Capítulo 20: Visita a los primos (editado)

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Lo he hecho varias veces y una de ellas terminé volviendo temprano a casa porque a un viejo melancólico-depresivo se le dio con contarme los desastrosos detalles de su melancólica vida con la mujer que lo engañó y que al final terminó muriendo.

Sé que dirán que pude haberme alejado de él para que no me molestara y lo hice, en serio lo hice pero el señor, Alfonso creo que se llamaba, me perseguía a cualquier lugar que iba. Incluso si iba al baño se quedaba afuera de la puerta contándome su vida, y la ventana del baño era muy pequeña como para que mis tetas (no senos), los míos son tetas grandes, cupieran por la pequeña abertura.

Así que al final terminé engañando al pobre hombre diciéndole que iba a comprar unas botanas para que nos la comamos juntos, que podía esperarme sentado en una banca pero en realidad lo que hice es que me fui a la casa de mi tía.

Dios sabe que no quería engañarlo, pero estoy segura de que Dios también sabía que el hombre hablaba más que Katherina cuando hablaba sobre sus pompones.

—¡Oh, mis preciosos sobrinos!— exclamó la tía Wendy parada en el umbral de la puerta —Y mi bella hermana panza de balón.

—Gracias por el cumplido, Wen.— respondió Ale sarcástica.

—Oh, sabes que amo ponerte apodos de cariño. Ven aquí.— extendió sus brazos para aceptar a mi madre en un abrazo y la apretó tanto como le pudo dejar su enorme panza hacerlo —Y mis hermosos sobrinos que cada día crecen más y están tan guapos como su tía.

Rompió el abrazo con mi madre y a continuación nos abrazó y apretujó a Will y a mí.

—Hola, tía Wendy.— saludamos William y yo al unísono.

—Vengan, entren a la casa, ya casi sirvo el almuerzo.

—¿Y a tu cuñado no lo saludas?— preguntó mi padre con cara falsa de ofendido.

—No molestes, Claudio y entra a la casa de una vez. Sabes que todavía no te perdono el haber embarazado a mi hermana y alejarla de mí.

—Aún la sigues viendo, no sé de qué te quejas.

—Y lo seguiré haciendo por muchos años más. Así que ten cuidado con tratar de alejar a mi hermana de mí.— entrecerró los ojos apuntando con su dedo índice en su pecho, haciendo ver el notable estremecimiento en el cuerpo de mi padre. Se giró para entrar a la casa mientras reía —Me encanta asustarte. Por cierto Clary, los chicos están ansiosos por tu llegada.

Ay, no. Mierda.

Se escucharon unos pasos corriendo de tres pares de pie bajando por las escaleras con dirección a la puerta. Exactamente el lugar en donde estaba.

Retrocedí tres pasos y eché a correr por donde había venido pero fue inútil. Dos cuerpecitos pequeños se tiraron encima de mi espalda y caí de boca en la hierba del jardín.

—¡¡Clary!! ¡Viniste, viniste!— empezaron a dar saltitos en mi espalda mientras mi cuerpo se sacudía dolorosamente con cada brinco.

—Lucas, Indira. Por favor— traté de hablar con el poco aire que quedaba en mis pulmones —, bájense que no respiro.

Los demonios se bajaron de encima de mí y cuando me paré del piso no pude ni siquiera tomar aire porque Milena ya estaba asfixiándome en un abrazo del oso.

—¡Clary!— chilló en mi oído —Tanto tiempo sin verte ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Nueve meses?

—Tres semanas— respondí apenas en un hilo de voz.

—Bueno, no importa.— rompió el asfixiante abrazo del oso y sentí la gloria cuando mis pulmones se llenaron de aire nuevamente —Tengo muchas cosas que contarte. Subamos a mi cuarto y hablemos tranquilamente.

La Lista de Clary [Editada]Where stories live. Discover now