Los pequeños lloraron un poco cuando les explicaron la situación. Ellos dijeron que Sebas les había dicho que eran unos pequeños muy fuertes y ahora lo demostrarían.

No defraudarían a Sebas.

Abrazaron a su madre dándole consuelo y diciéndole cuanto la amaban. Hanna le lanzo una mirada a Ehan y este se la regreso.

Definitivamente Sebas lo dejo todo listo.

Ehan se encargó del funeral; quería que todo fuera como era debido. Un hombre como Sebas merecía lo mejor.

La noticia fue como una bomba en BiTec. Nadie jamás se imaginó que Sebas estuviera enfermo y menos que muriera tan joven.

Todos se pusieron de acuerdo para hacer una colecta para ayudarle a Hanna con los gastos funerarios. Pero para sorpresa de todos fue Ehan quien cubrió estos.

El jefe llevaba casi dos semanas sin llegar a la empresa, nadie sabía cómo se había enterado de lo que sucedió con Sebastien pero daban gracias por ello.

El día del funeral todos llegaron al cementerio por la tarde, llegaron algunos viejos amigos de Sebastien de la preparatoria, todos sus compañeros de trabajo y un primo lejano que se enteró de lo ocurrido.

Fue un día triste, el cielo estaba nublado y todo parecía carecer de emoción. Ehan estaba con Hanna recibiendo a la gente. Los gemelos llegarían un poco después, Hanna no quería que estuvieran ahí mucho tiempo.

Si para ella era difícil ver el ataúd no quería ni imaginarse lo que sentirían sus pequeños.

Para todos en la empresa fue una sorpresa encontrar al jefe junto con Hanna; los murmullos no se hicieron esperar entre los presentes pero la más sorprendida en definitiva fue Sarah.

Llevaba semanas sin saber de Ehan y de repente estaba ahí consolando a Hanna. ¿Qué estaba pasando con ellos? Pero no tenía mucha cabeza para analizarlo porque la tristeza no la dejaba. No podía creerlo.

Veía a los presentes y veía el ataúd y seguía sin creerlo.

Sebastien...

Ella siempre considero a Sebas como un gran amigo; era con el único que podía bromear y hablar sobre idioteces, era el único que se preocupaba por ella y la regañaba cuando se equivocaba, había sido el único que nunca la había juzgado y ahora...

La noche anterior fue cuando recibió la noticia y había estado llorando por horas; no podía imaginar cómo estaba Hanna con todo eso. Pero por lo que veían no estaba nada bien. Se veía cansada y muy demacrada, parecía más delgada y toda la elegancia se había esfumado de su cuerpo dejando la imagen de una viuda.

Ehan y Hanna estaban vestidos totalmente de negro. Hanna llevaba su cabello en una cola de caballo, un vestido negro con escote recto y un poco entallado. Ehan llevaba un traje negro con una camisa negra sin corbata.

El rostro de Hanna demostraba el dolor por el que estaba pasando; todos le dieron el pésame y algunos le ofrecieron ayuda.

Sarah se acercó con cuidado, quería hablar con Hanna a solas y espero el momento adecuado.

—Cuando tienes miedo de llorar porque sabes que a él no le hubiera gustado que lloraras— le dijo Sarah a Hanna cuando se paró frente a ella— no puedo creer que ya no esté— la abrazo con cariño.

—Tampoco puedo creerlo— susurro Hanna con la voz rota— un hombre como él es difícil de encontrar.

—Lo sé, linda. Me atrevo a decir que es el mejor amigo que he tenido... —calló porque el nudo en su garganta no la dejaba hablar.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Where stories live. Discover now