9.

567 59 10
                                    

Todo el mundo giró la vista al escuchar tremendo grito. Una mujer enjoyada hasta las orejas se había desmayado, los más allegados a su posición empezaron a susurrar el nombre de Bankotsu, el jefe de la mafia que al parecer estaba al lado de la mujer y por eso ella se había crispado de tal manera.

Rin y Sesshomaru cruzaron miradas en cuento los guardias empezaron a buscar al criminal y los policías no tardaban en desalojar la fiesta. Ella lo sabía, sabía que el mayor de los Taisho vendería su alma al diablo en esos momentos solo para poder salir corriendo detrás de aquel hombre, pero se contuvo de hacerlo.

Cuando salieron fuera minutos después el aire frío de la madrugada de aquella ciudad italiana no se hizo de rogar y los arropó con viento frío y una tenue luz de luna. Rin suspiró mirando sus zapatos y recordando los buenos tiempos.

Tiempos en los que los Taisho y los Higurashi vivían como una sola familia, tiempos en los que para ella lo más bonito del mundo eran los ojos dorados de Sesshomaru. Pero había llovido mucho desde aquello, habían pasado muchas cosas: ya no eran niños, Sesshomaru había dejado claro que no estaba enamorado de ella, su hermana había desaparecido y luego estaba Kohaku.

Kohaku, el hermano de Sango, fue el primer amigo que la chica de ojos verdes hizo en Italia, nunca le habló mal, nunca la insultó y siempre estaba para ella, hasta que los problemas de sus padres recayeron en los hombros de las hermanas Higurashi y él... desapareció. Él había sido su luz, su pequeña lamparita para ir por el camino correcto y, en vez de darle una oportunidad siempre había estado fantaseando con la figura de un Sesshomaru adulto, que fuera algún día a verla, que le prometiera amor eterno y que la regresara a Alemania. Pero eso no iba a suceder, aunque ya se había dado cuenta de eso hace mucho, mucho tiempo.

Luego pensó en Bankotsu, el otro hombre que se había metido en su vida, encandilado por sus ojos verdes, su piel de porcelana y su acento extranjero a la hora de hablar italiano. Ese hombre solo la quería a ella por su esbelta figura, no estaba enamorado por ninguna de sus virtudes...

El solo pensar en ese hombre que había secuestrado a Kohaku y que había intentado matar a su hermana hacía que le hirviera la sangre. Y hubiese estado tranquilamente allí, a las puertas del edificio, pensado en aquel malnacido hasta la mañana del día siguiente, pero su teléfono sonó y la sacó de sus pensamientos.

- ¿Diga? - preguntó 

- Eres...¡una mierda! Joder, ¿qué haces con un idiota? Teníamos un trato, tú eres mía y el niñato volvía sano y salvo...- suspiró pero no dejó tiempo suficiente para que ella le pudiera gritar- Mañana, a las 8, ya sabes en qué bar. - habló rápido, pero Rin se gravó las palabras en su cabeza- No le falles a Bankotsu, y ve sola...

El chico de la trenza cortó la llamada y la mujer se alejó el teléfono de la oreja. Miró a Sesshomaru, quien había decidido sentarse en las escaleras y fumar un cigarro y se sentó a su lado.

- Era Bankotsu, quiere quedar conmigo mañana, me pide que vaya sola, parece que  si ha dado resultado el plan de tu padre.

- No ha dado resultado.- contestó sin mirarla- El plan era atraparlo la noche de la fiesta y, si te ha llamado, ya debe de estar muy lejos de este edificio, y con sus amigos.

Ella asintió y miró el cielo despejado.

- Me ha pedido que vaya sola.

- No vamos a dejarte sola.

- Lo sé, es vuestro trabajo pero, sí quiero que no esteis cerca, no quiero que os vea

Sesshomaru suspiró.

- Miroku y yo nos encargaremos, seguro que Mushin tiene pensado algún plan por si esto pasaba.

Rin se encogió de hombros y volvió a mirarle.

Triángulo AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora