras la de Logan continuaba metiéndose por mis oídos y llegaba a mi corazón. El suspiro angustiado que solté se hizo visible al empañar el cristal de la ventana, ¿por qué tenía que pensar demasiado las cosas? ¿Volver a escapar sería muy cobarde?
La música paró y junto a ella mi corazón estrepitosamente colapsó en nuevos latidos. Logan miró hacía mí y aun a tal distancia, pude sentirme abrigada en el calor de su mirada. 
-¿Qué esperas? –me instó Andrew, pero ni siquiera yo lo sabía.
Logan no se movía, pero el par de músicos detrás de él comenzaron a retirarse, haciendo que la escena pareciera viva. Era hora de aclarar las cosas con Logan y conmigo misma, también. Comencé a mover los pies hacía atrás y despegué las manos del cristal, dejando la huella de mis palmas. Logan notó mi movimiento y en cuanto me dí la media vuelta, dio un salto hacía atrás y se echó a correr. No supe qué más hizo, porque caminé hasta las escaleras y bajé a grandes zancadas medio desequilibradas hasta la planta baja. ¿Qué iba a decirle? Mi cabeza era un completo caos e iba viéndome los pies al caminar, tratando de encontrar la respuesta correcta a todo este dilema.

Justo cuando iba a salir por la puerta, donde la luz taciturna del sol escaso ya comenzaba a alumbrar, un brazo me cerró el paso. El pecho agitado de Logan se movía de arriba abajo bajo su sudadera negra y su respiración irregular me movía los cabellos de tanta cercanía. Tenerlo así de cerca después de tanto tiempo hizo que me debilitara por completo, pero me obligué a sacar fuerzas de dónde no las tenía para mantenerme de pie, aun cuando mi corazón estallara contra mi pecho.

-No escapes de nuevo –musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.
-¿Qué? –logré decir.
-Es lo que dice el cartel –hizo ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa-. No vuelvas a escapar, Emma. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.
-¿Qué estás haciendo aquí? –pregunté, aun incrédula de que estuviera allí, hablándome.
-Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no ves? –me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes- No eres fácil de olvidar, te he buscado como un loco por cielo, mar y tierra.
-Dos meses, Logan –musité, con apenas un hilo de voz-. Dos meses han pasado. Si has estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?
-Tampoco eres fácil de encontrar –su mirada se angustió-. Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Venecia, Emma. Esa misma noche tomé un vuelo a un país cercano, pensando que tú estarías allí.
-¿A qué país?
-Egipto.
-¿Qué?
-¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas –su voz comenzó a agitarse-. Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, Emma.
-Pero sabías muy bien que volvería a California. Tú lo oíste de mis propios labios –no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco. Pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Kristen.
-¿Y quién me aseguraba que fuera verdad? –cuestionó, sin soltarme las manos- A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte. 
-¿Mentir? –la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas recorrieron mis mejillas- Logan, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.
-¿A no? –Me miró, incrédulo y sarcástico- ¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas? –Enterró su mirada miel en mí y el corazón se me colapsó- ¿Fue mentira o fue verdad?
-Eso fue distinto –dije, con voz ahogada.
-¿Por qué distinto?
-¡Por Sharon! –su nombre hizo doler mis labios.
-Ella siempre fue tu elección –musitó-, ¿pero qué hay de ti? ¡Qué hay de mí! Emma, te juro que quise evitar esto –me apretó las muñecas-, pensaba en Sharon y en el daño que le provocaría si confesaba que estaba enamorado de ti. Muchas veces quise terminar con ella, pero no me atrevía y para ser sincero, tampoco quería cuando veía que coqueteabas con Josh. Estaba furioso de verte junto a él y yo no podía quedarme sólo en ese momento. No era que utilizara a Sharon, también me dolía dejarla. Por supuesto que la quería, la quería mucho; y no me cabía en la cabeza como es que se podía llegar a estar enamorado de dos mujeres al mismo tiempo. Hasta que comprendí que no se puede, la quería a ella, pero de una manera distinta en la que sentía que te quería a ti. Cuando estaba contigo era como… no escuchar las voces de los demás, como si estuviera donde quisiera estar y no donde todo el mundo quiere que esté. Esa era la diferencia. Contigo era yo, con Sharon era la orden de las personas a mí alrededor. Por supuesto que me sentí un idiota por fijarme en la persona menos indicada, traté de evitarlo, pararlo, ignorarlo, ¡de todo! Pero cada día era más imposible. Hasta que me di cuenta que no podía luchar más con esto. Pero estaba confundido, no sabía si tú me querías a mí o si yo era el único. Hasta ese día en que te embriagaste y te llevé a casa, no podía dejarte sola en el departamento por eso te llevé a mi hogar; cuando tomaste mi rostro entre tus manos delicadas y me besaste te juro que removiste todo dentro de mí, algo que jamás me había pasado. No me creas si no quieres pero es la verdad. Emma, entiéndeme, me sentí como un idiota tanto tiempo, sé que tú viviste con la misma agonía que yo; nos merecemos una oportunidad, un final feliz –rogó.
-¿Feliz? ¿Podrá de veras suceder? –Dije- Tú dime Logan, ¿y Kristen?
Al oí su nombre Logan se echó hacía atrás, como sorprendido de que la mencionara. Intentaba controlar mis lágrimas, pero no podía pararlas.
-¿Kristen? 
-Te vi hablando con ella la última vez, dijiste que… –la voz volvió a quebrárseme- fue la novia que más quisiste, ¿y me dices a mí mentirosa? –quise desasirme de su agarré pero fue imposible.
-Por eso escapaste –relacionó-, Emma, ¿por qué no terminaste de oír toda la frase?
Le miré, ceñuda y aun con lágrimas en los ojos.
-Le dije eso, le dije que ella había sido la novia que más había querido, hasta que me fui a Venecia y conocí a Sharon, y que gracias a ella había conocido después a la persona que más he amado en toda la vida. Le dije que lo sentía, pero que no fuera hipócrita conmigo. Por favor, Emma, no me juzgues. Lo que siento por ti es verdad, me hiciste escribir canción tras canción, hiciste que mi sueño se cumpliera cuando un famoso cantante le puso voz a mi letra. Lo que acabo de cantarte, ¿no te dice nada? –dijo, casi desesperado- No digas que es demasiado tarde para hacer lo correcto.

Me miró por un largo instante y yo, con la voz atascada en el nudo de mi garganta le sostuve la mirada, sin poder hablar. Su entrecejo se arrugó levemente en señal de desesperación a mi silencio y de pronto y sin aviso, soltó mis manos para colocarlas en mis mejillas y aferrar mi rostro con temor de abandono y lo condujo hasta sus labios, que al instante de juntarse con los míos, ardieron con un fuego descomunal que quemaba placenteramente. No podía creer que los estuviera tocando de nuevo, que ambas bocas estuvieran bailando con la misma pasión con la que danzaron al unisón la primera vez. Sentí que todo mi cuerpo se deshizo en el suyo y mi corazón golpeteaba contra su duro pecho.
Pero aun no estaba segura de nada y el pensamiento que me había cruzado la mente hace unos minutos volvió como una ráfaga y me hizo separarme abruptamente de él. Lo aventé del pecho con una escasa fuerza de voluntad y me miró, confundido; mientras sentía mis labios arder y pedir enérgicos ser de nuevo unidos a los de él.

-No es que sea tarde –dije-, pero tampoco que esto sea de verdad lo correcto –no pude resistir más e intenté alejarme de él.
-Te lo ruego, no escapes de nuevo –soltó, como si fuese un sollozo, viéndome caminar.
Giré sobre mis talones para mirarle, la vista volvió a empañárseme.
-No estoy escapando, Logan. Sólo dame tiempo para… para pensarlo.
-¿Tiempo para pensarlo? –repitió, incrédulo- Emma, pasaron dos meses sin tenerte. No puedo creer que sigas pensando en algo que no seas tú.

el manual de lo prohibido; logan lermanOnde as histórias ganham vida. Descobre agora