CAPÍTULO 39

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La puerta que se abre de golpe nos sobresalta y me hace dar un respingo hacia atrás separándome de Bruno.

Quien ingresa a toda prisa es Rebeca, pero sus pies se detienen en seco en cuanto nos ve.
Nos escudriña de arriba a abajo, luego me mira con desagrado y no pierde tiempo en acercarse a Bruno y tras regalarle una sonrisa con caída de ojos incluida, lo saluda con un beso en la mejilla que para mi gusto dura más de la cuenta.
-No esperaba encontrarte aquí, Bruno -dice, mientras sus pestañas que parecen tener vida propia no dejan de agitarse.

¡Será zorra!

Cuando se dirige a mi persona su sonrisa desparece y sus benditas pestañas parecen detenerse por arte de magia.

-Te estaba buscando, Dulce. ¿Has hecho ya la autopsia a alguno de los cuerpos encontrados hoy? -dice sin más.
Ni buenas tardes, buenas noches, nada de nada... ¡Vaya educación la de la Rebeca esta!

-Buenas noches, Rebeca-replico. Si algo me han enseñado desde chiquita son educación y buenos modales. Aunque a veces, como en este caso,tenga que esforzarme por que todas esas buenas enseñanzas vean la luz -. Sí; de hecho acabamos de terminar con uno de ellos...

La mirada de Rebeca vuelve a posarse sobre Bruno y esta vez sus ojos parecen echar chispas.

-Oh... Así que el considerado y galante caballero llegó al rescate de la damisela para ayudarla en su labor -Su grado de sarcasmo me enfurece y a punto estoy de olvidarme dr mis buenos modales para largarle un sinfín de improperios que han comenzado a acumularse en la punta de mi lengua cuando Bruno interviene:

-Rebeca, ¿A qué has venido?-pregunta de una manera tan cortante que se me escapa una sonrisita triunfante que intento contener mordiéndome el interior de las mejillas.

Rebeca sonríe de lado.

-Bruno, querido... Ya lo he dicho. Vine aquí para hablar con la doctora Martínez.

-¿A esta hora? -Bruno mira confuso el reloj de pared que marcan las nueve de la noche pasadas.

-Sabía que la encontaría aquí a pesar de la hora. Desde que llegué a este lugar no hay nadie que no me haya hablado sobre la fijación de la doctora Martínez con su trabajo -Hace chasquear la lengua antes de continuar -.A quien no esperaba encontrar aquí era a usted Doctor Bernech...

Miro a Bruno, veo su cuerpo tensarse y como los orificios de su nariz se cierran y se abren.

¿Por qué parecen incomodarle tanto las palabras de la bruja pelirroja esta?
¿Por qué con cada minuto que pasa me lleno de más dudas?

-Rebeca, te agradecería que te dedicaras a lo que realmente viniste a hacer y dejaras de cuestionar mi accionar. ¿O debo recordarte quien es el jefe aquí?

-No se preocupe, doctor Bernech. Tengo muy claro quien es quien aquí... -Las manos de la pelirroja se pasean por su sedoso cabello en un descarado intento de seducción.

-Pues me alegra que lo entiendas -intervengo sin poderlo evitar. Bastante me había mantenido al margen estos minutos; pero semejante desfachatez me enerva-. ¡Y ahora por favor, habla de una vez!

Recibo una mirada de fastidio acompañada por un resoplido.

-Está bien, está bien. ¿Encontraron algo extraño en el cuerpo?

-Bueno... todo ha sido bastante perturbador a decir verdad... ha sido un crimen atroz.

-Sí, lo sé. Estuve observando las inscripciones de las paredes de esa vieja casa y... todo indica que allí se han estado realizando cultos satánicos. Creo que los cuerpos que se encontraron allí pueden ser parte de ello.

Dulce LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora