Yandere || Male! Yuno || [En edición]

Capítulo 18: La guerra no se detiene aún, Yuno-kun. Extra IV

— Te haz tardado un poco, Yuno-niisan.

Dio media vuelta y miró al pasillo. Una dulce risa fue lo que salió de el obscuro pasillo de esa casa. Una risa tan inocente y tan perturbadora que provocó un escalofrío en la piel de ____ y una leve sensación de inseguridad en Yuno.

— ...¿Reisuke? — susurró ella y frunció el ceño.

— Nee-chan, perdóname. En serio te quiero — su voz tan tierna y aguda, digna de una niña de su edad, rerumbó en sus oídos y llegó hasta su confundida mente —, pero te haz juntado con... él — cambió del tono amigable a uno de completo odio y desprecio, tal el cambio que ____ se preguntó si se trataba de otra persona; pero no, era Reisuke y un rencor al pelirrosa cuyo motivo para ella era completamente desconocido.

— ¿De qué hablas? — no era su intención que su voz temblara por un momento, más así fue, y se maldijo a sí misma, pensando que debería dejar su cobardía de lado — R-rei, no entien-

— No hay nada que debas entender — inconsientemente, dio un paso atrás al ver la guerra de miradas que comenzó con los orbes del chico colocándose en los de la pequeña niña. No fue necesario pedir una explicación, pues cuando iba a hacerlo, él habló nuevamente. — Simplemente ella está loca, debes alejarte.

— ¿De qué hablas, Yuno? — se rió fuertemente — ¿Fui yo la que mató a tus padres? ¡Por supuesto que no! ¡Fuíste tú! Y peor, ¡decidiste matar a los míos también! — burla era lo que intentaba mostrar, pero su voz no mentía, estaba dolida. — ¡Por eso no debes vivir, eres un asco! ...Por eso voy a matarte, para liberar al mundo de que semejante escoria como tú lo habite. Y bueno, ____ morirá porque decidió estar de tu lado, ¿No es así, nee-chan?

— Y-yo no... bueno... No creo que... sabes, matarlo... no es necesario — sabía que se estaba metiendo directo a la boca del lobo, pero lo había dicho. Mala decisión. Si no hubiera sido porque el de hebras de chicle le jaló el brazo, probablemente esa navaja decorada con purpurina rosada le hubiera dado justo en el ojo izquierdo.

— Claro, como tus papás siguen vivos... tú no lo entenderías, nee-chan. Pero aunque seas una idiota, te quiero, por lo que no los mataré de inmediato. Decidí que jugaremos un juego. Quien quede vivo, gana, es sencillo — sonrió con malicia — Ustedes dos son un equipo, y yo y mis papás somos otro — movió a las marionetas en sus manitos, y siguió — Lo demás... bueno, lo demás podrán averiguarlo ustedes. ¡Buena suerte!