5: Impresión gratificante

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JOSÉ

Ya en el interior del autobús me encuentro mirando por la ventanilla de este sin ver precisamente el exterior.
No puedo terminar de creer que realmente di semejante paso. Deleitandome con los recuerdos continuo  pensando en su reacción al acercarme tanto a ella, aún percibo su olor como si estuviera cerca de mí ese dulce olor suyo a Gardenia, su respiración entre cortada mientras le susurraba al oído.
De repente siento miradas en mí pero no me importa es normal ya que no puedo quitar mi sonrisa de la cara.

De milagro logro visualizar mi nueva vivienda, y noto el autobús esta parado, así que de inmediato me bajo corriendo.
Uff!
A punto.

Rayos creo que no pague.
Pienso dándome un manotazo en la frente
Rápidamente volteo a ver si aún sigue parado el autobús y logró visualizarlo ya un poco lejos, le hago señas con la mano a ver si logra verme pero veo que poco a poco se va alejando aún más rápido

¡Ay Dios perdóname te prometo que pondré más atención a la próxima!
Seguramente mi pasaje iba ayudarlo a alimentarse a él tal vez tenga hijos o esposa.
Continuo pensando en mi error frotandome la cara y caminando en dirección a mi casa.

Al entrar veo a mi mamá acomodando las últimas cajas. Alrededor de unas 4 o 5 cajas más le faltan así que me apresuró a saludarla y darle un beso en su frente dejar mi mochila en el sofá repleto de bolsas y periódico, que seguramente ocupó para las cosas de vidrio.
Y comienzo a sacar de una caja unos trastes y acomodarlos en su respectivo lugar.
Tuvimos que mudarnos para esta zona debido a que esta cerca de mi escuela y ahora con mayor razón porque mi hermanito también estaría en el mismo colegio que yo, le digo hermanito de cariño aunque ya no tiene nada de chiquito.
Miguel ya tiene 13 años, tal parece como si fuera ayer que nos reuníamos en el patio de nuestra antigua casa a jugar que eramos Woody y Buzz Lightyear.

Y de repente dejando a un lado mis pensamientos escucho un ruido en la caja que estoy desempacando, me asomo con cuidado a moverla por si algún bicho nos haya querido acompañar y sale apresurada Pantera mi gatita.

Me empiezo a reír solo.
Si la hubiera visto mi mamá salir de la caja de los trastes me hubiera regañado muy feo.
De inmediato saco de nuevo los platos que se encontraban en ese caja y los acomodo en el lavadero para a continuación lavarlos, ni modos yo quería gato me tengo que hacer responsable.
De inmediato recuerdo como mi mamá puso muchas objeciones para traer a Pantera a vivir conmigo le prometí que la cuidaría y ella de inmediato decretó que a la primera que hiciera algún desastre me sacaría con todo y gato.
Lo bueno que ella es tranquila lo que me extraña que ella haya estado escondida en una de las cajas, tal vez este alterada por la reciente mudanza.

Me asomo por el umbral de la puerta de la cocina y alcanzo a verla saltar los escalones, sólo espero vaya a mi cuarto y no al de mi hermano o peor aún de mis papás.

Regreso al lavadero y continuó con mi labor.
Mamá va entrando y me pregunta que ¿tal me fue hoy? yo solo contestó que bien para no distraerme tanto y apurarme.

Aún sigo sin entender como las mujeres pueden hacer tantas cosas a la vez.

Quito un momento mi atención de lo que hago, volteo, la encuentro barriendo el polvo del suelo y le pregunto.

-¿Donde esta papá... Y Migue? -
Ahora que lo pienso ellos hubiera llegado antes que yo.
Papá no siempre pasa mucho tiempo en su trabajo, es arquitecto y el normalmente sólo pasa a vigilar a sus trabajadores para ver que hagan bien su trabajo.
Yo admiro mucho el esfuerzo que hizo para obtener el trabajo en donde ahora esta.

-Mmmm... él... ellos... tu abuela... se puso mal y la fueron a visitar, tu papá paso por Miguel y pidió permiso de llevárselo y darle permiso de faltar unos días-
Mi abuelita.
Cómo amo a esa mujer maravillosa.
Miedo es la primera palabra que usaría para describir mi estado.

Te cuento sin contarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora