1

70.4K 2.7K 121
                                    

Nunca me he quejado sobre la vida que me tocó vivir. A decir verdad, es bastante cómoda. Pero odio tener que fingir que mi vida es perfecta. Mi mayor problema es ese, fingir. Pretender que todo lo que ocurre a mí alrededor es perfecto y no tengo queja alguna. No todo es de esa manera y tampoco sirve de mucho quejarme, tengo que acceder a las peticiones de mi madre. Créeme cuando digo que no es fácil ser hija de Catherine Hamilton.

Las apariencias son demasiado importantes para mi madre y eso me molesta bastante. Yo no vivo para caerle bien a la gente, en cambio, teniendo mi máscara social, tengo que fingir que vivo para eso, y la mayoría de las personas son arrogantes, egoístas y petulantes. Y aquí estoy yo, haciendo el papel de la hija perfecta frente a los conocidos de mi madre. Temiendo explotar en cualquier momento.

Sostengo una copa de champagne con la espalda recargada en la barra del bar. La mujer me convenció de venir a la fiesta de la hija de unos conocidos suyos. Sé quién es la chica, y es exactamente como debe ser una persona de alto rango social -Según mi madre-: Cabello rubio, ojos verdes, tez blanca, facciones suaves y hermosas, labios carnosos y rojos y una figura envidiable. Moralmente hablando, la chica es de lo peor.

No puedo entender como existen personas así. Gracias a mi padre fui salvada de ser educada de esa manera, pero sinceramente, aunque mi padre no hubiese intervenido en mi educación, seguiría detestando a ese tipo de personas. Matthew Hamilton siempre estuvo al pendiente de mí y jamás permitió a mi madre interponerse en ese aspecto. Según mis deseos, mi padre accedió a dejarme estudiar en escuelas públicas en lugar de privadas, cosa que a ella no le agradó, puesto que no me relacionaría con chicos de mi mismo círculo, pero no podía hacer nada al respecto. Mi padre era muy persuasivo y protector.

Me gradué en la universidad de Nueva York como arquitecta y mi padre estaba muy orgulloso de mí. En cambio, Catherine siempre renegó de mí y de lo que quería hacer con mi vida. Para ella todo es apariencias, para mí... no. Una y mil veces me repitió que no quería que estudiase lo mismo que mi padre, que era una profesión para hombres. ¿En qué clase de tiempos fue educada?

Mi padre falleció hace dos años, llevándose mi felicidad consigo, precisamente tres meses después de mi graduación. Ya no lo tengo para defenderme de mi madre y sus ideas absurdas. Es por eso que desde entonces, me introdujo como la humedad entre la sociedad de NY.

No estaba obligada a ir, pero lo hacía para evitar conflictos.

Analizo a mi alrededor y me doy cuenta de que esta vida no es tan mala con las comodidades que me ofrece, pero todo tiene un precio, y el mío es este... Tener que fingir que soy igual de arrogante, egoísta y petulante que los demás.

Al menos no estoy sola en mi infierno personal. Veo a Holly a lo lejos y le hago señas, invitándola a venir a acompañarme. Su vestido de noche morado la hace ver hermosa. Es largo hasta el suelo, de tirantes con el pecho cuadrado y por su espalda, unas tiras cruzadas atan los lados del vestido sobre el esternón, dejando un cuadro de piel desnuda de los omóplatos a la espalda baja. Atraviesa el salón con sus tacones resonando por el suelo. Recibe algunas miradas curiosas y otras de deseo. No me sorprende. Lleva su largo cabello negro azabache en un moño perfectamente peinado y sus ojos azules resaltan con sus sombras oscuras.

Llega a mí y me abraza efusivamente.

-¡Ellie! -Me suelta, tomándome por los hombros-. ¿Qué haces aquí, cariño? Deberías estar ligando con algún chico. -Sonrío y niego con la cabeza-. Apuesto lo que sea a que aún no les has echado un vistazo. ¡Están para comerse!

-No me sorprende que llegues con comentarios de ese estilo, Holly. -Suelto una carcajada y la abrazo-. Y también me alegro de verte. -respondo cuando la suelto. Mi amiga entrecierra los ojos.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora