|20. Mensaje.|

2.8K 253 55
                                    

Sorry. Como dije la ultima vez, estoy con problemas personales y para variar, me lesioné mi brazo izquierdo hace tres días :'v.
Lamento si me tardé... y lamento si no es de su agrado el cap, pero lo hice tan rapido como mi único brazo bueno pudo hacer.
**************


ELSA


—¿A dónde vamos?

Al final sí, salí con Hiccup a esa cena. Espero que pretenda disculparse como mencionó, o será una pérdida de tiempo. Aún no puedo creer que haya sido una boba en creerle semejante estupidez, pero cuando se trata de los hijos afecta. Incluso te crees la mentira de que te lo pueden quitar. Y por culpa del señor aquí presente discutí con Jack aquella tarde, lloré hasta el cansancio, e incluso le pegué la bofetada de su vida; creo que merezco un ‘lo siento’ por lo menos.

—Un restaurante italiano, de aquí cerca —responde, asiento sin más.

Miro las nubes que se están formando en el cielo nocturno, alcanzo a notar una que está cerca de la Luna que se parece a Jack. Reprimo la sonrisa, reemplazándolo por un suspiro. Aún recuerdo como me besó en la tarde con una pasión que se me hace una mentira, no me lo creo…

Frosty besa bien…, vaya…

Apoyo la cabeza contra el vidrio, recordando el momento exacto. Cada palabra, cada mirada; quedé impactada.
Jack me besaba en ese entonces sin perder tiempo, una mano en mi nuca y la otra en mi espalda. Yo dejé de forcejear para que me soltara, sin evitar dejarme llevar. Mis manos pasaron a rodear su cuello y nuestro beso pasó a ser más profundo, apasionado. Entonces se separó, juntó nuestras frentes viéndome a los ojos. Puedo jurar que estuve totalmente roja y eso lo odio.

—Ya no lo soportaba —susurró, acariciando mi mejilla—, debía besarte.

—¿Por qué? —susurré, cerrando mis ojos.

—¿No es obvio? —preguntó retóricamente—. No sé que dirás, pero odio la idea de que pronto me dejes solo y vuelvas aquí.

Oh, Jack…

A veces dice cosas que hacen que mi corazón de un vuelto y lata de manera rápida que me dejan sin saber que decir. Esos momentos extrañamente me gustan. Otras veces no lo soporto, como cualquier día en que odias a todo el mundo pero a mi me pasa sólo con Frost. Algo raro, por supuesto.
Lo convencí con dejarme venir, aunque lo haría de todas formas. Me interesa lo que Haddock tiene por decir. Una vez haber llegado al restaurante, bajo cuando el castaño abre la puerta y nos dirigimos a la entrada del edificio. Una señora con un impecable acento italiano nos atiende para la reservación, llevándonos hasta nuestra mesa donde nos entrega los menús antes de retirarse.

—Espero que me entiendas el porqué hice lo que hice —empezó a decir.

—Espero disculparme —dije, alzando la ceja—. No me gusta que me mientan.

—Lo sé, pero… —un mesero llega interrumpiendo sus palabras.

—Buona notte, mi nombre es Manuel y seré quien los atienda esta noche, ¿qué desean ordenar?

—Las damas primero —pongo los ojos en blanco ante las palabras de Haddock, tomando la carta para leerla:

¿Qué mierda dice aquí?

—Am… pide lo que quieras, comeré lo mismo —comento, esperando no parecer una idiota.

Hiccup asiente, ordenando en italiano la cena mientras me dedico a observar a mi alrededor. La gente más codiciada comiendo mientras charlan con educación, el sonido de la melodía del ambiente, el agradable olor… Yo no pertenezco aquí. De repente, mis ojos no pueden creer lo que están viendo.

Lo mato.

—¿Te gusta el lugar? —preguntó el castaño, asiento de inmediato—. Entonces, en lo que estábamos. De veras que no era mi intención hacer algo así…

—Casi me matas —evito exclamar—. Es que ¿qué rayos querías conseguir?

—Me gustas enserio —muy directo el hombre—. Y… me pone celoso que estés cerca de Frost.

—¿Así? —murmuro, entonces resoplo disimuladamente cuando noto a la parejita que recién ingresó, se acercan hasta nuestra mesa.

—Señores, que casualidad encontrarlos por aquí —sonríe con fingida inocencia.

—¡Elsa! Hace tiempo no te veía, ¿cómo estás?

—Ah, sí —sonrío forzosamente—. Hola Mérida —esa sonrisa se va cuando mis ojos pasan a los de ese hombre—. Jack.

Hiccup no dice nada, pero noto cierta rivalidad entre él y Frost. Lo que me enfada es que Jack venga a este mismo restaurante de tantos que hay, sólo por que desea joderme el cabrón. ¡Y más encima viene con Mérida!

—Sr. Frost, su mesa —intenta decir una muchacha demasiado joven como para ser mesera.

—Gracias —volviendo su vista a nosotros, dice—. Me disculpo, pero tengo que disfrutar de una buena velada.

Mérida con un leve sonrojo en sus mejillas se despide de mi por una seña de manos, evitando mirar a Haddock. Y dos mesas junto a la nuestra, ellos toman asiento con tranquilidad, Jack siendo un caballero. Lo mato sí o sí.

—Bueno, ¿cómo es que te puedo gustar? —hago una mueca, mi mano en mi vientre—. Soy una vaca andante, ¿qué piensas?

—Pienso que eres hermosa —suelta una ligera risa, el mesero llega con nuestra orden antes de retirarse—. Por favor, come, y espero que me disculpes para comenzar de nuevo.

Asiento. Pruebo el primer bocado de mi espagueti antes de mirar a mi costado. Frunzo mi ceño levemente cuando noto que entre Frost y la salvaje de Mérida ríen por algún chistecito de seguro aburrido. Oh, con que quiere jugar, ¿eh?

—Está muy rica la comida, pero bueno… —entrelazo mis dedos por sobre la mesa— ¿En qué trabajas? Nunca supe.

—Soy arquitecto —responde, sonriendo levemente—; y estoy a cargo de la construcción del nuevo hotel.

¿Qué hotel?

—El proyecto de Frost —dice cuando nota que no tenía idea de que hablaba.

¡Ah, ese hotel!.

—Ahora recuerdo —tomo una ligera pausa para probar otro bocado antes de volver a preguntar—. Oye, ¿Jack y tu están distanciados o qué?

Noto como se tensa, sin embargo, contesta:

—Tenemos ciertos problemas, pero el trabajo no interfiere con lo personal.

¿No me digan que son gay?

—¡No, yo me mato! —exclamo sin querer, antes de cubrirme la boca. Muchas de las personas viéndome de reojo.

Debo dejar de pensar en voz alta.

—¿Qué? —me mira extrañado

—Que… —vamos, estúpida, piensa en algo—, que es una lástima que estén así. Ustedes son amigos, ¿no?

Él asiente mientras como otro par de bocados de mi espagueti. Jackson mirándome con seriedad de reojo para sonreírle al otro segundo a Mérida.

—Sí, eso creo…

Una carcajada explota dentro de mí, ganándome muchas miraditas de fastidio. Lo sé, soy irritante aunque no lo quiera; pero logré molestar a Frost, lo que es importante. Y pobre de Hiccup, el hombre terminará traumado.

—L-Lo siento —intento decir, cubriéndome la boca con la servilleta para dejar de reír—. F-Fue repentino. P-Permiso…

¿Por qué tengo que ser rara?

Me levanto con mi pequeño bolso para dirigirme al baño entre pequeñas risillas. Mi idea era fingir una carcajada, pero esa carcajada se volvió tan real que ahora me cuesta detenerla. Me apoyo en el lavamanos, y agacho la cabeza para tomar un respiro y así tranquilizarme. Oigo como se abre la puerta e ingresa otra mujer, aprieto los labios antes de mirarla de reojo.

—¿Qué te sucedió, mujer? —Mérida suelta una risa—. Espantaste a todos.

—Ni me lo digas, no es normal ver a una embarazada reírse hasta que se cae —comento, bufando—. Pero bueno, espero no haber traumado a Haddock.

Su cara cambia de inmediato a una llena de total seriedad. Mira a su alrededor por un momento antes de que sus redondos ojos azules me vean.

—Am… no quiero entrometerme ni nada, pero no aguanto más —alzo una ceja sin entender, ella suspira—. ¿Te gusta Hicc…, el Sr. Haddock? —se corrige.

—Pues… no. La verdad es un amigo, aunque estoy un poco enojadita con él —mis labios hacen una pequeña mueca—. ¿Por qué?

Entonces noto como una pequeña chispa de esperanza crece, sus ojos la delatan. Ay, Mérida…; no te puedo mentir. Recuerdo perfectamente que hace unos minutos el mismo hombre castaño me confesó que yo le gustaba, y ahora me doy cuenta que mi amiga está ilusionada con él. Y yo que pensaba que estaba aquí porque era otra de las arrastradas que siguen a Jack como perritos falderos, pero no…; debo investigar antes de sacar conclusiones estúpidas…

Espera, ¿entonces porqué están aquí?

—Por nada… —agacha la mirada, asiento.

Tampoco la obligaré a hablar, sé que al final terminará por decirme por si sola. Además, ahora mismo me interesa otro temita que tiene que ver con el señor presente en la mesa.

—¿Por qué viniste con Frost? —suelto sin más, cruzándome de brazos. Mérida suelta una risa que me hizo fruncir el ceño—. ¿Qué?

—Esos celos me matan, Els —comenta—. Esta bien que quieras marcar territorio, ¿pero no que eran solamente amigos?

Y-Yo…

—No sé que piensas —resoplo, no tomándole importancia.

—Para mi que si sabes —sonríe divertida—. Pero tranquila, en realidad vinimos por algo de negocios; luego me enteré que él quería sacarte celos… oh.

Y por eso, damas y caballeros, nunca cuenten con DunBroch.

—¿Celos? ¡Ja!. Sí, claro —rio con molestia, porque el maldito consiguió su objetivo.

Estoy celosa.

—Volveré a la mesa, pero cuando salgas tírale la oreja al jefesito por mi —apenas sonreí antes de retirarme.

Estaba por empezar a caminar a mi mesa cuando una mano me arrastró hasta adentrarme a una puerta con el típico cartel de “SÓLO PERSONAL AUTORIZADO”. Sentí como se prendió una luz tenue a continuación de unos labios apoderándose de los míos de manera suave, pero también con fuerza. Me intenté separar hasta que su voz me tranquilizó en cierta forma:

—Soy yo, enana —pega su frente a la mía.

—Me asustaste, idiota —sentí sus labios por unos pocos segundos—. ¡No me beses, Jack!

—Y tu no regreses con él, no lo soporto —susurró contra mi boca—. Por favor.

No digo nada durante los próximos segundos. Jackson es mi mejor amigo, y es el padre de mi bebé, ahora… bueno sinceramente no sé que es ahora, pero aunque me gusten sus besos, yo no puedo seguir así. No puedo recibir ni dar. Me da miedo, y no quisiera perder a mi amigo por nada del mundo.
Lo separo un poco, tomando una respiración antes de aclararle que esto no está bien, no es correcto. Su cara cambia a una más seria, casi fría, que hace que mis manos por acto casi inconsciente se pongan sobre mi pequeño vientre abultado.

—Lo siento, enserio —giré sobre mis talones con intenciones de salir corriendo.

—Era de esperarse —su voz me detiene, mi mano firme en el picaporte—, son las consecuencias de nuestra decisión. Pero no importa, te espero —termina por decir en un susurro contra mi oído.

Abro la puerta para salir con rapidez de ese pequeño cuarto. Camino hasta llegar a Haddock que en cuanto me ve, deja de hablar con teléfono celular para obtener su atención hacia mi; ya saben ustedes que los hombres no hacen dos cosas a la vez, pues. Un tanto apenada le comunico que no me siento muy bien que digamos y deseo volver al departamento. Asiente, suspirando con pesadumbre. Pide la cuenta y una vez pagar, nos retiramos de inmediato.

—Me gustó la cena, gracias —intento decir para calmar este silencio incómodo.

—Me alegro bastante —responde sin quitar la vista de la carretera—; lástima que te sintieras mal.

—Lo siento. Estar embarazada dificulta mis salidas —mentira—; espero entiendas.

—No te preocupes —sonríe de lado, viéndome de reojo—. Entiendo.

Siento mi celular vibrar, por lo que lo busco en mi bolso hasta que lo encontré. Desbloqueo el patrón y busco en mis notificaciones el mensaje de un número desconocido. ¿Quién será?

“Sonríe mientras puedas, porque esa felicidad pronto terminará.”

¿Cómo?

Familia (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora