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Después de una semana estábamos teniendo el almuerzo de despedida de Wendy

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Después de una semana estábamos teniendo el almuerzo de despedida de Wendy. Cada bocado de pizza se sentía como una puñalada en el estómago, no podía ni siquiera disfrutarla porque sabía que una vez terminado esto mi hermana se marcharía para no volver hasta las festividades. Quería llorar, pero lo estaba soportando bastante bien, las anécdotas de papá sobre el consultorio y los chismes de mi mamá ayudaron bastante a quitar la tensión en la mesa y hacernos reír a ambas.

Una vez que terminamos y Wendy fue al segundo piso por sus maletas, los tres nos quedamos esperando frente las escaleras su regreso, mientras yo jugaba con las mangas de mi camiseta intentando aguantarme las ganas de llorar.

Wendy iba a ir a la estación de autobuses en un taxi, nos íbamos a despedir aquí por decisión de ella y en parte mía, porque si iba a la estación estaría parandome frente el autobús impidiendo el paso para que no se llevaran a mi hermana.

—Todo te va a ir excelente, recuerda avisarnos apenas llegues —dijo mi madre abrazándola.

Ella era buena con las despedidas, mi madre era una persona enérgica y carismática, Wendy se parecía bastante a ella, mientras que yo lucía más como mi padre, una llorona que no soportaba las despedidas, porque ambos estábamos llorando como si no fuéramos a verla nunca más.

—Te voy a llamar cada semana, vamos a hablar por mensaje y te enviaré regalos todo el tiempo —dijo abrazándome lo más fuerte posible—. Puedes venir de visita cuando quieras, ¿okay?

Wendy se alejó de mí y limpio mis lágrimas con el dorso de su mano.

Me sentía como si me estuvieran arrebatando a mi otra mitad, que Wendy se fuera era sinónimo de que tu madre te dejara en el jardín de infantes, ahora iba a estar sola y desprotegida, debía aprender a valerme por mi misma y no depender de otra persona. No quería que mi hermana se fuera, pero por el bien de las dos ella debía irse.

—Okay —acepté sorbiendo mi nariz—. Te quiero.

Ella sonrió y apretó mi mejilla.

—Me llevé a Tinky Winky —dijo para luego continuar con su camino.

—¿Eh? Pero es mío —protesté.

—Necesito algo que me recuerde a ti, el sapo es pequeño, colorido y adorable —afirmó.

—La gente normal se lleva una foto —repliqué.

Pero era una despedida, no podía enojarme con ella por llevarse mi posesión más preciada, mientras prometiera volver hasta podía quedarse con todos mis libros y mangas.

La lógica entre Ben y HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora