Capítulo 23 Trastornos Históricos

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—¿Y?

—Estás actuando como un padre celoso —confesó con una sonrisa y Sherlock frunció su ceño—

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—Estás actuando como un padre celoso —confesó con una sonrisa y Sherlock frunció su ceño—. Y está bien, entiendo que quieras cuidar de Bell, pero ellos son niños, Sherlock, su amor es inocente.

El ceño fruncido desaparecido para que una gran incógnita se formará en el rostro pálido de Sherlock Holmes. Molly no paró de sonreír.

—¡Por favor! —contestó después de procesar todo lo mencionado—. Yo no actuó como padre celoso, Molly. Eso es ridículo.

—Sherlock, no tienes por qué avergonzarte...

—Y tienes algo de razón —interrumpió—, en eso de "amor inocente" por el hecho que son niños. Pero no se puede negar que tu sobrino empiece alborotarse sus hormonas.

Sherlock retomó la vista a su celular mientras Molly le vio confusa y pasmada. Ella buscó una manera de responderle al detective, pero no encontraba las palabras adecuadas ante lo que acababa de decir. Molly decidió darle un trago a su bebida y prestar atención a los pequeños que seguían divirtiéndose con sus bromas infantiles.

La fiesta seguía y Sherlock comenzó aburrirse con respecto a socializar. Si no fuera por la insistencia de Bell en quedarse más tiempo, este se hubiera marchado al momento en que dio sus votos como padrino.

Bell y Tommy jugaban entre las mesas, cuando una idea provino de la mente del pequeño Hooper en esconderse debajo de un mesa para observaba curiosos a todos los invitados y no ser vistos en tomar varios biscuits que había sobre la mesa. Tomando varios biscuits bajaron el mantel y comenzaron a repartirse en cantidad justa.

—¿No crees que deberíamos hacer caso a tu tía Molly? —Preguntó curiosa la niña—. Dijo que ya comimos mucha azúcar.

—Unos cuantos biscuits no nos harán daño —contestó sonriente.

—Tienes razón.

Ambos continuaron comiendo los biscuits sin remordimiento alguno.

Sherlock se mantuvo en su planeta, respondiendo tweets de su interés cuando a su mesa llegó John y sentó junto a él.

—¡Vaya! —Exclamó—. Una gran fiesta, ¿no?

—Simple, aburrida, la mayoría de tus invitados son estúpidos... ¡Sí que es una gran fiesta! —exclamó sarcástico.

John le observó seriamente.

—Sherlock, no te pido que socialices u algo por el estilo pero, de perdido, finge alegría en el bautizo de mi hija.

El detective alzó la mirada y le mostró una falsa sonrisa.

—¡Gracias! ¿También podrías dejar el celular?

—Nop. Estoy trabajando.

—¿Trabajando? Estas respondiendo tweets... —dijo fastidiado. 

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now