Capitulo 1.

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Si alguien me hubiera dicho que mi vida seria así, que sufriría tanto en un solo momento, juro que me hubiera suicidado en cuanto tuviera la oportunidad. Puedo hacerlo, hay un revolver en el sótano, pero no tengo el valor de apuntarme en la cabeza y dispararme.

Alex, la mejor persona que pudo existir en el planeta, un gran amigo y el mejor novio del mundo, mi Alex, se ha ido.

¿Que como me siento? Como la persona más miserable, detestable y triste de todo el maldito mundo.

Hace dos días fue el baile de graduación, el baile al que iba a asistir con él, en el que iba a decirme algo muy importante según él.

El problema es que hace tres días fue su funeral, uno al que no asistí. No iba a poder quedarme, no para verlo sin vida en un cajón que pondrán bajo tierra. Sus amigos dicen que soy una mala novia por no asistir, pero, ¿ellos que saben? Apuesto a que nunca vieron a la persona que aman, en un cajón, completamente pálido, frío al igual que los labios que una vez besaste.

Si, creo que no me hubiera permitido verlo así, me destrocé por completo cuando me enteré. ¿Que iba a pasarme al verlo sin vida?

Escucho pasos acercarse a mi puerta y me apresuro a meterme un pedazo de pan a la boca para que mi mamá vea que comí algo. Hace días que no como y ella esta preocupada al igual que el resto de mi familia. Sé que no quieren que muera ni que cometa alguna locura, y no lo haré. No haré que sufran de la misma manera que yo en este momento.

—Piper, cariño, ¿como estas?—me pregunta con el tono de simpatía que ha estado usando estos días. Me encojo de hombros y meto otro pedazo de pan a mi boca—. ¿Estas en condiciones para recibir visitas?

Me quedo callada. No sé quien puede venir a visitar, mis amigas tienen muy en claro que no quiero ver a nadie y, además de ellas, no conozco a nadie más que se interesa por mi estado sentimental.

Mi mamá se retira sin esperar a que yo le responda. Una sombra masculina se hace presente en mi puerta y tardo en darme cuenta de que es el padre de Alex.

—Hola Piper—me saluda en el marco de la puerta. Se nota que ha estado llorando, y trae una caja en las manos—. ¿Te molesta que pase?—niego con la cabeza. El señor Feider se sienta en la punta de mi cama y se toma un momento para verificar mi estado—. Tu tampoco estas muy bien—no me tomo el comentario a mal, porque es cierto. Niego con la cabeza.

—No he estado comiendo, aunque le hago creer a mi mamá que estoy cada día mejor—hace un par de días que no hablo con nadie. Mi voz está algo extraña. Él me dedica una sonrisa apenas visible.

—De todas formas estas mejor que mi esposa—creo que eso era un poco obvio, es decir, es su hijo, lo conoce de toda la vida.

—Espero que se recupere pronto.

—También yo—me responde—. Es extraño verte tan decaída, suelo verte con una sonrisa y desprendiendo alegría—trato de sonreír, aunque solo me sale una mueca. Debe de decirlo por mis ojeras y ojos rojos, además de que no me baño hace no se cuento tiempo y tampoco me peino.

Apesto, literalmente.

—Mi alegría se ha ido lejos y tardará en volver.

—De igual manera, quiero que sepas que estamos para ti para cualquier cosa, Piper. Yo, Jonathan y Melanie—asiento formando una pequeña sonrisa—. Yo, en realidad vine a darte esto—me entrega la caja que ahora veo que es de lata, una vieja caja de lata de un perfume masculino.

—¿Que es?—pregunto intrigada, no entiendo que puede darme el señor Feider.

—Son cosas que estaban en la habitación de Alex—responde haciendo que preste toda mi atención—. Creímos que eran tuyas así que las traje—se encoje de hombros.

Se despide de mi con una sonrisa decaída y se retira de mi habitación. Abro la caja, hay dos brazaletes que olvidé en su casa, mis auriculares, una liga para el cabello y un diario.

Un diario.

No es mio pero tiene mi nombre.

Diario de Alex para Piper©Where stories live. Discover now