Capítulo 24 Genética Total

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En Barts, Sherlock y Molly se encontraban trabajando arduamente en la prueba de ADN.

Molly iba de un extremo del laboratorio a otro cumpliendo las demandas del detective, quien no se despegaba de su microscopio bajo ningún motivo. El día de hoy Sherlock tenía que sacar los resultados a como diera lugar. Muy en el fondo quería deshacerse de esa espina que le atormentaba en saber si Rupert Casey era el padre de Isabelle. Aunque una parte de él presentía que no lo sería, sabía que debía realizar la prueba.

—Sherlock —llamó Molly después de un gran periodo de silencio. Él no respondió—. ¿De quién son estos restos?

—Rupert Casey —dijo unos momentos después sin dejar de mirar a su microscopio.

Molly abrió los ojos de par en par. Ese nombre era tan popular por provocaba un cierto temor y repulsión en la comunidad inglesa.

—Y esos cabellos... —continuó nerviosa— ¿Son de...? —Silencio. El laboratorio volvió a ser cubierto por aquella presencia y Molly se mantuvo observando a los cabellos hasta que distinguió de quién podría ser. Ella quedó casi en shock—. Son cabellos de Bell...

Sherlock no respondió y ante ese silencio Molly obtuvo la respuesta a su pregunta. Ella tragó difícilmente y sintió como la saliva se le atoraba en su garganta.

—Solo quiero saber si hay relatividad —mencionó Sherlock al escuchar el sonido en la garganta de Molly. Ella le observó.

—¡¿Y cómo surgió esto Sherlock?! —Preguntó impactada—. ¡¿Cómo es que esto sea posible?! Creí que solo investigabas la muerte su madre, o ¿algo que involucre a la madre con ese hombre?

—Demasiadas preguntas Molly —contestó fríamente.

Escuchando ese tono en él, ella le miró con algo de miedo y vergüenza.

—Lo siento Sherlock —mencionó retomando su trabajo.

El detective se mantuvo en silencio sin despegar la vista de su microscopio hasta que el sonido de la puerta los obligó alzar las miradas

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El detective se mantuvo en silencio sin despegar la vista de su microscopio hasta que el sonido de la puerta los obligó alzar las miradas. Con cierto nivel de sorpresa ambos miraron bajo el umbral de la puerta del laboratorio, a nada más y nada menos, que Mycroft Holmes.

Bell y Tommy salieron de la sala de cine cantando y felices por la película que vieron. Lo que les quedaba de tarde se dedicaron a disfrutar de la plaza comercial. John les compró un cono de helado a cada quien y ambos pequeños disfrutaban mientras caminaban por el lugar. Bell en ningún momento se separaba de John, iba siempre agarrada de su mano lo cual le llamó la atención, pero en cambio Tommy caminaba a cierta distancia de ellos, y miraba impresionado todo el lugar. Había veces que su emoción era exagerada con intención de impresionar a Bell pero no lo lograba. Su amiga estaba actuando muy raro, lo notó desde que se encontraron en el trabajo de su tía, y eso lo hacía sentir muy triste.

—¡Mira Bell! —Exclamó Tommy—. ¿Te gustan los vídeos juegos?

Ella vio hacia el local a donde Tommy apuntaba y sonrió negando suavemente con la cabeza. Tommy se desanimó pero decidió entrar a la tienda a mirar los juegos. John curioso por este incidente observó a Tommy dentro del local y luego a la niña.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now