Bebidas Digestivas: Apuros comunes

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No al plagio

Marzo, séptimo mes.

Era un día soleado, pero el viento corría frío, queriendo opacar lo agradable del sol en esa temporada de invierno. Estaba preocupada por la llegada del tren —se suponía que llegaría en dos días—; sin embargo, ansiaba que llegara de una vez por todas.

¿La razón? Haymitch fue llamado por la presidenta de Panem al Capitolio, pero no tenía idea para qué lo ocupaba. Aunque Peeta me había comentado que era para ver cómo estaba todo por el distrito Doce:

La presidenta confía en los vencedores y en ellos se apoya para saber si se están utilizando los recursos adecuadamente. ―Habían sido las palabras de mi niño favorito.

¡Solo que no podía evitar extrañar su presencia! Habíamos estado compartiendo varios años juntos y, en estos meses viviendo con él  me acostumbre a tenerlo muy cerca de mí. Sus chistes crudos y con doble sentido me hacían falta (sabía que estaba medio loca, no obstante, eran parte de él y lo necesitaba), sus caricias espontaneas, sus burlas a medio distrito y sus pullas a los chicos. Me hacía falta en las noches a la hora de dormir: me acomodaba en su pecho y se dedicaba a acariciar mi vientre hasta que nos quedábamos dormidos. ¡Lo extrañaba tanto!

—Si sigues caminando en círculos te vas a marear y vomitarás tu desayuno. —Se me olvidaba que Katniss y Peeta estaban conmigo—. Ya te dijo Peeta que tu hombre está bien y hace media hora hablaste con él. ¿Cómo es posible que estés a punto de hacer un surco en el jardín con tus caminatas desesperadas? —comentó Katniss con burla nada disimulada en la voz.

—¡Qué mala educación como siempre, querida! —repliqué con molestia—. Últimamente, te encuentras de un humor tan ácido que no me sorprendería que Peeta te cambie por la muchacha que lo va a visitar todos los días, y a la misma hora, a la panadería. —No negaba que estar cerca de Haymitch me estaba enseñando a usar los recursos que tenía a mi favor.

En ese instante, el mencionado estaba tomando tranquilamente su limonada. Ya se imaginarán lo que sucedió, ¿no? Pues casi se ahoga con el líquido y empezó a toser descontroladamente mientras Katniss lo veía con ojos de acusadores. ¡Hermosa es la venganza cuando se sirve en frío!

—Así que… ¿una mujer te visita diario, Peeta? —preguntó con peligrosa suavidad.

Decidí sentarme en la silla que estaba junto a ella; no me daría tiempo de ir por unas palomitas para entretenerme mejor. Terrible.

—Este, sí, Kat. Es una… una muchacha que siempre me… hace pedidos. Es muy puntual, ¿sabes? —decía entrecortado, asustado de la reacción de su novia. ¡Vaya que me estaba divirtiendo!

—Siendo así, tendré que ir TODOS los días a ayudarte en la panadería, Peeta. Tienes mucho trabajo y no quiero que te sobrecargues.

—No es necesario…

—Te voy a ayudar, Peeta.

—Pero…

—TE AYUDARÉ, DIJE.

Una patada en mi vientre llamó mi atención: mi bebé pedía comida. Ups. Siempre sí tendría que buscar algo para comer. Entonces, con toda la velocidad que una panza de siete meses te da, me dirigí a la cocina pensando en que si Haymitch me extrañaba con la misma intensidad.

….

Capitolio 10:30am

La habitación se encontraba a oscuras y en el centro había una gran cama con un bulto muy notorio:

—Hay que disfrutar los dos días que me quedan de vacaciones a lo máximo, porque cuando regrese no volveré a dormir tranquilamente por varios meses más.

¡Claro que extrañaba a mi esposa! Aunque extrañaba más dormir sin que me enterraran los pies en las costillas y amanecer en el piso.

—Te amo, Effie.

Embarazo a la CapitolinaWhere stories live. Discover now