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Marzo 30, 2017
6:05 Am

K Y L A N

La vuelvo a mirar, y aunque es una de las personas que más me alegran los días, su cara está arruinándome la noche. Tiene unos suaves labios, y me encanta besarlos, pero el puchero de medio metro que puede hacer con ellos es realmente molesto.

Me arrepiento totalmente de haberla dejado venir. Si hubiera sabido que todo lo que iba a hacer, era controlarme y mirarme de esa forma, que mejor se quede en casa y me espere allí.

—¿Por qué la cara de mierda?— le pregunto y vuelvo a beber de mi vaso. El Whisky a las rocas quema mi garganta. No sé cómo, pero ella logra fruncir el ceño aún más. Es mejor no subestimar la capacidad de una mujer. Comienzas probando para encontrar el límite, y terminas cayendo al pasar de largo.

—Sabes que no quería venir.

—¿Y por qué lo hiciste entonces?— está vez el que frunce el ceño soy yo.

—Por ti.

Es tan dulce; pero aun así, nadie se lo pidió. Si no quería venir, desde un principio debió quedarse en casa.

—Que yo no te lo pedí.

—Ya lo sé. Vine para cuidarte— no se si eso debe hacerme sentir frustrado o agradecido. ¿Cuidarme de qué? Ella sabe tan bien como yo, que mato a todo de lo que deba tener cuidado, justamente para no tener que hacerlo.

—Dame un cigarrillo o vete a casa— Intenta dedicarme una mala mirada, pero es demasiado buena como para que siquiera valga la pena. Normalmente eso me produciría ternura y ganas de besarla; en estos momentos, con cuatro vasos de Whisky y al menos cinco cortos de tequilas, como que ya me empieza a dar igual.

De todas formas me enciende uno, le da una calada y me lo alcanza.

—No le des más razones a tu hermano para querer matarme— esta vez yo le pongo mala cara, pero a mi si me resulta. Ella traga saliva. —Estaré con Jaeden.

No espero su respuesta, simplemente me marcho. Busco a Jaeden, pero no lo encuentro, y decido pasarme por la barra una vez más antes de seguir su búsqueda. Me tocan el hombro y tardo un segundo más de lo normal en girarme, él sin embargo se posiciona frente a mi antes de que alcance a completar mi vuelta.

—¿Como vas, hermano?— Dallas me sonríe. Esta mucho más consciente que yo, aunque está en proceso; se bebe la mitad de su vaso antes de que alcance a responder.

—Aquí— alzó mi vaso hacia él y no digo nada más porque no estoy muy seguro de lo que «¿Como vas?» significa.

—¿Te has peleado con tu novia?— pregunta. —La he escuchado hablar de ti con Raquel. Está un poco triste.

No sé si es el alcohol o mi verdadero yo, pero lo que me dijo no me mueve ni una célula—. Ebeka no es mi novia.

—Pues asegúrate de que ella también lo sepa— frunzo el ceño.

—Se supone que ella debería saberlo— Él me sonríe.

—Eso es cierto. Todos te conocen, saben que no sales con nadie. ¿Por qué demonios te estás tirando a una tía como ella? Huele a anillos y vestidos de boda.

—Por su hermano. Me encantan los retos.

Finalmente decido que es el alcohol, el alcohol y el ánimo de mierda con el que desperté. No soy el novio de Ebeka, pero definitivamente no estoy con ella por el reto que significa su hermano, ni una mierda como esa. Ella es tan pura, tan tranquila y sencilla. Me calma, me tranquiliza, me gusta estar con ella, pero aun así no puedo evitar comportarme como una mierda. A veces tanta tranquilidad me desespera. A ella no debería gustarle un tipo como yo.

Perfecto Mentiroso | Titanes II |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora