Capítulo 1: Secretos en la noche

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Hacía mucho frío aquella noche, pero a Samara seguía dándole igual, ella quería contarles aquello en su lugar favorito, en el mirador.

Desde aquel remoto lugar de la ciudad se podía observar todo, las luces de la ciudad, el puerto, las calles, el mar... El mar, eso siempre le había encantado a Samara, le parecía la cosa más bonita que podía existir y por eso aquel mirador siempre había sido su lugar favorito, allí era el único sitio donde se sentía a gusto. Cuando por fin llegaron sus dos amigas estaban temblando:

-Seguro que no podías contárnoslo en mi casa -mencionó Claudia-. Estoy muerta de frío...

-Yo también, por muy importante que sea ya sabes que yo no soporto el frío –añadió Eva completamente seria.

Samara no las escuchó. Lo primero que hizo al llegar fue observar aquel precioso paisaje sin deparar en la escena que estaba dando lugar en el puerto. Después, se giro hacia sus amigas y les reveló su secreto:

-Estoy saliendo con Guille –confesó asombrando a las dos.

-¡¿Con Guillermo?! –gritó Eva al momento, se había olvidado del frío de repente.

-Sí, no hace falta que grites –confirmó Samara-. Y no le llames así, parece un viejo.

-Es que no me lo creo, ¿desde cuándo?

-Desde ayer, me pidió que no contara nada a nadie, pero a vosotras tenía que decíroslo.

-¿Eso no es un poco raro? –dijo Claudia un tanto extrañada-, quiero decir, si al final todo el mundo va a acabar enterándose.

-Igual le da vergüenza que se entere la gente –dijo Eva riéndose.

-¡Oye, ya está bien!, si lo sé no os lo cuento –respondió Samara enfadada.

-Perdona no lo decíamos a mal, al contrario, nos alegramos muchísimo por ti –dijo Claudia con una gran sonrisa.

-Lo mismo digo –añadió Eva con otra sonrisa.

Las tres amigas se sentaron en un banco cercano y estuvieron un largo rato hablando sobre la noticia cuando quince minutos después, un grito llamó su atención. Esto hizo que las tres chicas se acercaran a la valla del mirador para intentar localizar el origen del ruido. Debido a la oscuridad no conseguían ver nada hasta que Claudia señaló a unas personas que se encontraban abajo en el puerto y, como no conseguían ver ni oír nada, decidieron bajar las escaleras que llevaban al lugar donde se estaba produciendo aquel acontecimiento.

Al llegar al descansillo que había en las escaleras, se escondieron detrás de un banco desde donde podían oír y verlo todo. En ese momento se encontraron con una escena horrible que daría lugar a todos los acontecimientos que la seguirían.

LA CORTE DE LOS BÚHOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora