Capítulo 22

2.6K 145 15
                                    

Extasiada.

Así era como se sentía Helena durante la mañana del día lunes cuando entró a la empresa en compañía de Calvin, cada uno con un café de Starbucks y acaparando las miradas de más de uno, no sólo porque denotaban una confianza que insinuaba algo más, sino por la actitud entusiasta que derrochaba ella hasta por los poros y no se esforzaba por ocultar.

—Hoy estás alegre —le dijo Calvin, sonriente, mientras se detenían frente a los ascensores y esperaban por su descenso.

—Bueno, digamos que tuve un buen fin de semana —dijo divertida.

—¿Por el desfile de moda?

—Mm, sí.

—Me alegra que te lo hayas pasado bien. ¿Y Riley?, ¿Estuvo contigo también?

La sonrisa de Helena decayó y asintió, pero no dijo nada. Calvin cambió de postura para mirarla mejor, con los ojos clavados en su cara para fijarse bien en su reacción.

—¿Qué pasó?

—¿En verdad te interesa saber?

—Cuando se trata de Riley, sí.

Ella se lo quedó mirando, porque lo vio tan serio que no sabía si decirle la verdad sería una buena opción.

—Se emborrachó y al día siguiente amaneció con resaca, pero ahora está bien —dijo, en parte diciéndole la verdad pero no por completo.

Calvin asintió y juntos entraron al ascensor cuando las puertas se abrieron. Estuvieron en silencio, hasta que el ascensor se detuvo en el piso de Helena y ella se despidió con un movimiento de mano hacia un distraído Calvin.

Entró a su oficina y dejó los cafés encima de su escritorio para quitarse el abrigo y colgarlo en el gancho detrás del estante. Estaba por sentarse y encender la computadora, cuando sintió llamar a la puerta.

—Adelante.

La puerta se abrió y el cuerpo de Cedric apareció. Helena sonrió, rodeando el escritorio para apoyarse de espaldas contra él mientras lo veía cerrar la puerta con seguro y acercarse.

—Buenos días —dijo él suavemente.

—Buenos días. Así que, ¿La puerta tiene que estar con seguro?

Él sonrió, una sonrisa que fue ampliándose hasta quedar frente a ella.

—Es para que tengamos un poco de privacidad.

—Buen punto —se acercó un poco más y levantó la cabeza para besarlo ligeramente en los labios, deslizando los brazos alrededor de su cuello hasta hundir los dedos en su pelo—. Llegaste temprano; todavía no son las ocho.

—Sí. Me he despertado con la anticipación de poder verte así un rato antes.

—Mmm, ¿Y cómo estás?

—Bien, ahora que te tengo a mi lado —dijo, mirándola con dulzura—. ¿Y tú? Noto algo diferente en ti.

—¿Diferente?

—Sí. Te ves... radiante.

—Me siento bastante animosa hoy.

—¿Y eso por qué?

—Ya sabes por qué.

Cedric se lamió los labios y Helena se encontró deseando deslizarle la lengua no sólo para saborear sus besos, sino también para explorar otras partes de su cuerpo que hace tiempo no le brindaba mayor atención, bajando desde su cuello hasta su...

PUEDO SERTE INFIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora