Capítulo 19

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Al salir del hotel, Helena se colocó su chaqueta antes de dirigirse al estacionamiento. Distinguió a Cedric en la tercera fila de aparcamiento, y rápidamente se acercó al ver que estaba teniendo dificultades para meter a Riley en el asiento trasero del auto.

—Déjame a mí —dijo Helena, apartándolo suavemente a un lado y sujetando a su amiga de la cintura—. Vamos, Riley, coopera un poco.

Riley murmuró algo ininteligible, luego metió una pierna seguido de la otra y se recostó a lo largo del asiento. Helena la cubrió con su chaqueta dejando a un costado las carteras y, tras asegurarse que estaba bien, cerró la puerta y se volvió para subirse por el asiento de acompañante, donde estaba Cedric sosteniéndole la puerta abierta.

—¿Todo bien? —preguntó él, mirándola solícitamente.

—Sí. Está achispada, nada más —dijo entrando despacio.

Cedric esperó a que se colocara el cinturón de seguridad antes de cerrar la puerta y rodear el vehículo para subirse del otro lado. Una vez dentro, sacó un manojo de llaves del bolsillo de su pantalón y lo metió en el contacto colocando el auto en marcha.

Helena se quedó mirando el llavero en forma de H que colgaba de entre las llaves. Cedric se dio cuenta de ello, y sonrió.

—Es mi llavero favorito.

Ella le devolvió la sonrisa, pero no dijo nada y se volvió hacia la ventanilla. Él estiró la mano y la colocó sobre su rodilla desnuda, y aunque la sintió tensarse bajo su toque, le tranquilizó ver que no trataba de apartarse.

—No te preocupes tanto. Nada malo le pasará a tu amiga —y dándole un confortable apretón, retiró la mano y volvió a agarrar el volante fijando la mirada en la carretera

No la escuchó decir nada, pero supo que sus palabras habían surtido efecto al ver por el rabillo del ojo que se dejaba hundir en el asiento, relajando los hombros y soltando un largo suspiro.

Al llegar al edificio, Helena se extrañó al ver que aparcaba en el cordón de la calle.

—¿No vas a entrar al estacionamiento?

—Sólo estaré por un rato —dijo, apagando el motor y guardándose las llaves.

Helena se mordió el labio, pero se obligó a disimular la desilusión que ocasionaron sus palabras y se quitó el cinturón de seguridad.

Los dos se bajaron al mismo tiempo, pero fue Cedric quien se apresuró a rodear el auto para llegar al asiento trasero aun así cuando ella había abierto la puerta primero.

—Yo la llevo —dijo y se inclinó para alcanzar a Riley.

Helena se hizo a un lado y observó la facilidad con que la alzaba entre sus brazos. Riley ni siquiera se había inmutado al instante que fue apartada del asiento, sus ojos y labios cerrados mientras mantenía una expresión descansada. Rápidamente Helena se inclinó para recoger la cartera y chaqueta de Riley y se apresuró en dirigirse al edificio para abrirle la puerta a Cedric. El conserje no estaba, cosa que la alivió y Cedric notó.

—¿Te alivia saber que el conserje no nos vea juntos? —preguntó él una vez frente los ascensores.

—Bueno, me alivia saber que no verá a mi amiga inconsciente en los brazos de mi...

Al darse cuenta que ni siquiera sabía cómo referirse a él, enmudeció de golpe. Cedric le entrecerró los ojos.

—Amante. Adelante, puedes decirlo.

Ella cambió de postura, y suspiró.

—Es que ni siquiera vendrías siendo eso. Tú eres el que está casado, no yo.

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