• Onze

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10 de agosto, 2016.

Norman detiene el auto justo frente al aeropuerto de Nueva York. El clima cálido se siente apenas abrimos las puertas saliendo del como automovil con aire acondicionado. El castaño ayuda a mi hermana a sacar las valijas de la cajuela, mientras Margaret se acerca apenas sale de su auto a despedirse.

Cabe recalcar que no estoy aquí por voluntad propia.

Los cuatro ingresamos a la gran estructura llena de gente. Diane se saca sus enormes gafas de sol y un gran sombrero negro que cubre gran parte de su cara.

— ¿No hace mucho calor para eso? — le cuestiono moviendo la camisa holgada que me he puesto con intenciones de avanicarme un poco.

— Es para evitar a la prensa — me responde mientras guarda sus cosas en una de las tantas maletas.

— Por dios, no eres Angelina Jolie, calmate — le digo riendo, ganandome una mala mirada de su parte.

Luego de que pasa por la revisión de su equipaje, nos sentamos en las sillas esperando a que anuncien su vuelo. Observo a Norman y Diane hablando y besandose de vez en cuando, mientras yo tolero a Margaret hablar a mi lado.

— ¿Entonces crema o hueso? — me señala unas servilletas de una de esas famosas revistas para novias.

— ¿Acaso importa? Van a terminar sucias — digo sin importancia.

— Vas a planear una boda, al menos coopera — dice notoriamente molesta.

— Hey Norman — digo atrayendo la voz del actor, quien deja de mirar a mi hermana unos segundos — ¿Servilletas hueso o crema? —

— Van a terminar sucias de todos modos ¿no? — dice con una ligera sonrisa.

Miro arrogante a Margaret, quien frunce sus labios tal como siempre hace cuando algo la molesta. La voz robotica de una mujer anuncia el vuelo hacia California por lo que la rubia se pone de pie. Caminamos detrás de ella hacia la puerta de abordaje.

Se detiene y gira hacia su prometido, a quien besa euforicamente dandome ganas de pegarme un tiro. ¿Es necesario intercambiar tanta saliva? Por dios no.

— Es como una puta novela romántica — digo entre dientes y de brazos cruzados.

Justo ellos se separan y giran a vernos luego de haberde babeado hasta los pies.

— No seas tan amargada, cuñada — dice Norman divertido, rodeando mis hombros con su brazo como si fueramos amigos de toda la vida.

— Me alegra que de lleven bien — dice Diane luego de despedirse de Margaret, quien llora a mares — Quiero esa boda perfecta, Izzy. Confio en ti —

— Seguro, Diane — sus delgados brazos rodean mi cuello, apegandome a su cuerpo. Rodeo un poco su cintura de igual forma. No nos llevaremos bien, pero aún así somos hermanas — Trata de no pensar en Destino Final cuando estes en ese avión —

Golpea mi brazo luego de separarnos. Toma sus valijas y camina hacia la puerta de abordaje. Al perderla de vista, los tres nos diriguimos al estacionamiento.

— Bueno, Normie ¿ya pensaste en el banquete? — comienza a hablar Margaret, haciendome reir por como lo ha llamado — ¿Cuál va a ser el color principal? En lo personal el dorado es precioso en esta epoca del año ¿y que tal.. —

París «Norman Reedus» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora