Capítulo 36:

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Me resbalé por el barandal de manera pausada al principio, pero al llegar a la mitad de recorrido la velocidad aumentó y terminé por estrellarme en el piso

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Me resbalé por el barandal de manera pausada al principio, pero al llegar a la mitad de recorrido la velocidad aumentó y terminé por estrellarme en el piso. Afortunadamente mi acto temerario acabó bien ya que la acolchada alfombra consiguió amortiguar mi caída.

—¡Sí! ¿Vieron eso, muebles? ¡Lo logré! ¡Estoy vivo! —Hice mi baile triunfal, la macarena—. ¡Minino pudo hacerlo!

—Vaya... ¿También bailas bien? —La voz de Noelia hizo que detuviera mi danza, ¡qué vergüenza!—. Tu cena está lista, vamos al comedor.

Al llegar a la enorme mesa Adam acunó mi rostro con ambas manos, y me dio un beso en ambas mejillas. El rostro de Noelia se distorsionó en el acto. 

—¡Adam! ¿Podrías evitar esas demostraciones de cariño hacia mi gato? —Ella colocó sus brazos en jarra—. ¿Desde cuándo ustedes dos son los mejores amigos?

El sudor recorrió mi espalda de los nervios, nunca creí que mi dueña fuera tan celosa.

—¡I get it! ¡I get it! —El cocinero levantó ambas manos en señal de rendición—. Es su gato y solo la dueña lo puede tocar. Je laisse, espero que la cena sea de su total agrado, que aprovechen. 

—¿Meow? —Pronuncié haciendo manitas tiernas tal y como Dorian me había enseñado.

—Tenemos una plática pendiente, tienes permiso de hablar.

—Soy adorable, ¿qué esperaba? No en todos los países mi ternura surte el mismo efecto —me excusé ocupando el mismo lugar en la mesa que el día anterior—. No he conocido a muchas personas amables en mi vida, tuve suerte de conocerla a usted, amo...

—¿Por qué no habrían de ser amables contigo? —Sus brazos me envolvieron y apretó mi torso con fuerza desde atrás, por más que me interesaba continuar tentando a la suerte el hambre ganó la partida—. Realmente eres una ternura, gatito.

—Por mí... Apariencia —me dejé arrastrar por su exquisito perfume recostando mi cabeza en su pecho.

—Oh eso es comprensible, la sociedad no está preparada para enfrentar lo diferente. ¿Y tu novia no se molesta que estés aquí? —Lilu colocó nuestros respectivos platos, al parecer podía degustar comida de humano ese día—. Tuviste que dejarla para viajar hasta aquí, ¿cierto?

—No, yo nunca he tenido novia. A nadie le gustaba soportar el acoso escolar sólo por relacionarse conmigo —empecé a comer animado por la fluidez que estaba tomando nuestra conversación—. Además mi madre no me dejaba salir demasiado, en mi tiempo libre me dedicaba a componer canciones. Mi padre me regaló su guitarra, él me enseñó a tocar.

—Un padre ausente y una madre sobreprotectora, puedo imaginarme el panorama...—Noelia cortó su carne con tanta fuerza que hizo rechinar sus cubiertos en la loza—. ¿Acaso tus dotes para el canto no te ayudaron en las conquista de chicas?

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