Capitulo 1: Jack

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Cuando Sam vio brillar esos ojos amarillos desde un rincón de la habitación, sintió un escalofrío recorrer su espalda. La cosa en la oscuridad le estaba sonriendo.

Cuando el terror lo invade, él siempre intenta racionalizarlo para neutralizar el miedo. Se concentró en lo poco que sabía sobre Jack. Es una abominación. Es un nefilim, uno de los seres más poderosos de la existencia. Es hijo del mismísimo Lucifer. Su madre lo amaba incondicionalmente. Castiel lo amaba. Jack necesitaba que Castiel cuide de él luego de su nacimiento. Pero no es un bebé, es un joven adulto. ¿Por qué necesita que un ángel cuide de él? Quizá su poder aún no está pleno. Si planeara matarlos a todos apenas naciera, no se hubiera molestado en engañar a Castiel. Si era realmente bueno, no le haría ningún daño. Si era maligno, posiblemente mantendrá la mascarada hasta tener su poder completamente desarrollado. De una forma u otra, lo más probable es que no sea un peligro inmediato. Tal vez un desastre potencial, pero hay que sobrevivir el aquí y ahora.
Sam, muy lentamente y sin perder contacto visual, guardó el arma que colgaba de su mano. La criatura siguió cada movimiento con su mirada luminosa, inclinando levemente la cabeza cómo solía hacer Castiel. Sam apretó los labios en una línea antes de hablar.

—Ey... —Dudó. Estas podían ser sus últimas palabras. Dean estaba afuera junto al cuerpo de su mejor amigo. Si algo le sucedía también a él, su hermano posiblemente se ..."No, concéntrate Sam" —... ¿J-Jack, verdad? Mi nombre es Sam, yo-yo soy amigo de Castiel. ¿Recuerdas a Castiel? —El nefilim sonrió un poco más, fue la cosa más espeluznante que haya visto jamás.

—Sssi —siseó Jack—, lo recuerdo. —Sam no podía creerlo "¡Habla! Acaba de nacer, y no sólo comprende lo que le dicen, ¡puede hablar!". Desde la esquina en penumbras, la criatura recorrió el cuarto con la mirada para terminar fijándola en la nada, como si viera algo que no estaba allí, sino mucho más lejano que esas paredes —. ¿Está muerto verdad? —Sam bajó la mirada al suelo y sus ojos se llenaron de lágrimas. Asintió en silencio —. Mi madre también está muerta. No puedo traerla de regreso. Su chispa ya no está aquí... Ya no importa... De todas formas, ella no quiere regresar.— El Hombre de Letras alzó la vista sorprendido. Jack había intentado revivir a Kelly —. También los recuerdo a ustedes. A tu hermano y a ti. —La luz dorada de sus iris se reflejaba en los ojos color avellana de Sam. El hombre tragó saliva y abrió la boca para responder, pero el nefilim siguió hablando—. Ustedes querían matarme. ¿Aún quieren matarme, Sam?— preguntó tranquilamente volviendo a inclinar su cabeza.

—¡No! —se apresuró a responder Sam —. No queremos matarte. Nunca quisimos eso —le aseguró alzando las manos —. Eres poderoso Jack, más de lo que puedo imaginar. Nosotros sólo queremos lo mejor para la humanidad. El plan nunca fue matarte. No sabíamos cómo serías. Pero Cas confiaba en ti, él pensaba que estabas aquí para salvarnos a todos.

—Lo que le mostré a Castiel no era el futuro — confesó  —. Era una promesa. Prometí que sería bueno, que haría todo el bien que esté a mi alcance. Pero necesito ayuda. Necesito un guía. —Jack comenzó a moverse hacia la luz que entraba por la ventana, ahora estaba a sólo unos pasos de distancia. Sus ojos se habían apagado, eran azules como el cielo. Su rostro joven y fresco ya no se veía aterrador —. Castiel los amó. Él dijo que ustedes eran su familia. —Sam no se atrevía a mover un solo músculo, estaba demasiado cerca, las alarmas de peligro sonaban en su cabeza. Con esfuerzo logró susurrar "Así es" —. Él iba a ocuparse de mí, me lo prometió; él iba a ser mi familia. Pero ahora él está muerto. ¿Quién será mi familia ahora? ¿Tú? ¿Tu hermano?  —preguntó con inocencia la criatura. Su voz era suave y dulce, muy diferente de la de su padre biológico. Tenía la ternura y calidez de su madre. O al menos la imitaba a la perfección.

Sam tragó con dificultad. Si su poder caía en malas manos podía ser el final de todo. Pero también era humano, y tenía potencial para el bien. En cierta forma le recordaba a él mismo, a esos años en los que la sangre de demonio corría por sus venas, cuando era tan difícil distinguir el bien del mal.

—Yo cuidaré de ti —dijo con seguridad —. Si nos lo permites, Dean y yo seremos tu familia.

Afuera había comenzado a llover.
Dean estaba rezando. Lo hacía en silencio, prometiendo cosas imposibles mientras apretaba con fuerza el pequeño amuleto que brilla y quema en presencia de Dios. Lo llevaba colgado en el cuello desde el día en que su madre regresó. Lo usaba siempre, bajo la ropa, donde nadie podía verlo. Hacía casi una hora que lo sostenía entre sus manos. No brillaba. No quemaba. Dios no estaba aquí. Chuck no atendía el teléfono.
Dean intentó con La Oscuridad. Le rogó a Amara con todo su ser. Más promesas y juramentos. Pero ella tampoco respondía.
Dean abrió los ojos y vio cómo las marcas de las alas rotas de Castiel comenzaban a borrarse con la lluvia. Esta vez nadie salvaría a Cas. Nadie se lo devolvería.

Requiem por CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora