4. TRAICIÓN

3.2K 234 93
                                    



PARTE 4


TRAICIÓN

El resto del día se le hizo eterno a Yuzu. Por la noche, esperó impaciente la llegada de Mei a casa; cuando al fin apareció, tuvo que disimular muchísimo la curiosidad que la acuciaba con respecto a la chica que visitó la escuela esa tarde. Sin embargo, Mei no pronunciaba palabra alguna y Yuzu tenía el presentimiento de que era por la escena que había protagonizado en frente de la tal Misaki.

Ya acostadas, Yuzu intentó romper el hielo.

-Oye Mei, siento lo de esta mañana. Te juro que la tipa esa me provocó sin que te dieras cuenta. Me dijo...

-No importa lo que te haya dicho-interrumpió Mei , cortante-El caso es que me hiciste quedar mal frente a ella. Si hubiese estado presente mi abuelo o algún pariente de Misaki, me habrías avergonzado terriblemente. Para la próxima, trata de controlar tus impulsos.

-Pero...

-Quiero dormir. Buenas noches.

Yuzu quedó boquiabierta. Algo molesta, iba a dormir en el extremo más alejado de la cama pero, recapacitando, decidió arreglar el impase enseguida. No iba permitir que alguien a quien ni siquiera conocía provocara una pelea con Mei. La abrazó suavemente, susurrando a su oído:

-Perdóname. Por favor, no te enojes conmigo. Te amo.

Mei acarició su mano.

-No te preocupes. Disculpa si exageré las cosas.

Sonriendo, le dio un beso repentino antes de que Mei pudiera apartarla. Para sorpresa de Yuzu, Mei correspondió cálidamente al contacto que le ofrecían. Viendo la disposición de Mei, Yuzu se animó a profundizar el beso. Lentamente, le abrió los labios con su lengua, explorando de manera cada vez más intensa su embriagante interior. En un momento dado, se colocó encima, poniendo su rodilla entre las piernas de Mei, mientras le besaba el cuello y lamia su oreja. Excitada a más no poder, Mei dejó escapar un débil quejido, su cuerpo temblaba como si un fuerte viento la estuviese sacudiendo. Sintió como se humedecía su sexo, y estuvo punto de gritar cuando Yuzu empezó frotarlo con su rodilla. Esta sintió la humedad a través del short de su hermana.

-Mei, estas muy mojada.-murmuró. Después, empezó a deslizar lentamente su mano, bajando por su abdomen; pero cuando estaba punto de tocarle su intimidad,  Mei la empujó tan violentamente que Yuzu salió despedida de la cama, golpeándose fuertemente al cabeza con la mesita de noche. Por un momento, Yuzu perdió la visión debido a la forma como cayó. Al lado de la sien, la sangre brotaba. La algarabía hizo acudir a la madre de Yuzu, quien al verla sangrando, gritó alarmada:

-¿Qué pasó? ¿Por qué estas sangrando así?

Yuzu, rápidamente, le dijo que se había caído de la cama mientras dormía. La señora Aihara limpió la herida y le colocó una venda, aunque se hacía visible una dolorosa hinchazón. En todo ese tiempo Mei no había pronunciado ni jota. Cuando quedaron solas, Yuzu, dolida, no tanto por la herida como por su corazón le preguntó tristemente:

-¿Por qué hiciste eso?

El arrepentimiento era visible en el rostro de Mei. No había querido hacerle eso; ni ella misma entendía por qué la había rechazado de ese modo ten drástico. Sólo atinó contestar:

-En verdad lo siento. Creo que no me siento preparada y me pusiste entre la espada y la pared. No me fue posible reaccionar de otro modo.

-Entiendo. No volveré a tocarte a no ser que me lo pidas. Sí....la culpa fue mía. Nunca he sabido comprenderte.

CITRUS-UNA CONFESION INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora