—¿Y tú te quedarás ahí parado todo el día o empezarás a moverte?

El hombre giró sobre sus talones y la miró sin ninguna expresión, pasó a un lado de ella con calma y comenzó a caminar hacia la salida. Lena lo siguió por detrás mientras se llenaba la boca con pan y masticaba lo más rápido que podía, no planeaba irse sin tener nada en el estómago al menos que quisiera morir.

—Si yo fuera tú dejaría de comer eso —sugirió una vez que llegaron a la puerta.

Lena frunció el ceño, ¿cómo lo supo? No había masticado tan fuerte.

—¿Dejar qué? —habló con la boca llena y dio un último mordisco al panecillo antes de guardarlo en un bolsillo del pantalón.

—No vayas a decir que no traté de ayudarte —dijo con cierta molestia en sus palabras.

Abrió la puerta, permitió que Lena saliera primero y el guardia pelirrojo frunció el ceño cuando la vio vestida con prendas de hombre, sin embargo apartó de inmediato la mirada cuando salió el entrenador de Lena. El musculoso hombre apenas le dirigió una mirada al guardia y comenzó a caminar por el pasillo sin siquiera fijarse si ella iba detrás de él. Lena volteó a ver a los guardias para confirmar si ellos estaban escoltándolos aunque no era así, estaban caminando solos. La castaña consideró por un segundo echarse a correr pero la idea se esfumó al no saber hacia dónde iría, no conocía el castillo además la bestia en dos grandes pasos la alcanzaría y no quisiera imaginarse el castigo que el príncipe heredero le propiciaría. Planearía bien su escape para asegurarse de que no sería una prisionera otra vez.

Siguió al hombre por varias escaleras de servicio mientras ella continuaba comiendo su desayuno improvisado y no se detuvieron hasta que estuvieron frente al caudal del río y la bruma de la mañana rodeó sus botas. Estaban en la parte trasera del gran castillo de piedra negra, casi podía ver las montañas nacer desde el suelo y tocar el cielo del amanecer. Era la primera vez en una semana que disfrutaba del olor mañanero del bosque, se permitió gozar de la ráfaga de viento que la embistió y se comió lo último que quedaba de su desayuno. Lena pudo ubicar el balcón de su habitación y quiso compartir su descubrimiento con su acompañante pero él la miraba con los brazos cruzados.

—Seré breve —carraspeó—. Eres importante para Fionn, eso significa que mantenerte en el castillo es importante para mí. Por si no lo sabes, una gran muralla rodea los terrenos del palacio, si tratas de huir ten por seguro que te atraparé y podrás despedirte de todos los privilegios de los que gozas, ¿entendido?

Lena asintió.

Ella sabía que él era el más rápido y fuerte de los dos, lo supo desde que la levantó de su cama. No dejaba de preguntarse quién era este hombre y porqué el príncipe había decidido que él la entrenara. Aún no sabía cómo sentirse al respecto, no comprendía a qué quería llegar el príncipe secuestrándola para después mimarla con lujosos vestidos además de concederle el entrenamiento que ella quería, ¿por qué no la encerró y ya? Esa opción era más fácil y menos problemática.

—Trotaremos por el sendero que nos llevará a los pies de las montañas y si todavía no te has desmayado para ese entonces, subiremos al lago —declaró el hombre alzando las cejas para asegurarse de que lo escuchó y ella volvió a asentir.

El sujeto no esperó ni un minuto para empezar a trotar en dirección al interior del bosque y se apresuró a seguirlo. Estuvieron corriendo en silencio entre los árboles por una hora, Lena estaba teniendo dificultad para aguantarle el paso y se notaba en sus respiraciones. Él ni siquiera se volteaba a verla, de haberlo hecho habría notado que su rostro había empezado a palidecer y que se iba de lado al correr. Brincó la raíz de un árbol que estorbaba en el camino y su estómago la apretó por dentro, trató de ignorar el dolor aunque no sirvió de nada porque un sabor salado apareció en su lengua con un ligero mareo y una sensación de asfixia. Se detuvo colocando sus manos sobre sus rodillas e inhaló todo el aire que pudo tratando de apartar la amenaza del vómito que la acechaba. Escuchó los pasos del hombre acercarse, Lena se enderezó para evitar que él se diera cuenta de lo que le estaba pasando sin embargo ella corrió a esconderse en el árbol más cercano que tenía al alcance y liberó todos los panecillos que se había comido en el desayuno.

Heredera de CenizasWhere stories live. Discover now