Ehan no se despegó de ellos en todo el día. Por la tarde les dijeron a los pequeños que saldrían y ellos salieron corriendo a cambiarse. Estaban saltando de la felicidad.

—Ya quiero ver sus caras al saber que iremos al cine— dijo Hanna sentándose al lado de Ehan en el sofá de la sala.

—Yo también. Pero primero debemos pasar a mi departamento. Necesito cambiarme— dijo con tranquilidad.

Hanna lanzo una carcajada, Ehan tenía razón, ninguno de los dos jamás imagino que la lluvia lo dejaría atrapado en su casa así que seguía con la misma ropa que el día anterior.

—Está bien. Iré a cambiarme ¿Podrías ayudarles a los gemelos?

—Claro. Me encargare de ellos.

Hanna aprovecho para correr a su habitación y comenzar a buscar ropa. Tal vez fuera tonto, pero quería verse bien.

Tomo unos pantalones negros que le quedaban algo pegados; busco entre sus camisas, pero no se decidía por ninguna. En el cine haría frio así que tomo un cárdigan blanco con unas bailarinas negras.

Su cabello... dudaba poder domarlo así que lo soltó y lo dejo caer. Se maquillo de forma natural tratando que no se notara.
Tomo aire y salió a buscar a sus chicos, pero en la puerta, su pie se golpeó con algo. Era una de las cajas con las pertenencias de Sebas.

Todavía no las había empacado todas, pero la mayoría se encontraban dentro de cajas; posiblemente esa era la parte más difícil de perder a alguien.

Cuando ella llegaba a casa, sentía como si las cosas fueran igual, como si de repente Sebas aparecería y la abrazaría como siempre, pero eso ya no sucedía más.

Y todas las cosas de él eran un constante recuerdo. La ropa seria donada pero sus cosas las conservaría como recuerdo.

Como recuerdo del gran hombre con el que tuvo el privilegio de estar casada.

Tomo la caja en sus manos y la coloco sobre la cómoda. Mañana se encargaría de eso.

Salió de la habitación algo nostálgica, pero eso se cambió por sorpresa al no encontrar a nadie en la sala. ¿Dónde estaban sus hijos?

Los comenzó a buscar, pero los encontró afuera. Los gemelos estaban jugando con Ehan. Ellos le tiraban la pelota y el evitaba que entrara a la improvisada portería.

Los estuvo observando unos minutos hasta que Ehan noto su presencia y no logro evitar comérsela con la mirada.

Los gemelos aprovecharon su distracción para meter un gol e instantáneamente comenzaron a celebrar.

Hanna lanzo una carcajada al ver el rostro de perplejidad de Ehan.

— Fue tu culpa que perdiera—le dijo Ehan a Hanna.

— ¡Ganamos! —cantaban los pequeños mientras corrían en círculos.

Ehan se acercó a Hanna y la tomo por la cintura con delicadeza.

— ¿No podías arreglarte con ropa menos sexy? —Dijo Ehan en un susurro ronco.

— Nadie en su sano juicio creería que esto es sexy.

—Es sexy...

—Es mi ropa de mamá.

—Tu ropa de mamá es sexy.

—Estás loco...

— Loco por ti cariño—dijo Ehan besando con cariño su frente.

Ella no pudo evitar reír y sonrojarse.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Where stories live. Discover now