Capítulo 43

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«¿Cómo pudo?¿Cómo pudo pretender que nada había pasado?»
    
—Lo siento mucho —había dicho, las palabras sonando como ecos dentro de mis oídos. No pude verlo a la cara así que giré y me dirigí a la cama. No se molestó en ir también, sabía que yo necesitaba espacio.
    
Lunes, no pude dormir. Di vueltas en la cama mirando la absoluta oscuridad.

«No quiero verlo»
    
Salí de la cama, me puse ropa limpia y fui al parque, tan sólo a caminar. Faltaban más de tres horas para mi jornada de trabajo por lo que decidí ir a desayunar con Ana. Ella encantada me vio, no saqué a Alonso en temas de conversación, no quería.
    
Martes y Miércoles, sueños sin sentido que no lograba recordar con claridad, además estuve saliendo de casa antes de que Alonso despertara y volvía a casa cuando estaba segura de que él ya estaría dormido. Y en todo ese tiempo no crucé miradas, ni palabras con él. Me dolía, me dolía  sentir la traición carcomiendo mi cerebro, sentir el dolor desgarrando mi pecho, y es que era impensable que el Alonso que conozco hiciera eso. Pero sí, lo hizo.

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No sabía qué iba a pasar con nuestra relación, ya no confiaba en él. Me perdió.
     
Jueves, ya estaba cansada de recorrer el cinema a lo bobo, por lo que salí y di vueltas por la plaza hasta que la noche cayó.

Entré a casa a las tres de la mañana, no me atreví a explorar con la mirada, me dirigí a la habitación mirando por el rabillo del ojo el cuerpo de Alonso en el sofá. Yo no lo había echado de la cama, él había tomado esa decisión. Y tampoco era como que pudiera o quisiera que se fuera del departamento, después de todo el también ponía ingresos aquí.
    
No pude dormir, una vez más. Cuando se hicieron las cinco de la mañana decidí perder mi tiempo viendo una serie en mi laptop.
    
Perdí la noción del tiempo, lo supe porque Alonso entró en la habitación a eso de las ocho. Mi garganta tembló, después de varios días lo miré a la cara, pero sólo unos segundos.
    
—Hayden...
    
—Voy tarde —cerré la computadora, e intenté correr al baño. Alonso lo impidió, me miró fijamente pero yo miré el piso.
    
—Hayden, tenemos que hablar —dijo. Sacudí la cabeza.
    
—No quiero hablar contigo.
    
—Hayden...
    
—¡Ni siquiera quiero verte! —exclamé aún mirando el piso. Soltó un pesado suspiro.
    
—¿Entonces es todo?¿Terminamos? —la tristeza se filtró en su voz. Me encogí de hombros.
    
—No puedo estar con alguien en quien no confío —volvió a soltar un suspiro y se apartó.
    
—Comprendo —apreté los labios, moví un poco mi cabeza para verlo de reojo, se sentó en la cama con la espalda encorvada. Trague.

«¿Quiero realmente que todo se acabe?¿Quiero estar con alguien que me engañó?»
    
Me adentré al baño y recargue mi frente contra la puerta. El pensamiento de él, la persona que quiero con alguien más me destrozaba, me permití llorar callando mis sollozos pero mi mucosidad nasal resonaba en el silencioso baño.
    
Toc, Toc.
    
El sonido me hizo soltar un gritito, me tomó por sorpresa.
    
—¿Hayden, estás bien? —preguntó Alonso del otro lado de la puerta. Apreté los ojos, tomé una profunda respiración por la boca— Hayden.
    
—Estoy bien —mentí.
    
—Puedo escucharte —comentó con tristeza.
    
—Tengo demasiados mocos, ¿bien? —repliqué. Lo escuché soltar una pequeña risa, el sonido reverbero en mí. Cerré los ojos.

    
Tenía la cabeza enterrada en la almohada, media dormida, media despierta. Un dedo acarició mi hombro y jugueteó con el tirante de mi blusa. Luego unos labios se colocaron en el lugar que anteriormente tocaba el dedo. El peso del cuerpo de Alonso me aplastó, solté un sonido de queja.
    
—¿Estás despierta? —susurró sobre mi mejilla.
    
—Nooooo —exclamé con voz ronca— Sólo estaba pensando con los ojos cerrados cómodamente a las cinco de la mañana —me mofe.
    
—Son las diez —repuso. Volví a quejarme—. Te ves horrible cuando estás con ese humor —volví a quejarme. Besó mi mejilla. Dejé de sentir su peso sobre mí, me hizo girar y tuve su cara frente a la mía, aún seguía sobre mí.
    
—Juro que te arrepentirás por interrumpir mi sueño —dije cerrando los ojos.
    
—Tu sueño está justo frente a ti —no pude evitar reír—. ¡Oye!¿Qué te da tanta gracia?
    
—No sé, dime tú —moví mis manos hasta su abdomen y le hice cosquillas. Saltó y se apartó de mí, lo seguí. Lo atrapé contra la cama y no dejé de hacerle cosquillas, sabía que las detestaba. Se rió, una suave carcajada que de pronto se convirtió en una ruidosa y luego en una chillona con gritos diciendo "¡Déjame!¡Me orino!"

    
Abrí los ojos, lágrimas aún rodando.
    
—Te extraño, Hayden. —No evité hacerle saber que me hacía daño. Los recuerdos, él, sus palabras, mis sentimientos, su engaño...

Íbamos a hablar.

ApologizeOne Republic (Canción en multimedia)

Estrellas Rotas || Alonso VillalpandoWhere stories live. Discover now