Cicatrices pasadas

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El sonido de las olas acariciando el casco del navío, despertó a Clarke que, con los ojos cerrados, disfrutaba enormemente de la sensación de libertad que le invadía cada mañana, sentirse rodeada de mar, de luz, de sol y de vida le parecía lo más hermoso del mundo, más valioso que el dinero pues, por mucho caudal que poseas, jamás podrás comprar una puesta de sol en alta mar, era magnífico.

Perdida en sus propios pensamientos de pronto notó que no estaba sola en la cama y, como un Río de emociones recordó que hacía solo unas horas Lexa y ella habían hecho el amor por primera vez, se estremeció y una sonrisa surcó su rostro al notar los brazos de su castaña alrededor de su cintura. Despertar abrazada a la persona que amas era otra sensación nueva para ella y completamente adorable. Sin abrir aun los ojos se dejó envolver por la sensación de bienestar que sentía al notar el corazón de la capitana latiendo contra su espalda, al notar su piel desnuda, cálida y suave en contacto con su propia desnudez. Sonrió completamente feliz, si le hubiesen dicho en Sevilla que iniciar ese viaje la llevaría a amanecer desnuda en brazos de una mujer se habría reído de semejante locura mas ahí estaba y sentía que era exactamente donde tenía que estar. Ya no tenía miedo, las dudas se habían esfumado, amaba a una mujer pirata y eso le hacía completamente feliz.

Poco a poco fue abriendo los ojos, acostumbrándose a la luz que se filtraba en el camarote, preguntándose cuánto tiempo habría dormido y sintiendo muchísima paz y serenidad, como si no despertara solo de un sueño reparador sino que despertara de una vida vacía y gris, como si viese la luz por primera vez en su vida. Había vuelto a nacer en las manos de su castaña y se sentía completamente feliz.

Lentamente se giró, con temor a despertarla y se quedó observando sus rasgos, llenos de paz y serenidad. Sin deshacer su abrazo, le apartó del rostro el cabello, dejando a la vista su cara, tostada por el sol y llena de pequeñas manchas adorables, sus labios rosados entreabiertos la incitaban a besarla mas en lugar de eso se dedicó a observar, con una sonrisa en el rostro su desnudez.

Los nervios le habían impedido fijarse bien en la joven capitana, tenía los brazos fuertes y musculosos, los pechos pequeños y graciosos, la piel suave y tersa, su cabello caoba siempre alborotado y sedoso, en conjunto toda ella era perfecta, hermosa, sencilla y única, Clarke se dio cuenta de que quería amanecer así siempre, con su castaña desnuda en sus brazos.

Fue dibujando suavemente con las yemas de sus dedos la figura de la capitana, con veneración y respeto, como si no terminara de creerse que realmente estuviera ahí, con miedo a despertar de un sueño y no verla a su lado.

Cuando llegó a su espalda, la suave sonrisa que tenía desapareció al notar unas marcas demasiado características. Se deshizo delicadamente de su abrazo con temor a despertarla mas la joven capitana simplemente murmuro palabras incomprensibles y se giró para seguir durmiendo. Al darle la espalda a la rubia, esta apartó con suavidad la cabellera castaña de Lexa y se quedó helada ante su descubrimiento.

La espalda de la joven capitana estaba marcada por demasiadas cicatrices. Cicatrices que la rubia reconoció como producto de un látigo. Tragando saliva y aguantando las lágrimas que amenazaban con salir, la rubia siguió escrutando a su amada hasta que por fin descubrió lo que buscaba, perdiendo la capacidad de respirar y estallando en llanto en ese mismo momento. Sobre el omóplato derecho de Lexa había una marca, un grabado a fuego con un único significado. Lexa Woods había sido esclava.

Su llanto desconsolado ante dicho descubrimiento, consiguió despertar a la joven capitana, que entre maldiciones se sentó en el lecho completamente desorientada.

Al darse cuenta de dónde estaba y recordar porqué estaba en el lecho de Clarke sonrió y sus mejillas se tornaron rosadas, mas cuando posó su mirada en la rubia y la vio llorando, se le formó inmediatamente un nudo en la garganta. Cuando se durmieron todo estaba bien, no se había arrepentido de nada, entonces ¿Por qué estaba llorando?

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