De Libros a SEXO: Entre el Amor y el Odio

CAPITULO 10 "Reflejos"

-buen punto cerebrito. –él vuelve a reír. Sigo caminando sin saber en realidad a donde me dirijo.

-Joshua... -un hombre de piel morena llama mi atención. Me acerco un poco y logro al fin divisar mi nombre en un pequeño cartel que él lleva en sus manos. Él parece percatarse de mi presencia y se acerca a mí. Corto la llamada y guardo mi celular, luego arreglaré cuentas con ese mal terapeuta.

-pensé que te habías extraviado. –dijo él hablando inglés perfectamente, me ayudó con la pequeña maleta que llevaba llevándome a la salida. –Josh me golpearía si perdiera a su amigo.

-¿Josh? –él camina por un pasillo y yo simplemente le sigo.

-así le digo yo. Por cierto me llamo Seriozha pero puedes llamarme Sergey. –subimos unas escaleras, luego bajamos por un ascensor y al final de una extraño recorrido logramos salir del aeropuerto. La vista era demasiado extraña, un ambiente muy diferente al de Londres, mucho más gélido y gris. –aun no me dices tu nombre. –él se detiene frente a una camioneta.

-Lo siento. Me llamo HyungJun, pero puedes decirme simplemente Jun. –le imito. –¿Cómo conoces a Joshua? –me atreví a preguntarle una vez dentro de la camioneta.

-fuimos juntos a la universidad. –digo colocando mi maleta en la parte trasera del automotor. Francamente no veía a este tipo en una universidad, tenía pinta de ser uno de los guardias de un club nocturno.

-¿Eres psicólogo?

-no. –encendió el auto. A los pocos segundos comenzó a llover. –dejé la universidad a medio semestre. No creía estar muy cuerdo como para aconsejar a los demás que hacer. –confesó. -¿Cuál era la dirección?

-es el The Ritz -Carlton

-¡Vaya! Debes tener mucho dinero.

-en realidad no. –él regresó a verme incrédulo. –solo quiero ver a alguien que se hospeda allí.

-una chica.

-un chico en realidad. –admití.

-Oh!.

-te incomoda. –le miré.

-no. Mi primo es gay. Lo único que me fastidia es que sus relaciones sean siempre tan dramáticas y trágicas. Porque los romances gays son tan complicados. –él lucía preocupado mientras decía aquello. Sonreí ante su actitud.

-no te hubiera ido bien como psicólogo.

-lo sé. –él comenzó a reír. –por eso tengo mi propia empresa. –comentó orgulloso.

-puedo saber ¿De qué?

-alimentos.

-¿Alimentos?

-soy dueño de una fábrica de alimentos enlatados. –lo miré escéptico. El me miró en consecuencia sin borrar su sonrisa.

–lo dices de verdad.

-porque mentiría.

Nos estacionamos frente a un enorme hotel. Definitivamente Eli debía de tener poca consideración con el dinero de sus padres.

-¡Wow!

-Sí.

-mi tarjeta de crédito sufrirá mucho. –me quejé saliendo de la camioneta. Eli había arreglado mis papeles y hecho todos los trámites legales que me acreditaban como el legítimo heredero del imperio Lee. No había querido revisar nada del patrimonio que se suponía me pertenecía por derecho. Sobrevivía con el dinero que mi abuela había destinado para mi educación y puesto que vivía con Eli, no gastaba en vivienda o comida. Sergey saco mi maleta entregándomela.