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Ella se sacudió fuera de su asiento y se puso de pie, y yo conseguí un vistazo de _______ Risso en toda su gloria de mátame-ahora. Vaqueros oscuros se aferraban a sus curvas como una segunda piel. Rojos tacones fóllame enviaron un gemido interior a través de mi pecho.

—Maldición. —El susurro escapó de mis labios, y sus mejillas se sonrojaron de nuevo. Le ofrecí mi brazo—. ¿Deberíamos?

—Supongo que sí.

Apenas llegándome a la parte superior de mis pectorales, su frente rogaba por un beso. Sacudiendo la cabeza ante el extraño y casto pensamiento, la guíe hacia la salida.

—¡Mierda! ¿Ese es tu auto?

Tomé las llaves del valet y abrí la puerta del copiloto para ella.

—Mi propio regalo de cumpleaños este año.

—Mi hermano mayor mataría por un Maserati.

Mientras esperaba para cerrar su puerta, disfruté un vistazo de su profundo escote cuando ella se acomodó en el asiento de cuero.

Puesto que no me molesté en traer abrigo, encogí los hombros contra la noche glacial y me apresuré a rodear mi auto.

—Mierda, hace frío. —Hice un cambio y salí hacia el sur—. ______.

Ella giró su atención del paisaje que pasaba a toda velocidad por su ventana. —¿Uhm?

—¿Es una abreviación?

—No quieres saberlo.

Me permití una rápida mirada a sus labios fruncidos y los imaginé envueltos alrededor de mi polla. A Old Boy le gustó el pensamiento.

—Ahora tengo que saberlo.

Ella lanzó un suspiro.

—_________.

Mis cejas se elevaron, pero no me reí como ella sin duda esperaba. —Italiana hasta la médula.

—Apenas. Mi mamá es irlandesa y tan pelirroja como se puede ser.

—Pero tu papá te puso el nombre.

—Eso hizo. —Movió su cabello ondulado a un lado, ofreciendo una vista tentadora del cuello que quería lamer de extremo a extremo—. Mamá lo adora, y acepta casi todo lo que él sugiere.

—Realmente no está tan mal.

Ella se volteó para mirar por la ventana.

—Lo suficiente.

—De hecho, es ardiente.

Su cabeza giró rápidamente, con los ojos abiertos como platos.

—________ —dejé escapar su nombre de mi lengua como haría mientras me envainaba profundo dentro de ella—. Tu nombre suena como el de una diosa. Te encaja a la perfección.

—Estás lleno de mierda —dijo, con su voz en un susurro desigual.

—Sólo expongo lo que veo. —Hice contacto visual suficiente tiempo para que fuera peligroso mientras conducía, permitiendo que mi deseo se mostrara en mi rostro—. Y me gusta lo que veo... _________.

Su respiración se detuvo, separando esos labios regordetes, y Old Boy creció por atención.

Oh, sí.

Decidí que un poco de diversión no sería una mala idea después de todo.

Necesitaba cavar debajo de la persistente tristeza primero, o al menos hacer que ella la olvidara durante esta noche.

El pesado repiqueteo de base resonó en mi pecho mientras las luces estroboscópicas parpadeaban realidad.

Sujetando mi mano, _______ se paró ante mí, congelada entre el mar de humanidad girando a nuestro alrededor. La atraje hacia mí, a pulgadas de mi cuerpo, y me incliné hacia abajo para respirar en su oído.

La fragancia a vainilla y flores de sus productos para el cabello llenaron mi nariz, causando que mi dolorosa longitud palpitara.

—Muévete conmigo.

La hice girar y bajé mis manos para agarrar sus caderas. Su trasero acunó mi erección, haciendo que mi lengua soltara un puñado de maldiciones. Las palabras se desvanecieron en el estruendo de pulsante música.

________ agarró mis manos mientras nos movíamos juntos, imitando lo que mi cuerpo anhelaba hacer. Ella permaneció apretada contra mí, y levanté sus brazos para ponerlos alrededor de mi cuello mientras decidía que no podía pasar otro segundo sin dar una probada a su piel.

Pegué mis labios debajo de su oreja. Como el primer impacto de una droga, mis sentidos cobraron vida. Ansiaba más. Su aroma y sabor a miel enviaron una desesperada necesidad hacia mi polla y empujé hacia adelante.

Ella se hundió en mis brazos, inclinando la cabeza hacia un lado.
Joder. Cuán dulce rendición.

Las tres copas de vino habían hecho poco para borrar la desconfianza que había usado para encerrarse en sí misma, pero una simple caricia de mis labios la abrió como una floreciente flor.

¿Cómo reaccionaría a mi boca arrastrándose por su torso desnudo, lamiendo cada pulgada de su piel pálida?

Presioné otro beso con la boca abierta contra su cuello, y los huesos de _______ parecieron licuarse. Se movió contra mí, la fricción entre nosotros amenazando mi cordura.

La volteé, y ella echó la cabeza hacia atrás, un ligero elevamiento de sus labios acompañó su balanceo.

Sus ojos, abiertos y desprotegidos, capturaron los míos.

Finalmente.

Tranquilamente, sostuve su rostro entre mis manos mientras ella continuaba balanceando esas tentadoras curvas.

Mis malditas rodillas temblaban. No podía apartar la mirada de la suya.

Había tenido mi ración de mujeres. De todas las formas y tamaños, pero ninguna me emocionó... ni una sola de esas incontables almas llamó mi atención en la forma que lo hizo _______.

Ella zigzagueó más cerca mientras yo bajaba la cabeza para que pudiera oír mis palabras.

—Necesito probarte.

Levantando una mano hacia mi nuca, tiró de mí hacia abajo, batiendo sus largas pestañas.

Nuestro aliento se mezcló cuando vacilé, la crepitante energía creciendo entre nosotros. Mi sangre corrió por su vida. Me dolían las bolas.

Demasiado pronto—no lo suficiente—rocé mi boca contra la de ella.

Todo el infierno se desató dentro de mí, y deslicé mi lengua por los labios, rogando, necesitando una entrada.

Los fuegos artificiales son algo de cuentos de hadas de chicas, o eso siempre había pensado. No tanto. Mi cerebro se iluminó como el Cuatro de Julio sobre la Explanada cuando nuestras lenguas se tocaron. Bailaron.
Follaron.

Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, la apreté fuertemente contra mí, sin importarme un carajo la gente a nuestro alrededor viéndonos. Que vean lo bien que se moldeaba a mi cuerpo, cuán perfectamente dos almas podían encajar.

Incliné la cabeza hacia un lado y profundicé el beso. Gimiendo en su boca, luché por mantener mi cordura.

Más, exigió mi cabeza, mi corazón cantó y mi ingle se le unió.
Di un paso atrás, mirándola levantar sus párpados, revelando deseo.

Sorpresa. Deseo.

Agarrando su mano, me di vuelta y me abrí paso entre la multitud.

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