Capitulo 1.

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El centro "Sunshine" era un lugar para los niños y niñas "diferentes", había jovenes autistas, ciegos, chicas con problemas alimenticios, y con otros problemas psicológicos que si los menciono todos me aburriré. También estaban los que sufrían algún tipo de depresión, esos a los que no se les escapa una sonrisa y no ven ni con una pizca de color la vida. Allí estaba yo, Louis Tomlinson.

Yo no me consideraba depresivo, mas bien, solo estaba triste -y no, no es lo mismo-; Pero ya llevaba allí seis años y el diagnostico siempre era el mismo "el chico tiene depresión moderada..." me cagaba cada vez que me decían eso, me daban ese diagnostico porque yo no reía como los demás, porque no tenía ganas de hacer nada, porque no quería ni siquiera vivir... pero eso era aceptable, había perdido a toda mi familia en un incendio cuando tenía trece años, era de esperarse que estuviera triste, pero eso a los médicos parecía no importarles. Bueno, quizá ellos si tuvieran sus criterios para diagnosticarme, solo que yo no me negaba a dejar que eso fuera en lo que me había convertido. 

—Hey, Louis, ¿Cómo amaneciste?". –Me preguntó Clara, una de las enfermeras, entrando a mi habitación. No solía hablar mucho con las personas en ese lugar, pero ella llevaba mucho tiempo ahí y su personalidad me agradaba.

—Lo usual –contesté frío, a pesar de eso ella no se molestó.

—Anímate, Louis, tengo entendido que hoy es tu cumpleaños... –sonrió.

La miré entrecerrando los ojos y luego recordé, 24 de diciembre, claro, mi cumpleaños. Lo había olvidado –no es como si me entusiasmara recordarlo-. Era mi quinto año en Sunshine y cumplía dieciocho.

—Alístate y sal a desayunar, cariño, Gerda hizo hotcakes con forma de árbol de navidad –me dijo emocionada y luego salió del cuarto.

Oh, sí, también era navidad.

Me di una ducha rápida y me vestí con un buzo gris de esos que nos regalaban a los chicos que estábamos en el centro, era grande a decir verdad, pero no es como si fuera a salir de ese lugar y la gente fuera a verme.

Me puse a andar con las manos en los bolsillos del buzo y me dirigí al comedor, algunos ya estaban sentados allí, pero no había ruido, cada quien en su mundo –como siempre- lo cierto es que llevaba muchos años ahí y no había hecho un solo amigo. Me senté en una mesa apartada de los demás y suspiré, realmente no estaba emocionado por cumplir años, un año más dentro de ese lugar.

—Jovenes, atención por favor –pidió la directora de la institución. La mayoría del tiempo esos avisos eran para informar que tendríamos salidas al parque cercano o que nos darían charlas motivacionales con algún loco que ganaba dinero a costa de las inseguridades de las personas,  lo digo porque ni siquiera contrataban psicólogos para ello, mas bien eran de esos tipos que se hacían llamar "coaching", pero supongo era porque no había mucho presupuesto.

—Como saben, ahora es víspera de navidad –dijo con una sonrisa —He recibido una llamada de un grupo de apoyo de una pequeña iglesia de la ciudad y me han dicho que vendrán a visitarnos esta tarde, no es un grupo muy conocido pero se ve que son buenos chicos –nos comentó con una sonrisa.

Siempre era lo mismo; al centro de institución mental venían grupos de "apoyo", su función era alegrarnos un poco, sacarnos de los mundos que habíamos formado en nuestras cabezas y subirnos el ánimo  -aunque fuera un poco-. Los chicos y las chicas de los grupos deberían hablarnos sobre personas que han superados problemas fuertes y congeniar con nosotros, prácticamente lo que querían es que esos chicos nos sacaran del cascaron en que nos habíamos metido y romper nuestros muros internos para que nos sintiéramos mejor... cabe decir que ninguno había logrado derribar los míos

La Directora del centro  -la Sr. Dallis- había terminado de hablar y nos había indicado que después de hacer nuestras actividades diarias, estuviéramos a las dos de la tarde en el salón principal para recibir a los idiotas esos del grupo de apoyo.

"Grupo de apoyo"

Irónico. 

Eso es lo que menos daban.

—Louis, quita esa cara larga, solo será una hora –me susurró Clara.

—Lo se, pero siempre es lo mismo, fingen ser nuestros "amigos" cuando en realidad lo que sienten es pena por nosotros –suspiré —no estoy interesado en conocer nuevas personas.

Clara solo me sonrió de lado y se dirigió a algún otro lugar, a veces pensaba que mi comportamiento le molestaba o simplemente me consideraba extraño, pero así era, y no podía cambiarlo.

—Muy bien, jovenes –habló la directora —Voy a dejarlos con la Srita. Amber, ella les dará la información sobre sus nuevos compañeros de charla, los dejo en buenas manos –sonrió por última vez y se fue a su oficina.

La Srita. Amber caminó hasta la mesa del salón principal y tomo en sus manos unos cuadritos de papel, se volvió hacia nosotros y nos sonrió con dulzura, me recordaba a mi madre... y eso no era bueno, porque mi madre ya no existía, ya no.

—Espero que estén teniendo buena tarde –sonrió —Como ya mencionó la señora Dallis, mi nombre es Amber y soy la coordinadora del grupo; la intención de nuestro grupo de apoyo es ayudarlos, no de la manera profesional ni con medicamentos, si no, dándoles compañía, un amigo, alguien con quien hablar, y déjenme decirles que mis chicos son personas de confianza, y muy dulces... –soltó una risita, no me desagradaba demasiado —Ahora, pasaré por cada uno de ustedes y tomaran un papel al azar, en ese papelito esta un nombre, ese es el nombre del compañero que les será asignado –sonrió por última vez y se dirigió a nosotros.

Iba entregando los papeles uno por uno –tal como dijo-, yo era uno de los últimos, la verdad, no quería estar allí, no quería a agarrar ese bendito papel, no quería tener un "compañero" para hablar sobre mis cosas, porque eran mis cosas, de nadie más.

—Cariño, toma un papel –me dijo cuando se encontró frente a mi, sosteniendo tres papeles en su mano —Piensa bien, cariño, será tu compañero por dos meses –fruncí el ceño.

Habían dicho que era corto, eran dos horas, sí, pero al parecer eran dos horas cada no se cuantos días ¡POR DOS MESES! Estaba jodido.

Miré los papeles en la mano de Amber y tome uno, el que me pareció mejor, el que me llamo primero, aunque no era la gran cosa porque era igual que los demás, tampoco es como si me importara mucho saber con quién me tocaría hablar estupideces por dos meses.

—¡Muy bien! Ahora, quiero que todos abran los papeles para ver el nombre de su compañero, por favor.

Solté un sonoro suspiro y comencé a desdoblar el papel; no estaba emocionado, para nada lo estaba, sería lo de siempre, el chico o chica que me tocara hablaría por horas y horas sobre estupideces como que la vida hay que valorarla y cosas así, y yo solo me dedicaría a asentir de vez en cuando y perderme en mi propio mundo –el de las barreras de acero-.

Terminé de desdoblar el papel y leí el nombre. Fruncí el ceño.

"Harry Styles..." –susurré bajito, para mí solo.

"HARRY, HARRY STYLES" –vociferó Amber hacia todo el grupo

Al parecer no hablé para mí solo.


"No me sueltes" -Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora