—Muchas gracias por traerme y no secuestrarme ni matarme.

—Aún puedo hacerlo —sube ambas cejas con picardía mientras yo bajo del vehículo.

—Tarde, ya estoy huyendo —achinó los ojos en una sonrisa y se despide con la mano, caminé a la entrada mientras el auto de Christian se pierde de mi vista. La verdad agradezco que me haya traído.

Olvidé por completo pedirle el número de teléfono, me hubiese servido conocer a alguien de aquí en mi primer día.

Esculco en mi bolso hasta encontrar la copia de las llaves para abrir la casa. Hablé con mi tía el día anterior y mi papá me regaló una de las llaves de aquí por si llegaba demasiado tarde, como es el caso.

Debo decir que esa mujer es como una purpurina parlante, llena de brillantina y demasiada energía para su edad, y eso solo lo deduje por llamada. Pero trabaja casi tanto como su esposo, así que tal vez solo la vería en las noches cuando tuviera tiempo libre.

Escucho el rechinar de la puerta y arrastro mis maletas conmigo. Lo primero que noté al entrar fueron los enormes estantes, mas bien, la sombra de ellos.
El lugar esta completamente a oscuras, lo entiendo, es de magrugada. Se nota que la casa es extremadamente grande y bonita, me atrevería a decir que el doble de la mía. Pero lo veo conveniente por la cantidad de personas que viven aquí, en mi casa solo estamos dos personas así que no hay punto de comparación.

Me dan nervios cuando escucho ruidos en el piso de arriba y no se ni donde esta mi habitación. Es la ansiedad de volver a ver a mi tía después de mil años y además no conocer a nadie aquí.

Luego de ponerme un suéter empecé a dar vueltas en la sala como un león enjaulado. Obviamente ni mi padre ni yo somos lo suficiente astutos como para pensar en lo que haría cuando llegase a la casa a estas horas.

¿Y donde esta la interruptor de la luz? ¿Esta gente es vampiro?

Matteo

Un ladrón.

Esa es a la conclusión que llego al escuchar el ruido de la puerta rechinando abajo.
Soy el único despierto aquí ya que me encuentro haciendo tareas para la universidad, así que fuí el único que escuchó, supongo, los ruidos en la sala de estar.

—La falta de sueño te está haciendo esquizofrénico. Dejame dormir —Gian hace un intento de tirarme una almohada antes de que yo lo jale de los pies, sacándolo de sus cómodas sábanas —¡Ay! Serás infeliz.

—Cállate, el ladrón te puede escuchar —se levanta de mala gana.

—Que escándalo. No dejan dormir —Frank entra en la habitación, nuestras tres habitaciones están muy cerca, en cambio el cuarto de mi padre y su esposa están más alejados, así que sería más difícil que nos escucharan.

—¿Papá sigue dormido? Hay un ladrón abajo —la repentina información hace que se le quite todo el sueño.

—No, tu crees que hay un ladrón abajo, alucinas —interrumpió Gian de malas.

—No creo que sea buena idea despertar a papá, esperen aquí —el recién llegado sale corriendo hasta su cuarto. Frank es el menor de nosotros, pero con tan solo quince años es el más inteligente de los tres en lo académico.

Gian y yo por el contrario somos seis años mayor que él y un par de gotas de agua. Si, gemelos. Si me preguntan me hubiese gustado no tener a otro ser humano idéntico a mi rondando por la casa, sería muy fácil confundirnos, de no ser porque yo tengo un lunar en la mejilla que él no.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 07 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Química peligrosa ©Where stories live. Discover now