A Jungkook le encantan los dulces.
Le encantaba lo coloridos que eran los ositos de goma.
Le encantaba el blanco combinado con el rosa en las paletas de caramelo.
Le encantaba lo lindo y delicioso que era un pocky.
Pero lo que más le gustaba eran los chocolates.
Su sabor favorito era el de avellana o mas precisos la Nutella.
Pero el chocolate que más le gustaba a Jungkook era el de los ojos de Park Jimin.
Porque los ojos de Jimin eran hermosos, perfectos, dulces y llamativos. Exactamente como un chocolate.
No había otro chocolate más hermoso que ese. El de sus ojos.
Y Jimin lo sabía, sabía que a Jungkook le encantaban los chocolates. Por eso siempre cuando se veían, le llevaba una caja repleta de ellos.
Y el pequeño Jungkook era feliz, no sólo por los chocolates que le regalaba su lindo novio, si no por cómo sus dos chocolates favoritos brillaban al verlo.
Jeon Jungkook siempre se perdía en ambos chocolates, deleitandose con su color y pensando en que jamás los había probado, pero el sabía que eran los más dulces del mundo.
Jeon Jungkook era muy afortunado en tener a esos dos chocolates para el sólo. Y Park Jimin era muy afortunado por tener otro par de chocolates viéndolo de la misma manera que el lo hace.
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-¿En que tanto piensas amor?- escuché la voz de mi novio hablarme, alce la mirada para encontrarme con esos chocolates que tanto me gustaban.
-En nada, solo que... Me encantan tus chocolates.- sonrió tiernamente al verlo reír, haciendo que arruge sus ojos formando una línea demasiado adorable.
-Entonces, mañana te traeré más, mi amor.-
Me besó, y me di cuenta que ahora me gusta otro chocolate.. el sabor que tenían sus labios.
