Crónica #5

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Lisa ayudó a Arcí a levantarse. Con solo verlos noté que el cuerpo de Arcí estaba más pesado. Lisa lo miró de soslayo, seguramente buscando las palabras precisas.

- Necesito que colabores. No soy la versión femenina de Hércules y tenemos que hablar con nuestros próximos jefes -solté esponjando la almohada y levantando la cabeza de Luvny.

La joven enfermera leyó el ambiente. Se excusó, revisaría si necesitaban apoyo en el centro de enfermeras.

-¿Jefes? -preguntó Arcí un instante después.

- Las condiciones son buenas. Contaremos con alojamiento para tres -enfaticé- y comida la primera semana.

- ¿Cómo conseguiste algo así? ¿Acaso viajaremos a Marte, Garmir? -terció Luvny sorprendido.

- Sabrás cuando recibas el alta. Yo cubriré la mayoría de tus labores esta semana, Arcí, hasta que recuperes un poco más de movilidad.

Allí la luz era mortecina. La pintura de las paredes estaban desconchada, exhibía varias capas antiguas por el efecto de la humedad. Las cortinas estaban descoloridas y pronto serían únicamente hilachas. El piso estaba impoluto, el olor a desinfectante se adhería a la piel. La gente era amable y solícita, aunque en lo particular no me extrañaba. Eran sinceros, los devoradores de secretos lo entenderían al dejar el hospital.

Irma insistió en conversar a solas conmigo mientras Renzo y Lisa distraían a Arcí.

- No te preocupes, no pienso dedicarme a tejer.

Hizo un amago de sonrisa.

- Garmir, búscanos si llegas a necesitarnos -tenía los lentes en la punta de la nariz. Renzo asintió desde lejos.

Señalé la luz en la parte superior de una puerta.

- El paciente de la 513 se acabó la tercera jarra de agua, Irma.

Se acomodó los lentes.Llevó a Renzo consigo, el enfermero de turno todavía no regresaba de almorzar. Arcí y yo recorrimos las calles en silencio. Él estaba conmocionado. Por mi parte, tenía mucho en qué pensar.

Garmir paró en una cafetería para que el sujeto pudiese recuperarse. Me abrió de par en par y acarició mis páginas. Palideció sin que nadie más lo notara, pidió algo como una autómata revelando una a una mis líneas.

De un trago tomó la bebida. Ensimismada en la lectura, ordenaba más sin cesar. Un ataque de tos dejó su cara azul, me desesperaba que estuviese así. La vida se me iba. El resto de los clientes se volvió hacia ella, sin moverse.

Sus pupilas se dilataron. El sujeto le soplaba la cabeza parado a espaldas de ella. Hizo un ademán para llamar a la mesera.

- Trae agua, por favor.

Garmir recuperó lentamente el aire. Pero sus ojos palpitaban por el miedo, sensación que en una milésima de segundos se esfumó.

- ¿Qué clase de primeros auxilios es ese, Arcí? -el aludido se dejó caer en el asiento del frente.

-Funciona con los periquitos-exclamó con una sonrisa que mostraba su perfecta dentadura.

- Pues discúlpame por tener alas retráctiles -respondí sarcástica.

Arcí se recostó de la mesa como los niños cuando asumían la "posición de descanso", mientras bajaba la voz. Su mirada desencajaba con su acostumbrada energía. Era la mirada de un niño.

- Luvny es el bromista de los dos. La verdad no estaba seguro si te ahogabas. ¿Se supone que debo protegerte de los líquidos, en lugar de las balas?

El cuaderno de la cronista fantasmaWhere stories live. Discover now