Capitulo dos

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Si hay algo de lo que siempre disfruto es tomar helado por la tarde con Benja.

Me encanta ver cómo habla como un grande, me gusta ver como su ceño se frunce cuando está concentrado, o cuando se mira en el espejo y se dice que es lindo.

Así es señores. Mi hijo tiene un autoestima muy alto.

Pero por más que me haga para el lado que haya, el parecido con su padre es único. El mismo pelo, facciones, cuerpo.

Es el padre pero en versión miniatura.

No se qué habrá sido de el, la verdad ya pasaron muchos años desde que lo ví por última vez en el centro comercial con Natalie. Nunca más me llamo, ni me escribió...

Eso dolio mucho.

Hasta el día de hoy pienso como estaríamos si hubiera terminado definitivamente con ella, ¿Estaría conmigo? ¿Me amaría? ¿Hubiéramos formado la familia? Tantas preguntas sin respuestas, que me hacen pone peor por algo que ya pasó, no hay vuelta atrás.

Se que en algún momento algo va a pasar, lo sé por las constantes llamadas perdidas del amigo de James, Matt, que estoy rechazado últimamente. Pero si quiero seguir con mi vida tengo que cerrar definitivo ese capítulo.
No quiero volver a lo mismo, ahora me siento más fuerte, porque no soy solo yo. Ahora tengo a mi hijo por el cual luchar y cuidar de el por el resto de mi vida. 

— ¿Mami?

— si mi amor, ¿que pasa?

— ¿En donde esta mi papá?

Mierda mierda mierda.

Sabía que esto iba a pasar algún día, pero no pensé que iba a suceder tan rápido, inmediatamente mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar su pregunta. ¿Pero que le digo? ¿Que no se de el durante años porque me eligió sobre otra persona? Diablos, siento un fuerte dolor en el pecho. No quiero que mi hijo crezca con resentimiento hacia su padre por culpa de ambos.

— Tu papá está de viaje, cariño, algún día volverá y estará contigo.

Los ojitos de mi niño brillan de emoción ante mi respuesta, odio mentirle, pero no quiero que esté mal.

— Sabía que algún día volvería. ¿Vamos a jugar juntos al fútbol como juego con el tío Lucas y Matt?

— Si Benja. Ahora vamos, te espera Margaret en casa, debo ir a trabajar.

El asiente, pero su ceño se frunce en cuanto ve mis ojos rojos por contenidas lágrimas. Rápidamente le doy una excusa de que me entró una basura en el ojo para que no se preocupe.
Sin más, salimos de la heladería y lo llevo a casa.

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— Mira, trate de darte tu espacio desde que llegaste a trabajar, pero no me gusta verte sufriendo sola, ¿Que es lo que pasa contigo? — Me dice Nicolás.

— Benja me preguntó por su papá.

Veo como todo su cuerpo se tensa ante mi respuesta. El sabe de mi historia. Tantos años de confianza, y secretos revelados por parte de los dos, sabemos que podemos contar el uno con el otro.

— Mierda Lu. ¿Que le has dicho?

— Le dije que estaba de viaje, pero me siento tan mal. No me gusta que crezca con ese resentimiento hacia su padre por más que no esté presente en su vida.

— Benja es un niño inteligente cariño, se que ahora te duele perote voy  a ayudar a aliviar tu dolor. No pases por esto sola ¿Si? No te olvides, cuentas conmigo.

Me levanto de mi asiento y lo abrazó con fuerzas mientras dejo que mis lágrimas caigan en cascadas, siento su brazo alrededor de mi cintura mientras que con el otro me hace caricias en mi cabello y me susurra que todo va a estar bien.

— Estoy contigo princesa. Sshh... Tranquila.

— Gracias por estar conmigo, lo aprecio mucho. 

— No agradezcas. Mejor ya cambia esa cara y organicemos para esta noche. ¿Te apetece salir a comer y luego ir al cine o a la sala de juegos con Benja? Realmente extraño a ese niño.

Río porque es verdad, siempre que se juntan ellos dos son inseparables. Les encanta comer golosinas e ir por pizzas después de cada juego que hacen. Me alegra saber que mi niño es querido por muchos.

— De acuerdo, vamos.

— Genial, sabía que no aceptarías una oferta como esa.

Lo miro divertida. — ¿Y si decía que no?

— Lo hubiera manipulado a Benja, a él no te le puedes negar.

— Cierto, manipulador.

— Siempre princesa.

Juego con la cabeza divertida y seguimos trabajando, nos queda una par de horas para salir de aquí.

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Cierro la puerta del auto de Nicolas y me encaminó hacia el portón de casa, vaya, hoy fue mucho trabajo, pero lo vamos a recompensar con la salida más tarde, Nicolas dijo que pasaría a buscarnos alrededor de las nueve. Por lo que nos queda una hora y media para bañarnos y cambiarnos.

A medida de voy llegando a la puerta Mi cuerpo se va tensando más y más aprieto la correa de mi bolso con tanta fuerza que los nudillos se me ponen blancos.

— ¿Que es lo que haces aquí? .

ContigoWhere stories live. Discover now