Capitulo 7: Max

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Max y Alicia Banes saludaron y tomaron asiento en la mesa del mapa. Dean se acercó al hombre por detrás, le dio una cerveza y luego apoyó ambas manos en sus hombros, se inclinó y le habló al oído. Todos estaban charlando animosamente y no notaron cuando el moreno se puso de pie y siguió al cazador rumbo a la cocina. Todos excepto Sam.

Siguieron caminando hasta el pasillo que daba a las habitaciones. Una vez lejos del bullicio se acomodaron en un rincón alejado para poder hablar en privado.

—Ey, Dean, si esto es por Alicia... Mira... Lo lamento. Yo no podía dejarla morir. —Era una disculpa, pero no había arrepentimiento en su voz.

—No. Detente ahí —dijo Dean alzando una mano —. Lo comprendo. De verdad. Sé que en tu lugar habría hecho lo mismo. Rayos, sé que en tu lugar hice lo mismo. —Le dio un trago a su cerveza. Max asintió con la cabeza y bebió de la suya —. No quería hablar de eso. Bueno...si, pero no exactamente. —Dean comenzaba a dudar de si esto era una buena idea, algo le decía que era inútil.

Sam aguardó unos segundos antes de disculparse y ponerse en pie él también. Siguió el recorrido que acababa de hacer su hermano y se detuvo antes de atravesar la puerta del pasillo.

—Es por Cas —añadió con un hilo de voz.

—Eso pensé. Haré lo que esté a mi alcance, lo sabes. Puedes contar conmigo —le aseguró Max posando una mano en su hombro. Dean murmuró un "Gracias" que era casi inaudible desde el escondite de Sam —. Dime, ¿Cómo murió? —Dean hizo un gesto de desagrado, sabía que ese detalle era importante y arruinaría su plan.

—Él... Murió apuñalado. Por la espalda. Directo al corazón —hablaba cada vez con menos fuerza y miraba al suelo ya sin esperanzas. El hechicero suspiró audíblemente negando con la cabeza.

—Cuanto lo siento, Dean. De verdad. Pero necesito que el corazón esté sano para el hechizo. Es lo único necesario. —Dean asintió varias veces rápidamente mientras una lágrima caía sobre su zapato. Sam sopló decepcionado el aire de sus pulmones.

—Sí, sí, lo sé, acabo de recordarlo. De-de todas formas no creo que sirviera. Él no tenía alma, así que... —No terminó la oración, Max había dado un paso al frente y estaba apretándolo entre sus brazos.

—De verdad lo lamento. Yo, no puedo imaginar por lo que estás pasando. No sé lo que es perder a...

—¿Al amor de tu vida? —lo interrumpió Dean —. Duele como la mierda, amigo. —Cuando Sam escuchó las palabras de su hermano, no pudo seguir conteniéndose. Finalmente atravesó el umbral y quedó de frente a Dean. Dolor y enojo se fusionaban en el rostro del Hombre de Letras —. ¿Sammy?¿Qué...? —preguntó sorprendido Dean mientras soltaba a Max.

—Yo...voy a...sep —dijo Max gesticulando hacia la cocina y apresurándose a salir del medio.

—¿Qué te sucede? —dijo Dean perplejo cuando quedaron solos.

—¿Max ya lo sabía? ¿Habías hablado con él sobre Cas y no conmigo? —lo interrogó con los ojos húmedos, intentando contener todo lo que estaba sintiendo en ese momento —. ¿Cuántas veces lo vimos? ¿Dos? ¿Tres? ¿Y ya son mejores amigos y le cuentas todos tus secretos? —Dean lo miraba culposo, con los labios apretados formando una línea —. ¡¿Qué demonios Dean?! —Sam bajó la mirada al suelo, aún furioso —. ¿Te acostaste con él? —soltó frunciendo el ceño. Dean tomó aire con dificultad y un débil "¿qué?" salió de su boca. Sam se arrepintió inmediatamente de eso último —. No, aguarda. Disculpa. E-eso no es de mi incumbencia. Lo siento. —Sam se apretó el puente de la nariz para evitar llorar —. Es sólo que... ¿No confías en mí, Dean?

Requiem por CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora