- ¿La mía?- preguntó el otro, arqueando las cejas- ¿Por qué no pones la tuya?

- Eh… ¡Porque tú vives más cerca!- contestó rápidamente, agradeciendo que su cabello pudiese taparle sus mejillas sonrojadas. Aunque hubiese conseguido quedarse allí temporalmente, eso no significaba que tuviese demasiada confianza con el propietario de la casa- Además, por ahora vivo aquí, ¿no?

Renjun chascó la lengua.

- Supongo que sí- se levantó y se acercó hacia un montón de correo; cogió uno de los sobres y se lo entregó. Mientras Jeno copiaba la dirección, Renjun se fijó en la solicitud y señaló la hoja- Es pronto.

- ¿Qué?

- Tu cumpleaños- sus ojos se encontraron con los de Jeno- ¿Tienes pensado celebrarlo?

Por suerte, no. Jeno había dejado de celebrar su cumpleaños desde la muerte de Taeil. Ni siquiera recordaba lo que había hecho el año anterior, aunque sospechaba que se había cogido una enorme borrachera, con las consecuentes pérdidas de memoria. En realidad, no había nada que celebrar… Y ya no necesitaba falsos carnés de identidad para comprar alcohol… Joder, necesitaba un cigarrillo.

- No.

- Vaya, es una pena- repuso el pelinaranja, encogiéndose de hombros.

- Tampoco te habría invitado a mi fiesta- dijo el rubio, ariscamente.

Renjun se apartó y se llevó una mano al corazón.

- Oh… Me duele que digas esas cosas y, sobre todo, después de todos estos años de amistad, flirteo y tensión sexual…

Jeno se mordió el labio, tratando de contener la risa, pero incapaz de luchar contra la sonrisa. Además, el hecho de haberlo dicho con tanta monotonía, no ayudaba.

- Eres un estúpido.

- No está bien decirle eso a alguien que acabas de conocer.

- ¿Y qué ha sido de todos estos años de amistad, flirteo y tensión sexual?

- Creo que te has confundido de persona- el joven movió la mano despreocupadamente y se levantó de la mesa, dirigiéndose al recibidor- Mañana tengo trabajo, pero te prometo que encontraré algún regalo apropiado para ti, Jaeno-ah. Tal vez una reunión en Alcohólicos Anónimos, bajo la apariencia de ser una fiesta sorpresa- apartó la cabeza, esquivando el bolígrafo que le había lanzado- o una clase de artes marciales, para suprimir esa ira acumulada.

Jeno bufó, mientras Renjun se dirigía a su habitación. ¿Qué clase de broma era ésa? No lo sabía… Bueno, el rubio no había dado una primera impresión precisamente aceptable… ni una segunda. Su estómago gruñó, recordándole que tenía hambre, pues no había comido nada desde que saliera con él. Se levantó de la mesa y anduvo hasta su cuarto, encontrándolo mirando la pila de carpetas.

- Oye, ¿te importa que traiga algunas cosas de mi apartamento?- preguntó, en el marco de la puerta- Estoy segura de que la generosa persona que me prestó la ropa, la quiere de vuelta.

Renjun tomó una de las carpetas, la abrió y depositó sobre la cama.

- Tienes razón- el joven abrió el armario y Jeno aprovechó para ver su contenido, encontrándose con una sorprendente variedad de ropa, para alguien tan apagado. ¿A qué venían esos esmóquines? ¡Tal vez fuera un agente secreto! Ser profesor de arte no era más que su tapadera porque, entrada la noche, se codeaba con preciosas espías rusas, a quienes extraía información gracias al vino y al sexo. Sus ojos se abrieron de la sorpresa- Si me das un momento, te llevo hasta tu casa encantado.

Muse (NoRen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora