Capítulo Diecinueve

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Mi corazón dolía. Pero aquello, recientemente, ya no era una sorpresa. Mi padre, había intentado animarme algunas veces, pero se había dado por vencido cuando se di cuenta de que mi dolor era casi tan intenso como el suyo, desde que mamá se fue.

Y es que, de alguna manera u otra Sophie me había dejado. Sophie ya no era parte de mi vida. Y, por todos los cielos, no podía soportarlo. Mi cuerpo estaba desesperado por levantarse e ir en busca de ella. Quería tenerla entre mis brazos y sentir su rostro hundiéndose en mi cuello. Y escuchar su reconfortante voz, susurrando en mi oído que las cosas estarían bien.

Lágrimas. Podía sentirlas comenzando a fastidiar mis ojos. Parecía que me quemaban. Parecía que en cualquier momento, iba a derrumbarme completamente. Y es que, incluso cuando parecía que ya lo había hecho, no era así. Estaba logrando mantener la compostura, pero diablos, sabía de sobra que en cualquier momento iba a explotar.

La extrañaba tanto que dolía. Apenas quedaba un mes para que empezara la universidad y no tenía idea de que iba a hacer con mi vida. Porque, había tenido planeado tomar la decisión con Sophie, para estudiar juntos, pero claramente nunca habíamos llegado a hacerlo.

No podía hacer nada sin ella. Porque ya me había acostumbrado a vivir a su lado. Y a hacer todo junto a ella. Y no quería hacer nada sin ella, ahora.

Pero mi corazón roto protestaba en mi pecho, cada vez que intentaba ponerme de pie para ir en busca de ella. Y terminaba volviendo a dejarme caer en mi cama, para observar el techo y dejar las horas pasar.

No me importaba nada. Estaba perdido en el dolor. Estaba perdido en el recuerdo de nuestra hermosa burbuja, aquella que durante tantos años cuidé como si se tratara de mi propia vida.

Y así, demasiado pronto, se había perdido todo, sin más.

Me senté en el borde de mi cama, pasando una mano por mi rostro, intentando así desaparecer el extraño agotamiento que sentía. Vamos que, no había hecho nada desde el día en que peleé con Sophie. No tenía derecho a sentirme agotado.

Pero no podía evitarlo. Todo se sentía mal. Nada estaba bien.

Me puse de pie, dispuesto a intentar hacer algo bueno con mi vida porque, no podía quedarme acostado para siempre, pero me detuve cuando la puerta de mi habitación se abrió.

-Papá, te he dicho que... -comencé a decir, para que él regresara a su habitación y dejara de intentar hacerme sentir mejor, pero mi voz se perdió en mi garganta, cuando la puerta se terminó de abrir y se cerró, detrás de Sophie.

Ella estaba en la puerta de mi habitación, sus ojos fijos en mí, como si estuviera intentando decirme mil cosas a través de ellos. ¿Es que estaba soñando? ¿Es que, de pronto, mi cerebro estaba imaginando a Sophie, para detener mi dolor?

Pero no. Ella sí estaba ahí. Y sabía que mi padre la había dejado entrar. Y sabía que mi corazón estaba acelerado en mi pecho, de nuevo. Y sabía que ya la había perdonado, de inmediato. Y sabía que, sin importar lo que ella dijera, volvería a sus brazos desesperadamente. Porque no podía vivir sin ella.

Y ella estaba llorando. Sus mejillas estaban mojadas e increíblemente rojas. Tenía bolsas oscuras bajo sus ojos, probablemente a causa de la falta de sueño. Y yo debía estar igual, porque no había dormido bien desde aquel día en que nos separamos. Tenía puesto un buzo suelto y una polera. Una polera que me pertenecía a mí. Y que claramente no me había devuelto aquel día en que discutimos.

Pero no me molestaba. De hecho, verla usándola hizo que mi corazón saltara en mi pecho. Hizo que todo parecía ganar color de nuevo.

Y cuando mis ojos encontraron su gorro. Mi gorro. El sentimiento creció. Había guardado dos cosas mías.

Enamorado De SophieWhere stories live. Discover now