Sesenta.

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A menos que, la canción la haya escrito pensando en mí, pero no habría venido a América por aquello que le pasó con Kristen. ¡Por Dios! No era un bebé, tiene veintitrés años, ¿por qué no lo supera y ya? Resoplé, frustrada. Aquellas conjeturaciones no me llevaban a ningún lado, excepto al mismo laberinto de mi mente.

Pero había alguien que sí podía hacerme saber lo que quería.

Estacioné la camioneta de Andrew en la acera y bajé de ella rápidamente para subir las escaleras hasta mi casa. Miré el reloj, eran las nueve de la noche, allá sería a lo mejor la una o las dos de la mañana. Tenía que hablar con Jenn, así que esperaría hasta que amaneciera.

No sabía si quería saber, pero necesitaba hacerlo. Estas especulaciones en mi cabeza causaban más dolor que la verdad, fuera cual fuera.

Nueve de la mañana. Era como si contara con un reloj despertador en la cabeza que me anunciaba la hora en la que tenía que tomar la computadora e intentar comunicarme con Jenn.

Me desperecé rápidamente y puse la lap-top sobre mis piernas; la luz que desprendió al prender me encandiló un poco los ojos.

Me conecté a Internet y sentí un gran alivio cuando vi que Jenn también lo estaba. No dudé ni dos segundos en iniciar una conversación.

-¡Hola!-Tecleé sobre las negras teclas, haciendo aparecer la letra azul sobre la ventana de conversación.

-¡Hey, hola!-Me contestó al instante.

-¿Cómo está todo allá?-Deseaba que Jenn entendiera a la primera lo implícito en mi pregunta.

-Bien, supongo. Josh me llevó ayer a un parque, desayunamos juntos y anduvimos por casi toda la ciudad.-Podía apostar que su rostro dibujaba una sonrisa mientras tecleaba la respuesta.

-Me alegro mucho, de veras.-

-¿Y tú? ¿Qué tal? ¿Cuándo fue la última vez que hablamos?-

-No lo sé. El sábado creo. Yo estoy bien… mejor.-Me quedé con dedos indecisos sobre el teclado y luego suspiré. Tenía que preguntarlo.

-Dime, Jenn. ¿Cómo está Sharon? ¿Cómo está… él? ¿Sabes algo de ellos?-

El segundo que tardó en responder me pareció eterno.

-Emma... dijiste que no los mencionarías.-

-Por favor, Jenn. Necesito saber algo. Mis especulaciones me hacen más daño. Por favor.-

Esta vez se tardó más en contestar.

-Según Josh, Sharon y Logan ya no están juntos. Sharon entra y sale de su departamento sola y de vez en cuando Alex la visita.-

-¿Y Logan?-

-Emma...-

-Dime, por favor.-Casi un minuto. ¡¿Por qué esta mujer se tarda tanto en responder?!

-Se fue.-Al momento de leerlo, los ojos se me abrieron como platos. ¿Se había ido? ¿A dónde? ¿Desde cuándo?

-¿Emma?-

Me pregunté cuánto me tardé en contestar. O reaccionar.

-¿A dónde fue?-Tecleé despacio, letra por letra.

-No lo sé, nadie sabe.-

-¿Cuándo se fue?-

Volví a insistir.

-Emma... realmente no lo sé. Cambiemos de tema, por favor.-

Acepté, pero luego de ese momento mi mente se desconectó de aquella conversación y empezó a divagar, buscando posibles lugares a los que Logan se iría.

Él no vendría a California, eso estaba descartado. ¿Algún lugar en América? No precisamente los Estados Unidos, quizá… México, o más para allá… Chile, Argentina… O a lo mejor no se fue del todo, quizá seguía en Italia; en alguna otra parte del país. ¡Ya sé! quizá se fue a Japón, allí quería irse desde un principio, ¿no?

Un agujero se me expandió en el pecho, acrecentando el dolor… el estaba tan lejos…

-¡¡Emma!!-

Casi puede oír la voz de Jenn a través de la pantalla de la computadora. Había dejado de escribir y ella esperaba respuesta a la pregunta trivial que me había hecho.

-Perdóname. Llegó un amigo Andrew, ¿recuerdas que te hablé de él? Bueno, tengo que ir a…-

Mis dedos vacilaron.

-… revelar algunas fotos, hablamos después.-

No me gustaba mentirle a nadie, ni siquiera a distancia; pero tenía que ordenar el desorden en mi cabeza y encontrar alguna forma para ignorar el hueco en mi pecho, que se iba haciendo más grande conforme se producían los pensamientos en mi cabeza.

-Oh… bueno, está bien. Extraño verte por aquí y ser yo quien revele tus fotografías. Te extraño mucho.-

El hueco se hizo más grande, casi como si fuera un agujero negro que se tragara todo. Excepto el dolor.

-Yo también te extraño. Te quiero. Hasta pronto.- 

Me desconecté enseguida. Ni siquiera las despedidas cibernéticas me gustaban.

Dejé la laptop a un lado y me puse a reflexionar más a fondo, aunque me doliera pensar en la posibilidad de que él estuviera lejos; más allá del otro lado del mundo.

Japón… irse a Japón para alejarse del problema en que yo lo metí, para alejarse de Sharon… De pronto, otra chispa de reflexión me hizo percatarme de algo que Ferni me había escrito y que me había pasado desapercibido: Sharon y Logan ya no estaban juntos… Sharon y Alex…

Allí había dos cosas por comprender. Por supuesto, si Logan se había ido es porque ya no estaba con Sharon, lógico. Pero, ¿Alex visitando a Sharon? Bueno, era normal que Alex visitara a Sharon; yo sabía que la amaba y que estaba enamorado de ella, pero… ¿ya le habrá dicho? Probablemente no, Alex es prudente y a lo mejor no sería adecuado declarársele a alguien después de una tragedia como la que sucedió, aunque ya haya pasado un mes.

Aquello me hizo pensar de nuevo en Sharon. La extrañaba, la extrañaba demasiado; y cada una de sus risas que se proyectaban en mi mente como un recuerdo, dolían, porque sabía que ahora quizá ya no aparecerían, o ya no serían causadas por mí.

No podía vivir fingiendo que no pasaba nada, ni tampoco podía ignorar el hueco en mi pecho que a cada minuto se hacía más grande. Ya no estaba segura si todo lo que yo tenía adentro seguía allí o si aquel hoyo negro ya los había consumido.

El tiempo no cura nada. 

el manual de lo prohibido; logan lermanTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon