Le deseé buenas noches a Sonia, pues sabía que no volvería temprano para dormir, algo que se había vuelto costumbre en el tiempo en el que nos hicimos novios.

Novios. Qué palabra tan loca para referirse a una pareja de un hombre vampiro de ciento ochenta y ocho años que aparentaba veintidós y una humana de veintitrés años que no estaba muy lejos de cumplir los veinticuatro. Desde un punto de vista, se vería como si estuviera saliendo con una momia, pero no me importaba en lo absoluto. Lo amaba, y hasta donde podía saber, él me correspondía.

Abrí la puerta de la casa y salí al neblinoso exterior, y allí, al otro lado de la carretera estaba él, tan increíblemente atractivo como siempre. Su pálida piel resaltaba bajo su suéter azul oscuro, similar al color de sus ojos, aunque jamás podrían llegar a compararse. Su cabello medio largo hasta las mejillas, de un lacio y un negro increíbles. Y su sonrisa, que apareció al verme, era lo que más amaba de él. Podría quedarme viendolo reir por horas, días, sería capaz de no dormir.

Caminé hasta donde estaba lentamente. Incluso había olvidado el por qué me había sentido tan enojada con él anteriormente. 

-Hola.- dijo, usando su voz profunda y oscura, tan seductora, a la que siempre comparé a la de los galanes de las películas en blanco y negro.

-Buenas noches.- le dije a modo de saludo, algo que sonó bastante formal para estar hablando con él, lo que me pareció gracioso.

-Tu cabello. Te lo teñiste.- dijo, de pronto tomando un mechón de mi cabello castaño y acariciandolo entre sus dedos largos y pálidos.

-Lo teñí anoche, estaba tan aburrida que decidí hacerme un cambio. ¿Te... Te gusta?-

-Me encanta.- dijo, sonriendo aún más, revelando aquellos dientes excesivamente blancos.- Me lo tenías oculto. Eres una caja de sorpresas.-

¿Oculto?. No, oculto me había tenido él acerca de la presencia de Ariel en los alrededores. Su frase me hizo recordar mi disgusto, y en seguida mi cara se dobló. De lo embobada que normalmente lucía cuando estaba junto a él, ahora tenía el ceño fruncido y los labios en una fina línea.

-¿Te pasa algo? ¿No te gustó que me agradara el nuevo color de tu cabello?- dijo, en un ligero tono de burla, lo que me hizo enojar más.

-Cristóbal. Somos novios ¿No?- pregunté, haciendo que él mostrara esa sonrisa extraña que me indicaba que quería besarme.

-Qué yo sepa, si. ¿O no recuerdas lo que pasó en la piscina? ¿Quieres recordarlo?- dijo, acercándose de repente hacia mi, pero yo me eché a un lado, rechazando sus labios. Por ahora no quería nada de romance entre él y yo, al menos hasta solucionar el problema que existía.

-Entonces- dije, alejándome a una distancia prudencial de Cristóbal y adoptando una postura firme- Si somos novios ¿Por qué no me dijiste que Ariel sigue por aquí? Hace una semana platicamos sobre eso, y no respondiste. Creí que tu silencio se debía a que era cierto lo que pensaba, que ya no se encontraba cerca. Pero siempre lo supiste, ¿verdad?-

Cristóbal abrió sus ojos de par en par. La verdad, era tan fácil de descifrar que me parecía ridículo.  Aquel apuesto vampiro era un libro abierto para mi, y antes que me respondiera, ya sabía lo que me diría.

-Lo siento, de verdad. Pensé que ocultarte la presencia de Ariel te tranquilizaría. No quise hacerte creer que no quería que lo supieras, pero...- suspiró- Tengo que cuidar de ti. Ariel no va a detenerse, a menos que nosotros lo hagamos. Ha estado suelto en Caracas, pero no ha vuelto al pueblo. Allá no tenemos autoridad, es un territorio libre. Todos los vampiros pueden cazar en la ciudad. No podemos hacer nada.-

-¿Entonces dejamos que todas esas personas mueran?- le dije, en cierto modo indignada- Esta mañana vi en las noticias que asesinaron a dos personas que conocía, dos brujos amigos de Sonia.-

Fue como si el tiempo se hubiese detenido. Cristóbal se quedó inmóvil, mirándome fijamente. Algo estaba pensando, y por su expresión, no me gustaba nada.

-¿Estás segura?- preguntó con voz firme y posando una mano en mi hombro.

-Si... Yo los vi en la iniciación de Sonia en el aquelarre.- expliqué, de pronto sintiendome confundida, algo normal en mí después de haberme adentrado en un mundo mágico y misterioso.

-Debo irme. Lucía y Héctor me están llamando. Juro que te lo explicaré todo mañana en la noche.- dijo con voz bastante apresurada.- Ahora, vuelve adentro de la casa. No hay ningún problema. Que duermas bien.- dijo, dandome un beso en la mejilla y desapareciendo en menos de un parpadeo.

Quedé de pie, sola en medio de la calle, antes de darme cuenta que estaba en un lugar poco apropiado para pensar en la expresión de Cristóbal justo después de contarle lo de las noticias. ¿Qué estaba sucediendo?

Estrella Fugaz (Sol Durmiente Vol. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora