Capitulo 18

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Sam volvía con una cámara de fotos en la mano y se sentaba otra vez en su sitio.

Parecía más ilusionado que yo y me la mostraba.

—Se que querías una y me han dicho que es la mejor de la tienda, a si que, te la compre.—Sonreía complacido por el acto que hizo y esperaba ansioso una reacción mía.—

Me quedaba mirando a la cámara y sinceramente, tenía muchas ganas de tenerla.

Pero es que no sabía que decirle.

Ese acto me dejó desconcertada.

Solo sonreía cortada por el momento y balbuceaba.

Luego le mire a sus ojos.

—No hacía falta..—

—No empieces otra vez, es un regalo, piensa qué es un regalo de despedida.—

Esa última palabra me quito las ganas de coger la cámara por que era su regalo.

Sam me la daba y la cogía.

Me quedaba observándola.

Era una cámara pequeña al igual que su lente y de color negra.

Me gustaba.

Sonreí agradecida y le mire fijamente.

—Gracias.—Susurré.—

—No ha sido nada.—Sam abría su boca de repente entusiasmado y se inclinaba a la mesa para estar más cerca de mi.— ¿Sabías que hoy empieza la feria de esta pequeña ciudad?—

—¿En serio?—

—Si, hay una playa aquí cerca a diez minutos y un muelle, ahí es dónde harán esa feria.—Hizo una mueca después y rectifico.— Bueno, más bien es como una feria de puestecitos, no hay cacharros donde montarse pero si hay de comida o para vender cosas.—

—Es genial, ¿no?—

—¿Te apetece ir?—

—Si, claro, pero antes debemos de buscar un motel al menos ¿no?—

—Si, también está cerca de aquí, tranquila.—

Asentí lentamente y Sam cogía su vaso de agua bebiendo.

Me quedaba mirando como bebía agua y mordí el labio.

Luego baje la mirada a la cámara y sonreí.

******

Nos acoplamos en el motel con diferentes habitaciones.

Decidí darme una buena ducha y estar un poco relajada.

Cuando me duché me salía de la ducha e iba al cuarto.

Me secaba mi pelo y mi cuerpo y me volvía a vestir.

Dejaba mi pelo mojado que se empezará a ponerse bastante ondulado.

Habíamos quedado a las ocho en la puerta de mi cuarto para irnos a esa playa que Sam dijo.

Pero parece que Sam se adelantó diez minutos antes.

Abría la puerta de mi habitación y le miré.

Sam se quedaba mirando mi pelo y tocó un mechón de el.

—Esta húmedo.—

—Si, no me lo seque del todo.—

—Te podrías resfriar, iremos a la playa.—

—Es Marzo.—

—Pero aún refresca.—

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora