Un día común

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Todas las mañanas al despertar, bajo lentamente al primer piso de mi casa, trato de hacer el menor ruido posible, llego sigilosamente al baño y me miro en el espejo sobre el lavamanos.

Cada día me observo, veo mis pequeñas ojeras, mi cabello enredado y la pereza en todo mi ser, es una acción tan cotidiana que ya no me fijo en detalles, soy yo misma todos los días.

¿Se han preguntado cómo nos ven los demás? Yo sí, y pienso que ellos nos conocen más físicamente de lo que muchas veces creemos. Las personas a nuestro alrededor son capaces de captar nuestros cambios, especialmente los del rostro, nuestros gestos, la expresión de los ojos, los movimientos de los labios, entre muchas otras.

Nosotros nunca nos fijamos en esos detalles, al menos que realicemos gestos delante del espejo, mas no son tan reales como cuando interactuamos con nuestros pares. ¿Realmente reflejamos lo que sentimos? Puede ser posible que el resto perciba mis reacciones y sentimientos.

Un día me encontraba completamente deprimida, una de mis amigas más cercanas me consultaba reiterativamente si me encontraba bien, mientras que las otras le decían que parara de molestarme, que cómo no se daba cuenta que me encontraba bien, en el fondo yo ya sabía que no era de esa manera, pero el reconocer que estaba pasando momentos difíciles dentro de mi hogar, era reconocer una debilidad y yo no me encontraba dispuesta al interrogatorio ni a los sentimientos de lastimas que mis amigas me demostrarían, por lo cual me acoplaba a ellas e intentaba convencerla de mi bienestar.

Allí en ese momento recordé las preguntas que me había realizado, se me estaban respondiendo, pero una sola persona las descubrió.

Una vez terminada la jornada escolar, mi mejor amiga, se me acerco apresuradamente y me dijo que me acompañaría hasta mi hogar, nunca me negaba a sus peticiones, era una persona con la que siempre contaba, no podía ser diferente con ella, menos si me decía que necesitaba estudiar para mejorar sus notas en lenguaje.

Mientras caminábamos por nuestro alrededor se sentía el silencio incómodo y un hielo que penetraba directamente en nuestros huesos, era una sensación tan extraña, y me era más raro que fuera justamente con mi amiga, la cual siempre alegraba y llenaba de flores todo lo que se encontraba a su lado.

El recorrido se hizo eterno, era como una expedición por las montañas donde solo se vislumbra la nieve y se sabe que hay que regresar antes del anochecer o inevitablemente se perderá.

No hallaba la manera de cortar la situación, quería correr y llegar con gran celeridad a mi domicilio, ya no lo podía aguantar, cuando estaba a punto de expresarle este deseo a mi acompañante, ella aviso: "allí está tu casa".

Mi corazón dio un brinco por la emoción, sonreí tan ampliamente que recibí una mirada un tanto confundida, y no la culpo, es raro alegrarse por una pequeñez, lo más probable es que ella piense que no me gusta caminar o simplemente soy floja o algo similar.

¿Quién me conoce mejor?Where stories live. Discover now